LITURGIA
El marco en el que se desenvuelve la liturgia de este domingo es
el del respeto y profunda devoción por la Palabra de Dios. La primera lectura
(Nehemías 8,2-6.8-10) nos narra la emoción del sacerdote Esdras y del
gobernador Nehemías ante el libro de la Ley que se han encontrado. Esdras
convoca a todos los que pueden entender, y ante ellos, los levitas van leyendo
pausadamente aquel libro sagrado, entre la emoción del pueblo, que cae de
rodillas porque siente allí, en aquel libro, la presencia de Dios.
Por su parte el gobernador invita a celebrar con fiesta de
buen vino y buenas tajadas aquel encuentro con el libro de la Ley. Por ello, no lloréis ni hagáis duelo; éste es un
día consagrado al Señor.
El evangelio de Lucas comienza con la declaración del autor
de su intento de ofrecer a los cristianos una narración de la vida de Jesús,
trabajo ya iniciado por otros, y que él lo va a emprender también después de
mucho investigar y consultar con los testigos de primera mano. (1,1-4). Luego
salta la lectura que hemos tenido al capítulo 4 (14-21) para mostrarnos la
visita que hace Jesús a su pueblo, Nazaret, donde se había criado, y al que
quiere llevarles el tesoro de la Palabra de Dios.
Le ofrecen a él, cuya fama ya se había extendido por la
comarca, que sea el que lea la Palabra de Dios y la explique. Y le dan el
pergamino del profeta Isaías en que se dice: El Espíritu del Señor sobre mí. Me ha enviado para dar la Buena Noticia
a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista.
Para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor.
Jesús enrolló el pergamino, lo entregó al responsable y se sentó.
Nos dice el texto que la gente estaba muy atenta y con los
ojos fijos en él. Entre otras cosas había llamado la atención que había omitido
un verso del texto del profeta, cosa no normal en uno que lea la Palabra de
Dios. Sólo había leído las palabras de gracia, de perdón, de bendición… Y
entonces dijo: Hoy se cumple esta palabra
que acabáis de oír. Era presentarse a sí mismo como ese enviado de Dios
sobre quien ha venido el Espíritu. Era algo admirable para aquellas gentes que
habían convivido con Jesús casi 30 años, como uno más del pueblo, y que ahora
se presentaba apropiándose una profecía mesiánica. HOY SE CUMPLE EN MÍ. Ahí se
queda el texto que nos brinda hoy la liturgia.
Es el papel propio de una verdadera homilía: leer la
Palabra y hacerla presente ante los fieles. Y mostrar que la palabra no es sólo
una enseñanza teórica sino que se realiza en Cristo y hay que vivirla como
metidos dentro de Cristo. Es lo que intentamos cada domingo cuando la lectura
que se ha hecho de la Palabra, se hace presencia en la Eucaristía, de la que
participamos, y se hace hincapié en que no es una mera devoción de comulgar
sino un incorporarse a Cristo que es el que enseña y se hace real para
nosotros, que nos exhorta y nos acucia para que aquella Palabra tenga vida en
nuestra vida personal. Lo que diríamos que es “aplicar la Palabra” a la
realidad.
La 2ª lectura es la doctrina de Pablo del CUERPO MÍSTICO.
Pablo concibe la vida de la Iglesia semejante a la de un cuerpo humano: todos
los miembros están relacionados y no cabe que un miembro pueda decirle a otro
que no lo necesita porque todos los miembros dependen de todos, y el bienestar
de uno es bienestar del conjunto, y el sufrimiento de uno es sufrimiento del
conjunto.
En ese cuerpo; Jesucristo es la cabeza, que es la que rige
todo el cuerpo. Nosotros somos los miembros. Y lo que no podemos es prescindir
unos de otros, ni menospreciar, porque todos somos parte de una misma realidad.
La teoría es clara. Lo que nos queda es ver la manera de
vivirlo y que la palabra y la vida se nos hagan una sola cosa.
A Dios, que nos comunica su Palabra, rogamos.
-
Que la Palabra de Dios que se lee en la Misa nos suscite la devoción
que tuvo aquel pueblo hebreo. Roguemos
al Señor.
-
Que reconozcamos en la Palabra una presencia de Dios que nos habla al
interior. Roguemos al Señor.
-
Que vivamos la Iglesia y nuestras relaciones como miembros de un mismo
y único cuerpo. Roguemos al Señor
-
Que la Eucaristía nos haga sentir que hoy se cumple esa Palabra ante nosotros. Roguemos al Señor.
Danos la firme decisión de que no pase un sólo día sin que
hayamos dedicado un rato a la Palabra de Dios.
Lo pedimos por medio de Jesucristo N.S.
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