martes, 22 de enero de 2019

22 enero: Espigas en sábado


LITURGIA
                      La secuencia que está desarrollando Marcos es muy significativa del ambiente contrario en el que tuvo que desenvolverse Jesús en este traer vino nuevo que no se podía echar en odres viejos. Se ha topado primero con la crítica de los fariseos por comer con publicanos y pecadores. Jesús sale de aquello afirmando que él viene a los que se saben pecadores; no a los que se creen justos, santones, por el hecho de muchos cumplimientos externos y llenos de prejuicios. Luego se ha encontrado con la duda, menos agresiva, de quienes no entienden que los discípulos de Juan y los de los fariseos cumplan con los ayunos rituales, muy de estilo de religión de prácticas externas, mientras que los discípulos de Jesús no ayunan con esos ayunos legalistas. Jesús responde que sus discípulos están de fiesta porque están con él. Tiempo tendrán de vivir el sufrimiento y el sacrificio cuando a él le quiten la vida.
          Y hoy la secuencia se completa con esa persecución solapada de los fariseos, que parecen surgir de debajo de las piedras, y que vienen a preguntarle a Jesús (Mc.2,23-28) por un hecho nimio y sin trascendencia objetiva: los discípulos han pasado por entre unos sembrados de trigo y han jugueteado con algunas espigas que han cortado y han desmenuzado entre sus manos… ¡Y era sábado! Ahí estaba la causa del escándalo: Por qué tus discípulos hacen en sábado lo que no está permitido?
          La cultura actual está muy lejos de los detalles agrícolas, y posiblemente habrá quienes no han pasado nunca por un sembrado de trigo con las espigas granadas. A los que hemos tenido la suerte de vivir esos hechos, nos resulta familiar ese gesto de cortar una espiga, triturarla en la palma de la mano y echarse los granos de trigo a la boca. Ni por hambre ni por necesidad. Y desde luego a nadie se le ocurriría pensar que esa acción era un trabajo. Era un juego, una fruición del mundo rural para quienes no están dedicados a esas labores pero participan de ellas momentáneamente.
          Ni más ni menos fue eso lo que hicieron los discípulos de Jesús, a pesar de que en algunos textos paralelos se habla de que tenían hambre. Es todo mucho más simple e inocente.
          Jesús les respondió sacando a colación un hecho del venerado David, quien en una de sus correrías con un puñado de valientes, se había acercado al sacerdote Abiatar a buscar comida para él y sus hombres. Y no había otro pan en aquella casa más que el que había sido presentado al Señor (del que sólo pueden comer los sacerdotes). Se trata de un hecho de mucha mayor envergadura, porque eran panes en alguna manera “consagrados” para Dios. Sin embargo David no tuvo empacho en tomar aquellos panes y comer él y sus acompañantes. Es decir: que las leyes no se han hecho para ahogar a los hombres, y que dado el momento oportuno, las leyes pueden saltarse en aras de un beneficio mayor.
          Concluye entonces Jesús con un principio básico para el comportamiento: que el sábado se hizo para beneficio del hombre y no el hombre esclavizado por el sábado; la ley está para favorecer y no para dificultar.
          Para concluir con una afirmación que debió sonarles a blasfemia, pero que para Jesús era una afirmación de su labor en el mundo: El Hijo del hombre es señor también del sábado. Por consiguiente estaba por encima de una ley, tanto más cuanto que ellos la habían llevado a un terreno ridículo y exagerado. Lo que en la mente de Moisés, que traduce el proyecto de Dios, el descanso sabático tenía una doble finalidad: de una parte lo que hoy llamaríamos “higiene del trabajo”: parar las labores de la semana para descansar y reponer fuerzas. De otra parte, ya que se tiene toda la semana para la utilidad de la persona, tener un día en blanco para poder dedicar un tiempo a Dios en el culto a Dios. Por eso ”el sábado está hecho para el hombre” en esas dos dimensiones, y no al hombre supeditado al sábado para atosigarlo más con preceptos vacíos de mera prohibición.

          No he tocado la 1ª lectura (Heb.6,10-20) porque es una disquisición de tipo rabínico muy oriental, que queda tan poco clara “en directo” como en lo que se puede intentar dar en explicaciones. Me ahorro y os ahorro el trabajo. Baste su lectura y lo que cada uno pueda encontrar de luz en alguna de sus afirmaciones.

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