lunes, 14 de septiembre de 2015

14 septbre.: Exaltación de la Cruz de Cristo

Liturgia
          Celebramos hoy la FIESTA DE LA EXALTACIÓN DE LA CRUZ. Uno de esos temas que la liturgia duplica para resaltar el sentido completo de un misterio. Hay un día por excelencia en el que la Cruz es adorada (incluso con genuflexión): es el VIERNES SANTO, en el que toda la liturgia gira alrededor de la adoración de la Cruz. Pero evidentemente el clima en que se desenvuelve esa liturgia es el del triduo pascual, con el dolor de la muerte de Cristo. Ni siquiera hay Misa ese día, y domina un sentimiento de ausencia.
          Pero la cruz no se queda en eso. La cruz es instrumento de salvación y triunfo. Por eso desdobla la celebración con ésta de hoy, dedicada expresamente a la EXALTACIÓN DE LA CRUZ. Hoy el clima es de triunfo y gozo, de victoria y esperanza. Hoy, por decirlo así, es una mirada “en perspectiva”: ¡Oh cruz gloriosa!; nosotros hemos de gloriarnos en la cruz de nuestro Señor Jesucristo… No quiero saber otra cosa que a Jesucristo, y éste, crucificado.
          La síntesis de esta liturgia quedaría muy expresada en la 2ª lectura, en la que Pablo escribe a los fieles de Filipos (2, 6-11) y hace una síntesis “histórica” de la obra de la redención: Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios [no utilizó su realidad divina]; al contrario se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por un hombre de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte y una muerte de cruz. POR ESO DIOS LO LEVANTÓ SOBRE TODO y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre, de modo que, al nombre de Jesús se doble toda rodilla –en el cielo, en la tierra y en el abismo- y toda lengua proclame: JESUCRISTO ES SEÑOR, para gloria de Dios Padre.
          Humillación-Muerte-EN CRUZ… Exaltación-proclamación y adoración de la gloria de Dios. Es la síntesis de esa Cruz en esta fiesta-síntesis que hoy celebramos.
          El pueblo caminaba por el desierto. Atraviesa un lugar de serpientes venenosas –Num 21, 4-9- que hacen estragos a los que sufren sus picaduras. Dios da a Moisés el remedio: un signo PUESTO EN ALTO para que los que son mordidos de las serpientes tengan donde dirigir su mirada y ser curados. [Las serpientes evocan a “la serpiente” del paraíso que mordió y mató. Y Dios prometió el Redentor que le aplastaría la cabeza]. En el símbolo de aquella serpiente de bronce de Moisés ya hay una victoria de Dios sobre “la serpiente”.
          El signo se convierte en realidad cuando Jesús sea PUESTO EN ALTO –la Cruz- (Jn 3, 13-17) y en ella quede definitivamente derrotado el poder de la serpiente. Todo el que se llegue a la Cruz y la acoja como salvación, obtendrá el perdón de sus pecados y el pasaporte hacia el Cielo.
          La base de esa realidad esté en el AMOR TOTAL DEL PADRE, que ha entregado al Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. No se dejaba Dios vencer por la astucia y malicia de la serpiente. Era mayor que todo eso el amor que Dios tenía depositado en ese hombre/mujer que él había creado. Donde abundó el delito, sobreabundó la Gracia, y el fuera en un árbol vencido, en otro árbol venció y derrotó al enemigo.
          Esa entrega que hace Dios por la que el Hijo sea el “juez” de la humanidad, no supone condena: Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo. Por el contrario es esa venida del Hijo de Dios asumiendo la totalidad de la realidad humana para envolverla a ella en esa esponja de salvación que es Jesús, y que al mirar Dios a la humanidad descubra que ya está revestida y empapada de esa otra realidad amada que es su propio Hijo. Y de esa manera el mundo se salva por Él. Jesucristo no es el juez que juzga para condenar sino el juez que declara inocente al mundo de los hombres, mientras Jesús asume en sí toda la condena. Él muere, muere EN LA CRUZ, que queda hecha instrumento de gloria y esperanza.

          Esa Cruz es la que hoy toma la liturgia como fiesta gloriosa, remarcando así en nosotros el poder salvador de la Cruz. Y a su vez da sentido y valor a la expresión que usará Jesús cuando llama a que le sigan: negarse a sí mismo, TOMAR LA PROPIA CRUZ, y así seguir a Cristo. Aquello de Santa catalina: “No sería digno que yo fuera coronada de rosas cuando Jesús fue coronado de espinas”. Y elige voluntariamente la corona de espinas. Elige TOMAR SU CRUZ… Y desde la Redención de Cristo, las cruces de cada uno no son castigo de Dios sino instrumento de identificación con Jesús, participación y colaboración en la obra misma de la Redención.

3 comentarios:

  1. Ana Ciudad2:10 p. m.

    La CRUZ no se entiende más que como " locura de amor",por eso en ella se revela la esencia de Dios que es amor.La fiesta de hoy nos invita a la acción de gracias y a la adoración:por el madero de la CRUZ nos vino la salvación.
    La Cruc es el símbolo más sagrado que existe.La Cruz no es un amuleto o un bello adorno para orejas, nariz o cuello; es el símbolo más serio, más entrañable,más exigente y comprometedor porque es el signo de la vida alcanzada al precio de la muerte. A los cristianos nos corresponde mostrar en todo tiempo y lugar la veneración y estima por este signo santo.
    Cuando hagas la señal de la Cruz,procura que esté bien hecha. No tan deprisa y contraída,que nadie la sepa interpretar.Una verdadera Cruz,pausada,amplia, de la frente al pecho,del hombro izquierdo al derecho.¿No sientes cómo te abraza por entero?.Haz por recogerte,concentra en ella tu pensamiento y tu corazón, según la vas trazando de la frente al pecho , del hombro izquierdo al derecho y verás como te envuelve en cuerpo y alma,de ti se apodera,te consagra y te santifica

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  2. Ana María8:38 p. m.

    En esta fiesta de la EXALTACIÓN de la CRUZ... veo ante todo a Jesús coronado de espinas, clavados sus pies y sus manos y su CORAZÓN ABIERTO por la lanzada...derramando hasta la última gota de su Sangre...(y todo por nuestros pecados) Buscando su mirada...quiero escuchar sus últimas palabras. "PADRE, perdónalos, porque no saben lo que hacen..." / " En verdad te digo, HOY estarás CONMIGO en el PARAÍSO..." / "MUJER, ahí tienes a tu hijo" "Ahí tienes a tu Madre..." / "DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿por qué me has DESAMPARADO...?" / " TENGO SED..." "TODO está cumplido..." / "PADRE, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESÍRITU..."

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  3. La preocupación primera del cristiano es vivir la vida de Cristo. Por fidelidad a nuestro Bautismo tenemos que incorporarnos a Él y conseguir por la Gracia ser lo que es Cristo por naturaleza: hijos de Dios.Ante Jesús no podemos contentarnos con una relación simplemente humana, de afecto y de simpatía. Jesucristo nos compromete absolutamente. Nos pide que al seguirle, muramos a nosotros mismos para identificarnos con Él."Pues el que quiera ganar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por Mí y por el Evangelio, la salvará".

    Todo sufrimiento adquiere con Cristo una dimensión nueva, una dimensión de amor y de redención cuando lo aceptamos y marchamos con él, como si fuera nuestra cruz, acompañando a Jesús al Calvario, para ofrecérselo allí al Padre, con los padecimientos de Cristo. No abandonemos nunca la cruz. La enfermedad junto a Cristo se convierte en un tesoro que no debemos rechazar...Le pedimos a Jesús que nos ayude a llevar la cruz de cada día porque queremos seguirle, que nos acoja entre sus discípulos más íntimos, a pesar de nuestras debilidades, de nuestros defectos y que, como a Pedro, nos mueva el corazón y nos transforme a su gusto.

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