domingo, 27 de enero de 2019

27 enero: Hoy se cumple esta palabra


LITURGIA
                      El marco en el que se desenvuelve la liturgia de este domingo es el del respeto y profunda devoción por la Palabra de Dios. La primera lectura (Nehemías 8,2-6.8-10) nos narra la emoción del sacerdote Esdras y del gobernador Nehemías ante el libro de la Ley que se han encontrado. Esdras convoca a todos los que pueden entender, y ante ellos, los levitas van leyendo pausadamente aquel libro sagrado, entre la emoción del pueblo, que cae de rodillas porque siente allí, en aquel libro, la presencia de Dios.
          Por su parte el gobernador invita a celebrar con fiesta de buen vino y buenas tajadas aquel encuentro con el libro de la Ley. Por ello, no lloréis ni hagáis duelo; éste es un día consagrado al Señor.

          El evangelio de Lucas comienza con la declaración del autor de su intento de ofrecer a los cristianos una narración de la vida de Jesús, trabajo ya iniciado por otros, y que él lo va a emprender también después de mucho investigar y consultar con los testigos de primera mano. (1,1-4). Luego salta la lectura que hemos tenido al capítulo 4 (14-21) para mostrarnos la visita que hace Jesús a su pueblo, Nazaret, donde se había criado, y al que quiere llevarles el tesoro de la Palabra de Dios.
          Le ofrecen a él, cuya fama ya se había extendido por la comarca, que sea el que lea la Palabra de Dios y la explique. Y le dan el pergamino del profeta Isaías en que se dice: El Espíritu del Señor sobre mí. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista. Para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor. Jesús enrolló el pergamino, lo entregó al responsable y se sentó.
          Nos dice el texto que la gente estaba muy atenta y con los ojos fijos en él. Entre otras cosas había llamado la atención que había omitido un verso del texto del profeta, cosa no normal en uno que lea la Palabra de Dios. Sólo había leído las palabras de gracia, de perdón, de bendición… Y entonces dijo: Hoy se cumple esta palabra que acabáis de oír. Era presentarse a sí mismo como ese enviado de Dios sobre quien ha venido el Espíritu. Era algo admirable para aquellas gentes que habían convivido con Jesús casi 30 años, como uno más del pueblo, y que ahora se presentaba apropiándose una profecía mesiánica. HOY SE CUMPLE EN MÍ. Ahí se queda el texto que nos brinda hoy la liturgia.
          Es el papel propio de una verdadera homilía: leer la Palabra y hacerla presente ante los fieles. Y mostrar que la palabra no es sólo una enseñanza teórica sino que se realiza en Cristo y hay que vivirla como metidos dentro de Cristo. Es lo que intentamos cada domingo cuando la lectura que se ha hecho de la Palabra, se hace presencia en la Eucaristía, de la que participamos, y se hace hincapié en que no es una mera devoción de comulgar sino un incorporarse a Cristo que es el que enseña y se hace real para nosotros, que nos exhorta y nos acucia para que aquella Palabra tenga vida en nuestra vida personal. Lo que diríamos que es “aplicar la Palabra” a la realidad.

          La 2ª lectura es la doctrina de Pablo del CUERPO MÍSTICO. Pablo concibe la vida de la Iglesia semejante a la de un cuerpo humano: todos los miembros están relacionados y no cabe que un miembro pueda decirle a otro que no lo necesita porque todos los miembros dependen de todos, y el bienestar de uno es bienestar del conjunto, y el sufrimiento de uno es sufrimiento del conjunto.
          En ese cuerpo; Jesucristo es la cabeza, que es la que rige todo el cuerpo. Nosotros somos los miembros. Y lo que no podemos es prescindir unos de otros, ni menospreciar, porque todos somos parte de una misma realidad.
          La teoría es clara. Lo que nos queda es ver la manera de vivirlo y que la palabra y la vida se nos hagan una sola cosa.



          A Dios, que nos comunica su Palabra, rogamos.

-         Que la Palabra de Dios que se lee en la Misa nos suscite la devoción que tuvo aquel pueblo hebreo. Roguemos al Señor.

-         Que reconozcamos en la Palabra una presencia de Dios que nos habla al interior. Roguemos al Señor.

-         Que vivamos la Iglesia y nuestras relaciones como miembros de un mismo y único cuerpo. Roguemos al Señor

-         Que la Eucaristía nos haga sentir que hoy se cumple esa Palabra ante nosotros. Roguemos al Señor.

          Danos la firme decisión de que no pase un sólo día sin que hayamos dedicado un rato a la Palabra de Dios.
          Lo pedimos por medio de Jesucristo N.S.

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