domingo, 17 de marzo de 2019

17 marzo: Síntesis cuaresmal


LITURGIA
                      El 2º domingo de Cuaresma está siempre definido por el evangelio de la transfiguración, este año en la versión de San Lucas (9, 28-36). La transfiguración del Señor viene a ser como una síntesis de todo el misterio pascual. Moisés y Elías, que han aparecido allí en la cima de la montaña, hablan con Jesús luminoso y radiante de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. He ahí el contraste. Por una parte, la muerte que espera, que es una muerte fracasada a manos de los enemigos. Y sin embargo, Jesús está transfigurado, con sus vestidos blancos como la nieve y su  rostro resplandeciente.
          La vida de Jesús, como la de cualquiera de nosotros es una vida que se desenvuelve en medio de las penurias y sufrimientos, que constituyen ese morir de cada día, ese ir cediendo algo de uno mismo. A eso apunta el sentido de la Cuaresma. Y a eso hemos de apuntar nosotros de forma especial en estos días, en que algo puede y debe mejorar de nuestro vivir diario. De ahí el sentido de la privación que está simbolizado en la vigilia de los viernes, que nos hace recordar que la vida exige privación, control y dominio, y así el símbolo adquiere sentido. Es recordatorio, es abrir el sentido del compartir, porque si yo me privo de algo no es por fastidiarme sino para recordarme que hay otros que están necesitados.
          Pero a la vez que se toma conciencia de la privación (la muerte que iba a suceder en Jerusalén), Jesús está luminoso y está constatando que el sacrificio no es el final. Hay detrás un triunfo que será definitivo y en el que ya no podrá haber nunca más un sufrimiento.
          La Cuaresma apunta al Viernes Santo pero el Viernes Santo no es el final, sino el paso hacia una mañana luminosa de Resurrección. Y por tanto todo lo que en la Cuaresma puede cada uno superarse para mejorar y corregir, va a tener un desemboque feliz. En este momento vivimos el túnel, la obscuridad del sacrificio. Pero el túnel tiene salida y hay una luz que compensa por todo lo que se ha luchado. Es la pedagogía de este 2º domingo.

          La 2ª lectura lo sintetiza también en un párrafo (Filip.3,17-4,1): Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador, el Señor Jesucristo. Él transformará nuestra condición humilde, según el modelo de su condición gloriosa, con esa energía que posee para sometérselo todo. Nuestra condición humilde es nuestra realidad terrena, nuestras debilidades, nuestras carencias y fallos. Todo eso es transformado por Jesús, que nos llama a imitarlo y que acabará transformándonos a nosotros para ser ciudadanos del cielo.

          Lo que se nos pide es la actitud de Abrahán (Gn.15,5-12.17-18) que es una actitud obediente a la palabra de Dios, y que se deja guiar por el Señor. Con un ritual muy imaginativo y que era una forma de “documento notarial” en un pueblo primitivo, Dios le pide a Abrahán que lleve unos animales y que los trocee en dos mitades iguales y ponga una frente a otra. Abrahán entra en un sueño profundo, y en la oscuridad, un torbellino –que expresa la presencia de Dios- se pasea entre aquellos trozos de animales como fórmula de firma de una alianza con Abrahán y con el pueblo al que representa, con sus descendientes a los que bendice el Señor.
          Los que somos descendientes de la fe de Abrahán, somos también partícipes de esa alianza. Lo que varía es que ya no se realiza tal alianza al modo de un pueblo primitivo con trozos de animales, sino con los sacrificios personales por los que nos ponemos más a disposición de Dios para hacer su voluntad. A ello vamos en este período litúrgico, para acabar recibiendo la bendición de Dios.

          Y en definitiva es Cristo mismo quien realiza la Alianza nueva y eterna, que se revive en cada Misa en que con la consagración del pan y del vino, anunciamos la muerte del Señor y proclamamos su resurrección hasta que él venga.


          Pidamos sentir el valor de nuestros pequeños sacrificios, y a valorar este tiempo de Cuaresma.

-         Para que oigamos la voz de Dios que nos presenta al Hijo amado para que le escuchemos. Roguemos al Señor.

-         Para que no despreciemos las pequeñas privaciones que nos pide la Iglesia.  Roguemos al Señor

-         Para que demos a nuestros sacrificios un valor de solidaridad con los más necesitados. Roguemos al Señor,

-         Para que vivamos siempre la esperanza del triunfo definitivo que nos espera. Roguemos al Señor.


          Pon en nosotros un espíritu cuaresmal por el que crezcamos en nuestra actitud de respuesta a la voluntad de Dios.
          Que vive y reina por los siglos de los siglos.

1 comentario:

  1. Quiero hacer notar en esta mañana acerca de la frase de Pablo: "Nosotros somos ciudadanos del cielo", ya que he oído en alguna ocasión, y creo que hay alguna secta que propaga errores derivados, que esa ciudadanía del cielo no es contraria a la "ciudadanía" de la Patria a donde pertenecemos en la tierra. Es decir: Dios nos ha hecho nacer a cada uno en un lugar y a ese lugar pertenecemos mientras vivamos en este mundo. Puede parecer simple, pero hay quien se confunde con esto.

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