viernes, 18 de enero de 2019

18 enero: Los amigos


Hoy ESCUELA DE ORACIÓN.- Málaga
LITURGIA
                      Si nos quedamos en el resumen de lo que dice esta lectura de hoy (Heb.4,1.5.11) entendemos mejor la disquisición de ese párrafo. Aquel pueblo no aprovechó el HOY que se le ofrecía. Nosotros tenemos que escuchar HOY  la voz del Señor. Que no es ni nuestra voz, ni nuestra opinión. Sino la Palabra de Dios: Empeñémonos por tanto en entrar en aquel descanso para que nadie caiga en la desobediencia.

          El SALMO (77) rubrica el argumento principal: No olvidéis las acciones de Dios. Los antepasados fueron generación rebelde y pertinaz, de espíritu infiel a Dios. Nosotros hemos de vivir llevando a la práctica lo que oímos y aprendimos.

          El evangelio (Mc.2,1-12) explaya el que hace poco hemos tenido por parte de otro evangelista. Marcos explicita más. Estamos en Cafarnaúm y lo han conocido las gentes, que –en consecuencia- se vienen adonde está Jesús y se agolpan en tal número que ya cierran el paso para poder llegar a situarse delante de Jesús.
          Pero un paralítico profundo es traído a la presencia de Jesús. Más bien: los cuatro que lo traen pretenden ponerlo ante Jesús, pero no hay modo de llegar, por el gentío que cierra el paso.
          Entonces sólo queda una posibilidad: llegar por la parte de atrás de la casa, pedir ser recibidos y buscarse una estratagema para que el enfermo acabe ante el Señor. Debía Jesús estar hablando desde un porche o entrada cubierta por una azotea.
          Allí se encaminan los cuatro con la camilla del paralítico, y en un alarde de buena voluntad y actitud de servicio, se lo suben a la azotea, quitan unas lascas o grandes tejas y desde allí hacen descender al enfermo de manera que viene a caer delante mismo de Jesús.
          Jesús deja su enseñanza a las gentes y se centra en aquel hombre, que es ahora lo urgente. Y abarcando mucho más de lo que decían en sí las palabras, le dice al paralítico: Hombre: tus pecados son perdonados. Esa palabra incluía la sanación del cuerpo y del alma, por aquello de que “por el pecado llega la enfermedad” e incluso la muerte. Perdonados los pecados, se está diciendo implícitamente que Jesús tiene voluntad de curar al paciente.
          Pero aquella palabra de Jesús es tomada a mal por los fariseos, siempre al acecho de lo que pudiera recriminar a Jesús. Y piensan que blasfema porque perdonar pecados es sólo de Dios.
          Jesús les lanza un desafío: Vamos a ver: ¿qué es más creíble: decirle al paralítico: ‘perdonados son tus pecados’ o decirle: ‘levántate, coge tu camilla y echa andar’? Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder para perdonar pecados…, se dirige al paralítico y le dice: Contigo hablo: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
          Y el enfermo lo hizo tan como le decía Jesús, y se levantó de la camilla, con mucho recelo, después de tanto tiempo sin poder caminar, asentó los pies sobre el suelo, se consolidó…, y a la vista de todos, tomó su camilla y se le echó a cuestas, y se puso a caminar. Se quedaron atónitos los que lo veían, y daban gloria a Dios. No se dice nada de los fariseos, que se quedaron boquiabiertos y sin argumentos.
          Yo me detendría hoy en aquellos cuatro que llevaron al paralítico hasta Jesús, y que se tomaron su trabajo hasta ponerlo en su presencia. Aquellos 4 eran más que unos asalariados. No se limitaron a hacer lo “normal”. Hicieron más. Aquellos cuatro se manifestaron como verdaderos amigos y no se conformaron con “cumplir”.
          Esto nos invita a pensar en nuestra actitud de amistad: activa y pasiva, es decir, en nuestra actitud de servicio y hasta dónde estamos dispuestos. Y nuestra confianza en los amigos –en qué amigos- para pedirles ayuda en un caso difícil. O dicho de otra manera: a qué amigos iríamos a pedir un favor, confiándonos plenamente en ellos.
          Y hay una pregunta de más enjundia todavía: ¿a qué amigo pediríamos que nos llevase hasta Jesús, o que nos hablase de Jesús y nos entusiasmase con Jesús?

1 comentario:

  1. Servicio...Servicio...Servicio...hacer el bien a los demás...dar de uno mismo para tratar de sembrar cosas buenas en medio de nuestro mundo, sabiendo que el que nos mueve es el Espíritu Santo de Dios que por medio de su Hijo Jesucristo nos ha hecho participes y colaboradores de su obra redentora.

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