sábado, 23 de marzo de 2019

23 marzo: Arrepentimiento y perdón


LITURGIA
                      Hoy es día que resalta el perdón y la misericordia. La 1ª lectura (Miq.7,14-15.18-20) es como una oración y el reconocimiento del Dios perdonador, que se compadece y que volverá a compadecerse y extinguirá nuestra culpas, arrojará al fondo del mar todos nuestros pecados.
          En el evangelio (Lc.15,1-3.11-32) con esa pieza magistral que expone Jesús para expresar la misericordia de Dios, que es la parábola del PADRE BUENO, con su corazón tan por encima del pecado del hijo, que le dilapida la hacienda y vive malamente, y que ha dejado destrozado el corazón del padre.
          Pero ese padre de la parábola, que está reproduciendo el Corazón de Dios, está abierto al perdón desde el primer momento, y no sólo al perdón sino a la inmensa misericordia por la que, al ver desarrapado y hundido al hijo que vuelve, le pone en su mano el anillo, las sandalias en los pies, y el banquete de fiesta porque ha regresado. Que es el argumento que esgrime ante el hijo mayor, reticente: es tu hermano que había muerto y ha revivido, estaba perdido y lo hemos encontrado. Deberías alegrarte. Ese es el sentimiento de Dios ante el pecador que se arrepiente. Y es el mensaje que quiere dejar este día de la Cuaresma.

          [SINOPSIS 303-304;  QUIÉN ESTE, 112]
          Y habiendo atado a Jesús, lo llevaron y entregaron a Pilato (Mc.15,1). La comisión que anunciaría a Pilato la llegada del reo ha salido del palacio de Caifás a toda prisa. Después han atado a Jesús y con la plana mayor de los sacerdotes y el propio Caifás a la cabeza, lo conducen hasta el Pretorio. Han pedido a Pilato que él salga fuera para ellos no contaminarse y poder comer la Pascua (J.18,28). Llevaban la idea de que ellos presentaban la causa y sus acusaciones y Pilato iba a acceder sin más explicaciones.
          Se equivocaban. La verdad es que las relaciones de ellos con el Presidente no eran buenas, por un conjunto de detalles que se habían producido anteriormente por diversas causas. Y Pilato no estaba por hacerles el favor. Y preguntó la causa por la que pedían la condena: ¿Qué acusación traéis contra este hombre? Y ellos se incomodaron. Pretendían que su petición de sentencia capital fuera respaldada sin más por el romano, y Pilato no estaba por la labor. Se insolentaron: Si no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos traído. Es de observar que ahora no esgrimen la causa de blasfemia por la que ellos le declararon “reo de muerte”. No les interesaba. Pilato, pagano y acostumbrado a muchos dioses, no iba a entender la acusación de blasfemia por haberse declarado Hijo de Dios.
          Por eso ahora cambian su acusación. Lo que puede impactarle a Pilato es un problema de orden civil. Por eso ante Pilato lo acusan de “malhechor”. Eso era un problema de orden público y eso sí le podía interesar al gobernador.
          Pero Pilato ya conocía las artimañas de los senadores y les picó en su amor propio, señalándoles irónicamente como capaces de condenar sin pruebas: Pues tomadle vosotros y juzgadle según vuestra ley. Se declaran en sus intenciones profundas, porque no es que buscan un juicio en condiciones sino que quieren la muerte del reo. Y responden: Nosotros no tenemos poder para matar a alguien. Y tuvieron que bajar la cabeza y dar explicaciones: Hemos averiguado que éste perturba a la nación, prohíbe pagar los impuestos al César y se hace pasar por Rey Mesías. (Lc.23,2)
          Esto sí le importaba a Pilato. Ya era una acusación concreta y de tipo civil. Entonces se adentra en el Pretorio y manda traer a Jesús. No le encajaba fácilmente la acusación de “mesías-rey” en un hombre que viene indefenso. Y le pregunta directamente y con cierto escepticismo (Jn,18-33-38): ¿Eres tú el rey de los judíos? Y Pilato se lleva la gran sorpresa, y a la vez la gran incógnita en la respuesta de Jesús: tú dices que yo soy rey. Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis soldados lucharían para no ser entregado a los judíos.
          Aquello descolocaba a Pilato doblemente. Por una parte, el preso se declaraba rey, aunque no lo parecía. De otra, no era rey de este mundo. Entonces ¿qué era? Y Pilato quiso cerciorarse de que lo que había oído era realmente eso: ¿Luego tú eres rey? Y responde Jesús: Yo para esto nací y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad.
          Y aquí Pilato se perdió: ¿Qué es la verdad? ¿Cuál era la verdad de todo esto? ¿Quién llevaba razón? ¿Qué sacaba él en claro? Y optó por dejar la pregunta en el aire.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!