lunes, 19 de agosto de 2019

19 agosto: El mundo sin Dios


LITURGIA
                        Tenemos hoy ante los ojos la actitud de un pueblo que se había juramentado en el servicio de Dios, y que al morir el juez se viene abajo y adora falsos dioses (Jue.2,1-19), ídolos que Dios abomina. Y cuando un pueblo se aparta de Dios y se va tras los dioses extranjeros, el pueblo se prostituye y pierde el favor de Dios. Como me gusta traer las descripciones de la Palabra de Dios a la realidad actual, bien podemos ver en la historia actual el declive de un pueblo que ha abandonado a Dios. Mientras que las épocas en que se ha dejado actuar a Dios se ha producido una época de esplendor, al abandonar a Dios el mundo se deshace en destrucción. Tenemos en las noticias de cada día una violación, una muerte, una retahíla de noticias luctuosas. Es la consecuencia de un pueblo sin Dios, que ha perdido la misma humanidad, porque ha perdido la razón, las razones de la existencia, los valores de sentido superior, y el foco de referencia para acogerse a un valor permanente. No es una novedad que ahora descubramos a posteriori. San Pablo ya lo predijo en la carta a los Romanos. Y no es que Dios abandona al pueblo y le hace padecer,  como expresa la lectura. Es el pueblo el que corta la conexión con Dios. Y el río separado del manantial, se seca. No es el manantial el que deja de fluir, sino ese desvío del cauce que habría de recoger las aguas que fluyen, y que de hecho siguen haciendo su obra salvífica en otras partes del mundo, al que llamamos “menos civilizado” pero que conserva sus valores y acepta los del evangelio.

            Desembocamos en un texto muy conocido y tratado: el del personaje que se dirige a Jesús con la pregunta de qué he de hacer de bueno para obtener vida eterna (Mt.19,16-22), pero que por el contexto, se ve que pretendía ser acogido como discípulo de Jesús.
            Jesús le respondió como podía corresponder a un judío que ha de vivir acorde con los mandamientos de Dios: Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. No era eso lo que este individuo pretendía, porque esa respuesta ya se la sabía y además la practicaba desde su niñez. Lo que él buscaba era más: ¿Qué me falta? Había venido a Jesús por algo. Buscaba la vida que Jesús enseñaba. Quería saber lo que había más allá de los mandamientos, es decir, el camino de Jesús.
            Y Jesús le planta ante un panorama extremo: Si quieres llegar hasta el final, ve, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres –tendrás un tesoro en el cielo- y luego, ven y sígueme. Estaba planteado drásticamente lo que le faltaba-
            Y aquí volvemos sobre lo explicado en la 1ª lectura: lo que este individuo pudo ser si acepta el plan de Jesús, y es consecuente con su pregunta de qué le faltaba. De hecho se marchó porque aquel planteamiento de Jesús no le resultó. Y cortó la conexión con la fuente y acabó siendo uno más en la vida del pueblo, lejos de los mismos pensamientos que había traído.
            El texto evangélico de hoy acaba ahí. Pero cuando se reanude el martes, veremos el juicio que le merece a Jesús esta falta de arrestos para haber emprendido el camino junto a Jesús.
            Aterrizando en realidades actuales, el secreto para el conjunto de las gentes no es tener que quedarse sin nada en lo material, sino todo lo que hay que ceder de sí mismo y de renunciar en la vida, para seguir la enseñanza de Jesús. En lenguaje de la 1ª lectura, para no servir a los falsos dioses del YO y de la vida muelle…, para no irse tras los ídolos ajenos al proyecto de Dios. Porque no es Dios el que se retira. Es el hombre el que se separa de Dios.

1 comentario:

  1. Y Jesús sigue respetando nuestra libertad.Cuantas veces dice en el evangelio: si quieres... Recemos para vivir en medio de una sociedad pagana las virtudes cristianas como hijos de Dios.

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