viernes, 8 de marzo de 2019

8 marzo: Actitudes interiores


LITURGIA del Viernes de Ceniza
                      Está dirigida la liturgia a la práctica de la vida cristiana desde el interior de la persona. El pueblo hebreo tenía muchas prácticas religiosas pero se quedaban frecuentemente en lo externo. Y aún ahora, cuando vemos orar a un judío, lo vemos “mover la cabeza como un junco” en un movimiento de vaivén ante un muro. Pero mientras tanto –dice la 1ª lectura (Is.58,1-9- buscáis vuestros intereses y apremiáis a vuestros servidores; ayunáis entre riñas y disputas, dando puñetazos sin piedad. Y entonces les advierte: No ayunéis como ahora. El ayuno que yo quiero es éste: abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu propia carne, En traducción a nuestro pensamiento, equivale a todo lo que sea un modo de respeto al prójimo y de ejercitar la caridad cristiana, no apabullando a nadie con nuestros egoísmos y encerramientos del propio yo.

          Es el mismo argumento subyacente en el evangelio (Mt.9,14-15), en que Jesús explica que sus discípulos no siguen los ayunos rituales porque ahora están con él y están aprendiendo actitudes más profundas e internas. Un día llegará –dice el Señor- en que yo no esté con ellos y entonces tendrán su propia lucha ante la vida.
          Es la lucha que nosotros tenemos; ya no tenemos a Jesús a nuestro lado físicamente como aquellos apóstoles, y nuestro caminar diario es una lucha para estar en la órbita de la enseñanza de Jesús y de la Iglesia.


          Cuando llegó la tarde, vino Jesús con los Doce. (Mc.14,17-18. 25). Hemos dejado a Jesús en Betania con 10 de sus discípulos, sobrellevando de la mejor manera la actitud hosca de Judas, pretendiendo Jesús acercarse a él, pero sin mucho fruto. Pasado el mediodía y empezando las horas de la tarde, Jesús pone en pie a los apóstoles y se despide de la familia de Betania, y emprende su último camino a Jerusalén, sabedor de que va abocado a la muerte.
          Antes de las 6 de la tarde ya estaba Jesús y los suyos en Jerusalén, y caminaban con él sin saber ellos adónde se dirigían, y un Judas que siempre se ponía detrás y que iba como a remolque del grupo.
          Llegaron a la casa que bien conocía Jesús. Saludó al dueño, que lo más natural sería que lo conocían también los discípulos, y los condujo a la sala alta. Cuando llegó la hora (Lc.22,14-18) se puso él a la mesa con sus discípulos. Y ahora es cuando Jesús deja salir sus sentimientos más profundos, en un vaciarse en confianza con los suyos. Y les dice: He deseado ardientemente comer esta Pascua con vosotros antes de padecer. Porque os digo que ya no la comeré hasta que se cumpla en el reino de Dios. Debía estar con el corazón como una fragua, en el doble pensamiento del comer aquella Pascua con ellos, y que era precisamente “antes de padecer”. Porque ya sabía él que eran sus últimas horas.
          Y de las 4 copas que el ritual señalaba para aquella noche, tomó una y la pasó a sus discípulos: Tomadla y repartidla entre vosotros. Porque en verdad os digo que ya no volveré a beber el fruto de la vid hasta que llegue el reino de Dios. Remachaba la idea. Tenían ellos que convencerse que él sabía adónde se dirigía. No le traicionaba Judas sin que él lo supiera. Iba abierto al padecer.
          Bien podríamos pensar que los apóstoles estuviesen entrecortados sin atreverse ni a hablar, cuando ya se veía sobre la marcha que la cosa iba en serio y a la inmediata.
          Sin embargo San Lucas nos pone en un escenario completamente distinto (22,24-30) nos presenta a los apóstoles discutiendo entre ellos cuál era el mayor. No se lo explica uno, pero así nos los comunica el evangelista. Jesús tuvo que intervenir, rompiendo lo sagrado del momento para enseñarles que están haciendo como los poderosos de la tierra y como los gentiles. Y les advierte: No así entre vosotros, sino que el mayor sea como el menor, y el que manda como el que sirve.
[SINOPSIS267/268]  [QUIÉN ES ESTE pg.80-81]
          ¿No será que se repite la escena –de otras formas peculiares- cuando a propósito de la Semana Santa y la Pasión de Jesucristo, se producen hoy día tensiones de “primero yo”, o de desviarse del tema principal por motivos absolutamente ajenos al misterio que se está representando ante nuestros ojos? ¡Cuánto tendremos que aprender en nuestros días de los mismos textos evangélicos!

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