martes, 8 de septiembre de 2015

8 septbre.: Cumpleaños de la Virgen María

El cumpleaños de la Virgen María
          La fiesta de hoy es de las que más celebran a la Virgen, al estilo de la otra gran fiesta mariana que es el 15 de agosto. Aparte de los muchos pueblos que hoy viven el patronazgo de la Virgen, hay varias Comunidades y ciudades que están de fiesta: Asturias y Extremadura, Melilla, Albacete, Córdoba, Guadalajara, Huelva, Málaga, Salamanca y Valladolid, cada cual con una advocación diferente con la que veneran a la Madre de Dios.
          En lo referente a la liturgia nos topamos con la dificultad de la mayoría de las celebraciones marianas: que la Sagrada Escritura no está para llenar estas devociones sino para trasmitir el mensaje de Dios a la humanidad, a la que quiere salvar y a la que envía a su Hijo como redentor. Por tanto no va a recoger los datos de devoción como el del cumpleaños de María. Así los textos litúrgicos son acomodaticios y no abordan el tema en directo.
          Rom 8, 28-30 nos presenta a Dios que elige a cada uno que nace en la vida, y porque lo elige lo predestina a vivir (nacer) y a gozar de la felicidad de Dios.  Para ello llama, da la gracia (justifica) y destina a la gloria (glorifica). Y si eso es para todo el que es llamado a la existencia, ¡cuánto más a María, la MUJER anunciada en el Génesis!, y que un día Dios la llama a la existencia para ser el eslabón necesario para la entrada en el mundo del Mesías, el descendiente de la MUJER, que será el que derrote al demonio. La mujer que desposará con José, de la estirpe de David, de la cual nacerá Cristo (como nos ha dicho el evangelio de la fiesta: Mt 1, 1-16, 18-23). Dos partes del texto evangélico, en el que la primera parte va exponiendo la composición bíblica que muestra la descendencia desde Abrahán (el padre de la fe del pueblo que Dios se escogió), y la segunda la generación misteriosa del Mesías que nace de María sin participación de varón. Para que María estuviera ahí y con esa misión peculiar, tuvo que nacer un día bajo la elección amorosa de Dios (y su mirada redentora de una humanidad caída).

          Si hubiéramos seguido la liturgia del martes de la semana 23-par, hubiéramos continuado con la carta a los colosenses con esa riqueza que nos trasmite Pablo. 2, 6-15. Ya que habéis aceptado a Cristo, vivid como cristianos. Una máxima que debe ser tomada por cualquiera de nosotros (y que no se da por supuesta, porque muchos se quieren seguir definiendo “cristianos” con “fe en Dios”, y sin embargo han encontrado la absurda fórmula de creyentes no practicantes, con lo que no viven como cristianos. Esta carta de Pablo levanta la alarma: Vivir como cristianos no se conforma con una “fórmula” sino que pide un género y modo de vida que ha de estar conforme a la vida y enseñanza de Jesús que nos trasmite y concreta la Iglesia Católica.
          Pablo sigue diciendo: Arraigados en Cristo, dejaos construir y afianzar en la fe que os enseñaron, y rebosad agradecimiento. Primero es “dejarse construir y afianzar en esa fe” que se aprendió, que se trasmitió. [Una llamada de atención a las familias, que desde el Bautismo que se busque para los hijos deben fomentar y cultivar y trasmitir la fe]. Y una vez que la persona madura y crece y se encuentra con esa fe, nunca debe pensar que se la soltaron encima como un fardo no deseado, sino que debe mostrar agradecimiento porque se le dio la mejor herencia que se le podía dar.

          Esa fe es una nueva forma de “circuncisión”. Si la circuncisión física fue un signo de pertenencia al pueblo judío, la circuncisión dl corazón es la marca que indica la pertenencia al nuevo pueblo de Dios. Una circuncisión que aparta de los bajos instintos (elementos del mundo, insulsa patraña) para abrir a Cristo en quien reside la plenitud de la divinidad. Fue el Bautismo el que marcó esta nueva existencia, porque por él fuimos incorporados a la muerte y a la resurrección de Jesucristo, muriendo nosotros al pecado para vivir una nueva vida, la vida de Cristo, perdonados de antemano todos nuestros pecados. Él subió a la cruz y dejó allí clavado el protocolo condenatorio de nuestros pecados y los quitó de en medio para que nosotros tengamos esa vida nueva que nos hace “cautivos” en el cortejo de Cristo, que –con él- sube al Cielo. El SALMO rubrica esa fiesta repitiendo que el Señor es bueno con todos, y enlaza con un apasionante evangelio (Lc 6, 12-19) con la elección de los Doce, entresacados de entre el grupo más numeroso de discípulos. “Doce, a los que llama apóstoles, que van a convivir con él y van a aprender no sólo de lo que enseña sino de cómo vive. Todos los Doce. Que si uno fue traidor no es porque estaba destinado a ello, sino porque él no acogió cordialmente todo lo bueno que Jesús depositó en las manos de todos y cada uno. Es el “misterio del hombre”, el misterio de la libertad humana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!