miércoles, 14 de agosto de 2019

14 agosto: Unidos en su Nombre


A partir del día 15 la salida del blog no depende sólo de mí. Por eso aviso por si no pudiera ponerlo, o porque saldrá un poco más tarde del horario habitual.

LITURGIA
                      Dios le había anunciado a Moisés que no llevaría él al pueblo hasta la tierra prometida a los patriarcas. Es que Moisés tenía 120 años. Pero Dios tuvo con Moisés la delicadeza de mostrarle esa tierra. Deut.34.1-12: Moisés subió hasta el monte Nebo desde donde se divisa toda aquella tierra.
          Moisés murió allí y allí lo sepultaron, aunque nunca se supo después el lugar de su sepultura. Hubo un largo duelo de 30 días por Moisés en los que el pueblo no levantó el campamento.
          Luego Josué tomo el mando. Josué poseía una parte del espíritu de Moisés, al que Moisés le había impuesto las manos, y los israelitas le obedecieron e hicieron lo que el Señor había mandado. No era Josué un nuevo Moisés. No poseía las características de Moisés, ni Dios hablaba con él con la familiaridad y cercanía con que habló con Moisés, ni hizo los prodigios que había hecho Moisés en Egipto para liberar al pueblo. Pero Dios estaba con él y le acompañaba, y Josué obedecía. Tenía a sus espaldas la conquista de la Tierra prometida, que no era poca empresa.

          Tenemos uno de los evangelios más difíciles de vivir: el de la enseñanza de Jesús sobre la corrección fraterna (Mt.18,15-20). La doctrina es muy clara y los pasos que habría que dar están muy definidos. Lo muy difícil es practicarlo, por la enorme sensibilidad de las gentes, que no admiten corrección alguna ni en las cosas en que son más ignorantes. Y tocante a tema religioso o que se roce con religión, mucho más intransigentes. Cosa tan simple como advertir a una persona del silencio con que ha de estar en la iglesia, y se revuelven contra el que se lo advierte, por más delicadeza que emplee en decirlo. ¡Que será en temas de mayor envergadura!
          Es en la misma Confesión y hay que andarse con pies de plomo porque a la menor advertencia que pueda hacer el confesor, ya tenemos al penitente con las defensas preparadas. El amor propio es de un calibre tal que no se admite nada que pueda significar una corrección de las propias formas.
          Y sin embargo Jesús lo enseña: Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Es una advertencia caritativa, un aviso de error en el que puede estar el hermano. Si te hace caso, has salvado a tu hermano.
          Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. El resultado real de una situación que se planteara así es de una tensión muy fuerte. El hermano se cree acosado y lejos de corregirse, se yergue con mucha mayor agresividad. Por supuesto que los testigos deberán armarse de delicadeza y paciencia para no caer en discusión. Es lo último que se pretende.
          San Ignacio, en los Ejercicios, tiene una primera reflexión que el llama “Presupuesto”, y que consiste en aclarar términos para que no haya malos entendidos. Lo primero es buscar la manera de decir y ser entendido, y de entender a la otra persona en sus justos términos, para que se evite andar a la gresca por no haberse puesto de acuerdo en un punto de partida. Lo cual sería una parte necesaria en la corrección fraterna para que las dos partes se sitúen en la misma dirección. No pretende nadie ponerse encima del otro. Pretende sacarlo de su error: de “su pecado”, dice Jesús.
          Cuando ni así hace caso el hermano, entonces díselo a la comunidad, y si ni siquiera hace caso a la comunidad, déjalo como cosa perdida. No merece la pena seguir en el intento.
          Os aseguro que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo, porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. ¡Ponerse  de acuerdo!, formar “comunidad”, unirse en la oración…, y Dios escucha. Y ese pequeño grupo que vive “de acuerdo”, y lo hace así en razón de unión a Jesús, tiene a Jesús en medio. Hermosa afirmación del Señor, y muy comprobado en las comunidades que viven “en el nombre de Jesús”. Hay una sintonía especial que hace posible entenderse y vivir la alegría de “amigos en el Señor”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!