sábado, 20 de abril de 2019

20 abril: Día de luto


SÁBADO SANTO
          [SINÓPSIS: sin referencia; QUIÉN ES ESTE, pgs.159-161]
          El sábado es día de luto. Piamente se puede pensar que todos los discípulos de Jesús, con María, la madre, se han recogido en el Cenáculo, como lugar de silencio y de resguardo. Para la mayoría, mero luto por la muerte del Maestro. Para María un tiempo misterioso de espera, sin saber en qué se va a concretar aquella promesa del Hijo de “a los tres días resucitaré”. Sufriendo como madre toda la soledad de su orfandad, y de los tremendos recuerdos vividos en las horas anteriores. Quiero imaginarla retirada, reviviendo palabras, dichos y hechos de Jesús, y en ese terrible dolor del Hijo que muere en unas condiciones tan inhumanas. María vive en oración todo este día, aunque saliendo alguna vez a unirse a los discípulos de su Hijo, que están abatidos y sin esperanza alguna. Más que ellos consolando a la Madre y acompañándola en su dolor, es ella la que trata de elevar el sentimiento de aquellos hombres, que sienten como que se les han ido de las manos tres años que acompañaron ilusionados al Maestro, y que ahora se encuentran con todo el edificio derrumbado por la muerte.
          Puede ser momento nuestro para acompañar a María, sabedores de que lo que ella sufre no es algo ajeno a nosotros, pues fueron nuestros pecados los verdaderos agentes de la muerte de su hijo. Acompañarla ahora es un deber de hijos agradecidos, a la vez que tomarnos en serio aquello de que “el discípulo la recibió en su casa”. Nosotros le ofrecemos la nuestra, que es un corazón arrepentido y dolido, que quiere consolar a la madre, a la vez que bien sabemos que somos consolados por ella. Y nos entremezclamos entre los Once, con un Pedro hecho un mar de lágrimas porque no puede olvidar sus negaciones y la mirada dolorida del Maestro, con un Tomás que se ha venido debajo de su carácter fuerte, con cada uno de aquellos hombres que saben muy bien su cobardía y temores cuando en los momentos peores del Maestro se han quitado de en medio.
          A cada uno tiene María una palabra de aliento, un consuelo, una mirada de misericordia, queriéndoles hacer comprender que ante el Corazón de su Hijo son lo que realmente han manifestado a través de aquellos años, y que si su Hijo estuviese aquí ahora mismo, pondría su Corazón en cada uno, pasando por encima de las debilidades que han tenido. Y que no pierdan la fe de que algo puede esperar que sobrepase todos los sentimientos del momento presente.
LITURGIA
                      El Sábado Santo es un día de luto en la Iglesia. Cristo yace en el sepulcro y entonces no hay nada que decir ni que hacer sino guardar el luto.
          Cerca de la medianoche comienza la liturgia de la Vigilia Pascual, que es la más rica de todas las liturgias, cargada de contenido. Su esquema se desdobla en 4 partes muy ligadas entre sí.
          Comienza con el rito del LUCERNARIO. Es el paso de la oscuridad que embarga a la Iglesia a la aparición de la luz, todo ello representando la resurrección de Cristo, que es LA LUZ por excelencia. Se prolonga con la procesión del Cirio Pascual, símbolo de Cristo  triunfante mientras se van encendiendo velas de los fieles y luces del templo. Desemboca en una explosión de alegría en el canto de la llamada “Angélica”, o “Exultet”, con todo el templo iluminado. (Es un error dejar la iglesia a oscuras durante este pregón pascual).
          Ahora viene una segunda parte, que viene a sosegar la emoción vivida, y a la vez a explicarla. Con las velas apagadas, se inicia una amplia LITURGIA DE LECTURAS del Antiguo Testamento que viene a ser una síntesis de la Historia de la Salvación en el paso de los siglos, desembocando en una lectura del Nuevo Testamento, con su solemne ALELUIA FINAL, que da paso al Evangelio de LA RESURRECCIÓN.
          La resurrección de Cristo es una realidad vivida por los cristianos como base de su fe. Y entonces, en una 3ª parte, se tiene el RITO BAUTISMAL. Donde hay neófitos para recibir el Sacramento, lo reciben en este momento. Lo general es que los fieles cristianos asistentes, renueven sus promesas bautismales con la plena conciencia de su fe. Concluye con la ORACIÓN DE LOS FIELES.
          Y desemboca en la 4ª parte y momento supremo del triunfo de Jesucristo, que es la celebración de la Eucaristía, donde vivimos de forma real todo el misterio pascual.
          Los fieles serán despedidos con un doble ALELUIA en pleno Domingo de Resurrección.

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