domingo, 20 de enero de 2019

20 enero: Haced lo que Él os diga


LITURGIA
                      La 1ª lectura (Is.62,1-5) nos abre un espacio hacia el optimismo y el gozo. Es un anuncio de tiempos nuevos en los que la vida va a romper como aurora de santidad en la que el pueblo de Dios va a ser como corona fúlgida en la mano del Señor. Y para que quede patente, se van a cambiar los calificativos que indican un estado del pueblo. Eran devastados, abandonados y van a convertirse en desposados y amados porque los va a tomar el Señor de su mano. Y utiliza la imagen del desposorio, como el joven que se casa con su novia, o como la alegría que encuentra el marido con su esposa.
          Se están anunciando así tiempos nuevos, tiempos mesiánicos, en los que Dios va a tomar la iniciativa, con el amor que es propio del esposo enamorado de su esposa.

          Eso es lo que se realiza en la llegada de Jesús. (Jn.2,1-12). Lo que había era el agua de las purificaciones de los judíos. Eso va a quedar pasado y superado. Jesús va a dar un vino nuevo, que ya es signo de alegría y prosperidad, y todo eso va a realizarlo en el contexto de una boda. Un vino que sobrepasa el mismo vino anterior que se acaba, y desde unas coordenadas de amor, como es el ámbito en que lo realiza. Lo que viene nuevo es mucho mejor en calidad y en el significado de la vida que comienza. Ese es el sentido de este evangelio en este momento litúrgico. Se está empezando un año litúrgico y vamos avanzando en la Iglesia en el conocimiento de Jesús. Pues bien: Jesús no se limita a poner un poco de parche a la vida antigua de los creyentes, sino que pone su nota nueva en dar algo mejor de lo que había.
          Juan incluye un elemento en toda esta acción de Jesús, y es la intervención de María, su madre, y MUJER anunciada en el Génesis como parte del proyecto de Dios. Pone así la nota humana, afectiva y al mismo tiempo de referencia mesiánica. Porque la intervención de María no es presentada como una influencia maternal, sino como la MUJER que estaba destinada a dar a la vida un descendiente que aplastaría la cabeza de la serpiente. Su intervención queda, pues, a título mesiánico, y es una intermediaria ante los sirvientes de aquella boda para que no se extrañen de nada y que hagan todo tal como se lo pida Jesús. Iba a hacer falta, porque lo que se ha acabado es el vino y lo que Jesús pide es llenar tinajas de agua, y eso podía resultar absurdo. La palabra de María: Haced lo que él os diga es una palabra magisterial que nos queda a nosotros como orientación de nuestra vida ante las diferentes acciones de Jesús en lo corriente de cada día.

          La 2ª lectura nos pone ante el hecho de la acción de Dios en nosotros, a través del Espíritu Santo, que es gracia de Dios y dador de las gracias de Dios. 1Co.12,4-11 nos sitúa ante la acción de Dios en la Iglesia en los carismas o dones que da el Espíritu de Dios. Dios reparte sus dones de mil maneras, y va dando a unos, unos dones; a otros, otros dones. Pero en cualquier caso no son como tesorillos particulares para guardárselos, sino que todos están dados para la edificación del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, en la que todos estamos para todos y en las que todos formamos una unidad, y lo que recibimos, lo recibimos para la construcción del conjunto.
          Todos tenemos unos valores y unas características. Lo penoso es el individualismo con que vivimos en la Iglesia esas dádivas de Dios, y cómo dejamos inoperantes muchos de los dones y carismas recibidos, cuando podíamos –y debíamos por vocación- ser miembros activos que, como nos dice el Papa, armáramos jaleo, fuéramos testigos vivos y activos en la vida de la Iglesia, aportando cada cual su pequeña parte, pero remando todos en la misma dirección.

           A eso nos lleva LA EUCARISTÍA como motor de acción común: eso es común-unión, en la que fuéramos cada uno un fuego que emprende otros fuegos por donde quiera que vayamos. Para eso cargamos pilas cada domingo. Eso es lo que nos pide el hecho de comulgar y participar de la Eucaristía, que no es una devoción sino una participación en la muerte y resurrección de Cristo.


          Que el inicio de una nueva etapa sea también revulsivo en nuestro vivir como miembros de Iglesia.

-         Por la Iglesia y por el Papa, y por la actitud abierta de colaboración de los fieles. Roguemos al Señor

-         Porque vivamos nuestra vida cristiana con alegría de fiesta, junto con María. Roguemos al Señor.

-         Que no enterremos los dones que estamos recibiendo del Señor. Roguemos al Señor.

-         Que la participación en la Misa nos haga cristianos activos en nuestra fe. Roguemos al Señor

          Aprendamos, Señor, a hacer lo que nos vas diciendo en el transcurso de nuestra vida diaria.
          Lo pedimos por Jesucristo N.S.

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