sábado, 10 de agosto de 2019

10 agosto: Sembrar abundantemente


LITURGIA        San Lorenzo
                      Hoy se celebra como fiesta litúrgica a San Lorenzo, mártir de la persecución de Valeriano, en Roma. Y la lecturas corresponden a la fiesta: 2Cor.,9,6-10, que se aplican al Santo: Sembrar tacañamente o sembrar en abundancia. El que siembra generosamente, generosamente cosecha. San Lorenzo da la vida por la fe y su amor a Jesucristo, y con ello su siembra es abundante. También su vida ejemplar y sacrificada por la propagación de esa fe, fue una siembra generosa.
          Dice Pablo que cada uno dé de acuerdo a sus posibilidades. Allí se refería a ayudas materiales, pero es perfectamente transportable a las posibilidades espirituales y humanas de la persona. Que no se quede corto en el don de sí mismo., y que lo que dé de sí, sea de buena gana y no como quien anda forzado.
          La vida cristiana exige. La cruz es elemento constituyente de esa vida. Pero la cruz puede llevarse a regañadientes o con la elegancia de unirse a la cruz de Jesucristo.
          Y afirma Pablo que Dios tiene poder para colmar de toda clase de favores. El que da generosamente, recibe generosamente porque Dios siempre da más.

          Jn.12,24-26 nos completa el cuadro en palabras mismas de Jesús. DAR tiene que hacerse sin reservarse nada, como el grano de trigo que se echa en tierra y que tiene que morir para llevar fruto. Porque si no muere, no llevará fruto. Aquí cabría recordar la parábola del sembrador, y ver que, en efecto, hay granos de trigo que no caen en buena tierra y no dan fruto, sino que vienen los pájaros y se los  comen.
          Por el contrario los que caen en buena tierra y el grano muere, acaba llevando mucho fruto. Y apostilla Jesús: El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se ama menos a sí mismo, ese da mucho fruto, no sólo aquí en la tierra, sino que se guarda para la vida eterna. De ahí que quien quiere servirme, que me siga y donde yo esté, estará también mi servidor. Y a quien me sirva, mi Padre le premiará. Fotografía de San Lorenzo, que sirvió al Señor en vida y en muerte.

          DE LA LECTURA CONTINUADA tenemos a Moisés, según el libro del Deuteronomio (6,4-13), exhortando al pueblo y poniéndole delante el primer mandamiento. De ahí hay que partir para todo lo demás: El Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo, quedará en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado. ¡Merecería la pena adentrarse en esta presentación que hace Moisés!, y que las familias y los colegios inculcasen en los niños este principio de vida, este axioma central en toda vida medianamente ordenada. A partir de ahí, todo lo demás.
          Dios dará todo, y el pueblo que entre en la Tierra Prometida, comerá hasta hartarse. ¡Pero cuidado! No olvides al Señor que te sacó de Egipto, de la esclavitud. Al Señor tu Dios amarás, a él solo servirás.
          Es el núcleo de una teología pura, que establece la base de una vida religiosa. Entendemos por “religioso” el meollo de la relación con Dios.

          En el Evangelio (Mt.17,14-19) nos cuenta el caso del niño epiléptico que no pudieron curar los discípulos de Jesús, y al que Jesús acude y sana.
          Siempre me tropiezo con ese dicho intermedio en que Jesús increpa a la gente sin fe y perversa, a la que difícilmente puede soportar. ¿Quién es esa gente? ¿El pueblo? ¿El padre? ¿Los discípulos? ¿El demonio? Ahí parece que está dirigida la invectiva, porque a continuación de decir aquello, Jesús increpó al demonio y salió. En aquel momento quedó curado el niño.
          Quedaron chafados los discípulos, que no habían podido echar aquel “demonio”, y le preguntaron a Jesús ¿por qué ellos no habían podido echarlo? Según se lea en Mateo o en otros evangelistas, cambia la respuesta. En Mateo dice Jesús que por vuestra falta de fe. En otros evangelistas: porque hay un género de demonio que sólo salen con oración. Y quedan algunos códices que añaden: “y ayuno”. La lección en Mateo es aumentar la fe; que siendo verdadera fe, bastaría como un grano de mostaza para pedirle a aquella higuera que se venga aquí, y vendría. Nada os sería imposible.

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