viernes, 16 de agosto de 2019

16 agosto: Elegidos para el Reino


LITURGIA
                        La primera lectura de hoy (Josué 24,1-13) tiene poco que explicar. Es un resumen de la historia de aquel pueblo. Habría que recurrir al SALMO que sirve de coro (135) para darle a esta lectura el valor de oración. Cada paso de esa historia se condensa en el estribillo: Porque es eterna su misericordia. De modo que cada paso de la vida de aquel pueblo se convierte en una alabanza a la misericordia de Dios, y un reconocimiento de que Dios estuvo siempre detrás de los diferentes momentos de la historia de ese pueblo, desde que Dios sacó a Abrahán de su tierra y lo llamó a la tierra de Canaán, y fue marcando los pasos de sus descendientes: Isaac, Jacob… La bajada a Egipto y la liberación al cabo del tiempo por procedimiento providencial frente a las fuerzas del Faraón, y la conducción por el desierto bajo la dirección de Moisés. Todo ello es alabanza a Dios y reconocimiento de su misericordia. Porque todo esto se ha hecho no por las fuerzas humanas y las capacidades del pueblo sino por la acción de Dios, que les ha dado una tierra por la que ellos no han sudado, ciudades que ellos no han construido, viñedos y olivares que ellos no han sembrado. Todo ello porque es eterna su misericordia.

            El evangelio (Mt.19,3-12) es de los que hoy se diría que no es políticamente correcto. Jesús rema contra corriente de un mundo como el actual…, o el mundo de hoy actúa de espaldas al pensamiento de Jesucristo.
            Jesucristo partía de un pueblo religioso, con valores y pensamientos religiosos. Y cuando los fariseos vienen a preguntarle si es licito que el varón repudie a su mujer por cualquier motivo, Jesús quiere llevarlos a los orígenes de la palabra de Dios. Y les hace la contrapregunta de qué mandó Moisés. Ellos, en vez de irse al fondo de la cuestión (que estaba en los mandamientos y en el Código de la Alianza, se fueron a la letra menuda: Moisés permitió dar el acta de repudio. Jesús tuvo que explicitar que al principio no era así, y que Moisés acabó permitiéndolo por la dureza de sus corazones.
            ¿Qué diría Jesús en el momento actual? La doctrina de Jesús es muy clara. Una cosa es el divorcio (que ya se da por la terquedad de un pueblo) y otra cosa ya claramente contra la ley de Dios es que el divorciado se case con otra. [Que es la misma ley para la divorciada que se casa con otro]. Para Jesús la cosa es muy clara: cometen adulterio. El mundo en el que estamos ni se lo plantea. Incluso personas religiosas lo rechazan. No encaja con una mentalidad actual. Y la realidad es que la mente de hoy no es la mente del evangelio, y se atreve a opinar contra el evangelio. “Por vuestra terquedad”, habrá que concluir. Por vuestra falta de valores. Por vuestra soberbia humana. Porque el individuo de hoy se ha erigido en dios.

            Se aducirá la realidad de la vida. Pero ¿Qué realidad es esa? ¿Cómo se hacen las parejas hoy? ¿Cómo proyectan el futuro de su matrimonio? ¿Con qué bagaje de madurez? Se vive muy superficial, se plantea el noviazgo (si así se nos permite decir hoy día) sobre superficialidades de la vida, sobre goces inmediatos, sobre la vida sin dificultades ni obstáculos… Y a la primera de cambio se hunde el tinglado porque no se ha construido sobre roca…, sobre un amor maduro y contrastado, que tendrá que permanecer en los días lluviosos, en las crisis naturales, en los momentos en que ya no hay esa poesía de los falsos enamoramientos.
            Entonces, la realidad es que no hay verdadero matrimonio, compromiso adquirido, firmeza ante la contrariedad. Y el “divorcio” fluye como un juego tan inmaduro como lo fue toda la etapa anterior. Y las parejas se cruzan, y los hogares no existen, y los hijos no vienen (y desgraciados de ellos si vienen).
            Por eso concluye Jesús diciendo que no todos están para casados, y que cada cual tiene su propia situación, y que hay personas que no tienen la capacidad para vivir entregados a otra persona.
Y concretamente, en otro orden de cosas, el célibe por el Reino de los Cielos es alguien a quien se le ha dado. No es un voluntarismo ni una situación improvisada, sino un don de Dios.

1 comentario:

  1. De las primeras charlas que damos en la Parroquia a los novios que se van a casar es la distinción, como usted muy bien dice, entre el amor verdadero y el enamoramiento sentimental.Mad adelante la libertad, madurez , vocación matrimonial,la gracia del sacramento, la ayuda de Jesús y los fieles de la Parroquia...Se necesita más tiempo para dicha preparación.
    Respecto al divorcio sorprende la naturalidad y rapidez conque se lleva a cabo y se acepta por los demás.Sin pensar el daño que se hace a los hijos.Muchos hemos tenido el ejemplo de fidelidad de nuestros padres y abuelos.Sin mucha formación vivían virtudes cristianas.

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