martes, 15 de enero de 2019

15 enero: Actuaba con autoridad


LITURGIA
                        Ayer afirmaba el autor de esta carta que Jesús fue encumbrado por encima de los ángeles, y que a ninguno de ellos se le había dicho: “Hijo mío eres tú”. En cambio a Jesús sí. Hoy (Heb.2,5-12) juega con la idea del HOMBRE Jesús, al que hiciste poco inferior a los ángeles, pero sin embargo lo coronaste de gloria y dignidad, todo lo sometiste bajo sus pies. Como hombre era inferior, pero en su realidad de Hombre Dios tenía todo sometido: En efecto, al someterle todo, nada dejó fuera de su dominio. Vuelve de nuevo a la realidad humana: Pero ahora no vemos todavía que le esté sometido todo, pues, por la gracia de Dios, gustó la muerte por todos.
            Convenía que aquel, para quien y por quien existe todo, y que está por encima de los ángeles, llevara muchos hijos a la gloria mediante el sufrimiento. Él es el santificador y nosotros los santificados. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos, cuando dice: «Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré».
          Hay que tener en cuenta que ésta es una carta muy teológica.

          En evangelio es de Mc.1,21-28, y es uno de los primeros pasos de Jesús en su vida pública. Marcha a Cafarnaúm y el sábado, como correspondía a un buen israelita, asiste a la sinagoga, donde le ceden el puesto para enseñar. Y la gente se admiraba de su enseñanza. Hay que tener en cuenta que los doctores se limitaban a leer la Palabra y decir alguna leve aplicación de la misma, frecuentemente reducida al cumplimiento de sus normas.
          Jesús iba mucho más allá y era mucho más atractivo en su explicación. La gente se encontraba con que aquello le llenaba. Y se asombraban de su enseñanza, porque enseñaba con autoridad y no como los letrados que se reducían a copiar lo que habían leído.
          Esa misma novedad levanta la protesta de un hombre poseído por espíritu inmundo, que se enfrenta a Jesús a voces: ¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Y con el estilo diabólico que posee nombrando a la persona, a la que entonces esclaviza, dice: Sé quién eres: el Santo de Dios.
          Eso no lo tolera Jesús, porque el demonio no puede poseerlo a él, y lo increpa imponiéndole silencio y expulsándolo del poseso: Cállate y sal de él. El espíritu retorció al hombre y dando un grito estentóreo, salió.
          Si ya la gente se había admirado de su autoridad en presentar la Palabra de Dios, ahora se queda estupefacta cuando tiene tal poder que expulsa a los espíritus inmundos: les manda y le obedecen. Ni que decir tiene que la fama de Jesús se extendió por la comarca como un reguero. No era para menos. Y como Nazaret no dista mucho de Cafarnaúm, debió llegar también aquella fama a Nazaret, aunque lo cierto –como dirá en su momento el propio Jesús- “ningún profeta es bien recibido en su pueblo”.

          Hoy echamos de menos a Jesús actuando en nuestro mundo y expulsando malos espíritus. Ha pasado ya aquel tiempo. Y sin embargo los espíritus inmundos están pululando en nuestras gentes. El Papa, al recomendarnos la oración al Arcángel San Miguel, nos ha propuesto la oración que ya había compuesto otro Papa, en el que se dice: sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio; que Dios humille su soberbia… Tú, príncipe de la milicia celeste, arroja al infierno a Satanás y demás espíritus malignos, que vagan por el mundo para perdición de las almas. Por tanto no estamos ante una leyenda de brujas. Estamos bajo la influencia de Satanás y malos espíritus que están actuando. Y no hace falta mucha imaginación para verlo, si miramos la situación del mundo actual, que ha subvertido todos los valores, y va desterrando diabólicamente a Dios de la vida del mundo.
          Los creyentes en Cristo tenemos que pensar que Cristo no ha sido vencido. Que Cristo no se apartado de nosotros y que Cristo sigue siendo Rey del Universo: es decir, el Reino que él trajo no se ha desmoronado. Por eso hemos de insistir mucho en nuestra oración de súplica para que siga ayudándonos a ser exorcistas del mal en los momentos actuales. Él no está físicamente en medio de nuestras plazas, pero sigue siendo el que pasa por el mundo haciendo el bien. Y hemos de pedirle que siga actuando con autoridad para que acalle a los malos espíritus. Ellos podrán lanzarnos contra el suelo, pero no podrán hacernos daño.

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