lunes, 25 de marzo de 2019

25 marzo: La Encarnación


LITURGIA
                      El acontecimiento más admirable de la Historia de la Salvación es la encarnación del Hijo de Dios. Algo humanamente impensable: que Dios, para salvar al hombre que ha caído en el pecado, tome la decisión de que el Hijo de Dios, Dios igual al Padre, se haga un hombre del grupo de los hombres pecadores, semejante en todo a los hombres menos en el pecado.
          Cuando oigo esos programas  de la naturaleza en que me advierten del peligro de extinción de alguna especie animal o vegetal, lo siento pero me quedo donde estoy y si soy sincero, ni me altero. La cosa no va conmigo. No se me ocurre qué pasaría si yo pudiera hacerme uno de esas especies para salvarlas.
          Cuando el hombre peca y se pierde en su pecado y se destruye a sí mismo, Dios lo ve y no se queda igual. Inventa lo inaudito: rebajarse hasta la realidad de esa especie humana para levantar de la basura al pobre, rescatarlo, redimirlo, haciéndose uno de tantos hombres y padeciendo por ellos para llevarlos a salvación. Eso es el misterio de la encarnación.
          Que en Isaías aparece ya como algo que se sale de todo poder e imaginación humana. (7,10-14) Cuando Dios propone a Acaz que pida un signo para cerciorarse de lo que va a hacer Dios, le propone pedir algo que está más allá de los poderes de la tierra. Es un signo en el cielo o en el abismo que queda fuera del poder humano. Y aunque Acaz no quiere pedirlo, el Señor se lo da: una mujer que va a concebir y dar a luz un hijo que es DIOS-con nosotros: Enmanuel.
          Eso se verifica en el momento designado por Dios, y se hace anunciando a una muchacha de Nazaret el misterio que Dios quiere realizar en ella. Lc 1,26-38. Y se va a hacer efectivo por la acción de Dios, que por su Espíritu Santo, se va a hacer presente a María y la va a fecundar misteriosamente, de forma que lo que de ella va a nacer es DIOS a la par que hombre nacido de mujer.
          Era imposible que la sangre de animales pudiera ser redentora (Heb.10,4-10).  Por eso Cristo entró en el mundo y se ofreció totalmente al Padre: Aquí me tienes; me has dado un cuerpo. Aquí estoy para hacer tu voluntad, que es la forma de contrarrestar la rebeldía del hombre que –pecando- se alzó contra Dios.
DEBAJO DE ESTA REFLEXIÓN, ESTÁ LA DE LA LECTURA CONTINUA

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!