martes, 1 de septiembre de 2015

1 septiembre: La libertad humana

Liturgia del día
                Insiste San Pablo en el tema de la muerte (1Tes 5, 1-6. 9-11) y a la par que la presenta como día terrible, acaba concluyendo: Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y vivamos sobriamente. Porque Dios no nos ha destinado al castigo sino a obtener la salvación por medio de Jesucristo. Él murió por nosotros para que despiertos o dormidos, vivamos con Él.
            Y concluye (que es muy importante): Por eso animaos mutuamente y ayudaos unos a otros a crecer, como ya lo hacéis. La gran mirada a la muerte no es parar mientes en la muerte misma, sino AHORA animarse unos a otros a CRECER. AHORA es el momento importante. La muerte sólo es un extremo de la realidad presente. Vivir ahora CRECIENDO es el gran pasaporte para ese momento que vendrá después. Y la ciencia del momento presente es no pararse “porque somos mayores” o “porque ya hicimos en nuestro tiempo lo que teníamos que hacer”, ni por algún otro motivo. La gran preparación a la muerte es la plenitud ahora de nuestra vida.
            El Evangelio –Lc 4, 31-37- es la continuación del anterior en Nazaret, donde no pudo hacer miagros por ese rechazo que encontró en sus paisanos. Ahora llega a Cafarnaúm (que estaba a pocos kilómetros- y donde no tuvo oposición a su enseñanza, a unas gentes que se quedaban sombradas porque hablaba con autoridad. Y uno se pregunta cómo puede haber tal diferencia de acogida cuando el discurso es el mismo y la enseñanza la misma, y la misma persona. Sin embargo en Nazaret se le ponen en frente y hasta tienen intentos homicidas, y en Cafarnaúm es acogido con admiración, y su enseñanza considerada como muy válida y atrayente: con autoridad.
            Y puede hacer nada menos que la maravilla de derrotar al espíritu inmundo (que sobrepasa todas las fuerzas humanas), y obligarlo a salir del cuerpo de aquel hombre que padecía aquella posesión.
            No sólo tenía palabras con autoridad sino tal autoridad en los hechos que obligaba al mal espíritu diabólico a abandonar al poseso. Propio de ese mal espíritu de maltratar, intimidar, efectuar hechos que no conducen a nada pero que impresionan. Porque –obligado a salir del hombre- aún lo derriba por tierra. Expresamente advierte el evangelista que sin hacerle ningún daño, porque la acción directa de Jesús sobre aquel mal espíritu, ya le tenía disminuidas sus posibilidades –pudo tener el gesto inútil de hacer caer al hombre- pero no pudo hacerle daño. Por decirlo así, el “enfermo” ya estaba bajo la mano de Jesús.
            Y todos comentaban estupefactos: ¿Qué tiene su Palabra? Da órdenes a los espíritus inmundos y salen.
            Noticias de Él iban circulando por todas partes…, por todos los lugares de la comarca. ¡Tuvo que llegar a Nazaret! ¿Y cómo podrían quedar aquellos que se habían vuelto contra Él y lo habían perseguido con tan malas intenciones? ¿Cómo podrían entender ahora aquella palabra de Jesús: Ningún profeta es bien recibido en su tierra? Porque el mismo profeta que ellos desecharon y que no pudo actuar en Nazaret, es el mismo que a pocos kilómetros estaba haciendo furor y admirado en sus palabras y sus obras.
            Y como mi estilo no es decir historias y quedarme en historias, no puedo menos que pensar la poca distancia que hay entre dos personas que han recibido lo mismo pero que responden de forma muy distinta. Y no dejo de pensar en una misma persona para quien una parte del mensaje de Jesús es aceptado muy bien, y otra parte del mensaje rebota. Y quienes un tiempo recibieron con gusto esas enseñanzas pero después las fueron abandonando y se han quedado  “desnudos” en su fe. Estamos ante el enorme misterio del hombre que, con gracias iguales, responde tan distinto.

            Ahora queda ese final en el que Jesús puede enseñar y “hacer milagros”, y la otra posibilidad en la que Jesús quiere actuar y no puede. Porque el milagro que Jesús no hace es el de doblegar la  voluntad de cada persona. Él visita y trata de ayudar de mil maneras, pero nunca privará de la libertad. De esa forma cada persona tiene el mérito de acogerlo libremente, o el demérito de quien lo rechaza. Es exactamente la parábola de los talentos, que hace tan poco hemos tenido. El Señor reparte sus dones. La respuesta es libre, y hay quienes rinden al máximo -sea más o sea menos- y quienes no dan fruto con los talentos recibdos.

1 comentario:

  1. AHORA ES EL TIEMPO IMPORTANTE. Ahora es el tiempo para erradicar el mal que hay en nosotros y en los demás. Jesús nos habla con sabiduría y con fuerza divina, nos enseña y nos consuela porque Él nos quiere salvar, pero debemos estar atentos a su Palabra para ponerla en práctica respetando siempre la voluntad divina , haciendo un buen uso de nuestra libertad, fieles a los talentos recibidos.

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