RECIBIDO LA MAÑANA DEL DÍA 17,
debajo queda la reflexión sobre el Evangelio
16 de abril de 2015 (Zenit.org) - El papa Francisco celebró la misa
de este jueves pidiendo por su predecesor, Benedicto XVI, que hoy cumple 88 años.
En su homilía, el Santo Padre se refirió a la liturgia del día,
que habla de la obediencia. La obediencia --observó el Pontífice-- “a menudo
nos lleva a un camino diverso del que pensábamos”.
Obedecer es “tener el valor de cambiar de rumbo cuando el Señor
nos pide", dijo y añadió que "los que obedecen tiene la vida eterna”,
mientras que “quien no obedece tiene la ira de Dios sobre él”.
En la primera lectura de los Actos de los Apóstoles, los
sacerdotes y los jefes le prohiben a todos los discípulos de Jesús predicar el
Evangelio a la gente. Están furiosos, celosos, porque en su presencia ocurren
los milagros y la gente los sigue. Los discípulos son encarcelados, pero por la
noche, el ángel de Dios los libera y vuelven a anunciar el Evangelio. Detenidos
e interrogados de nuevo, Pedro responde ante las amenazas del sumo sacerdote:
“Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. Los sacerdotes no
comprenden: son testarudos.
“Entre tanto --precisó el Papa-- estos eran los doctores, habían
estudiado la historia del pueblo, habían estudiado las profecías, la ley,
conocían toda la teología del pueblo de Israel, la revelación de Dios, lo sabían
todo, eran doctores, y no fueron capaces de reconocer la salvación de Dios”.
Pero, ¿cómo se entiende esta dureza de corazón? No eran cabeza
dura, no sólo era “terquedad”. Porque “la historia de esta terquedad --dijo el
Santo Padre-- es cerrarse en sí mismo, es no hablar, es la falta de diálogo”.
“Ellos no sabían dialogar, no sabían dialogar con Dios, porque no
sabían orar y escuchar la voz del Señor, y no sabían hablar con los demás.
Solamente interpretaban como era la ley para hacerla más precisa, y estaban
cerrados a los signos de Dios en la historia, se cerraron a su pueblo. Estaban
cerrados y la falta de diálogo, y el cierre del corazón, les llevó a no
obedecer a Dios. Este es el drama de estos doctores de Israel, de estos
teólogos del pueblo de Dios: no sabían escuchar, no sabían dialogar. El diálogo
se hace con Dios y con los demás”.
“Ellos son los mismos --recordó el Pontífice- que le pagaron a los
guardianes del sepulcro para decir que los discípulos habían robado el cuerpo
de Jesús. Hacen de todo para no abrirse a la voz de Dios”.
Al concluir la homilía, Francisco indicó que “en esta misa
rezaremos por los profesores de los profesores, de los que le enseñan al pueblo
sobre Dios. Para que no se cierren, para que dialoguen y así se salven de la ira
de Dios que, si no cambian de actitud permanecerá sobre ellos”.
Los discípulos habían estado pescando toda la noche y habían pescado apenas unos peces cuando se presentó Jesús que les invitó a echar la red; ellos obedecieron y obtuvieron, esta vez, una pesca extraordinaria. El discípulo amado enseguida reconoció la presencia del Señor y Pedro se echó al agua para alcanzar al Maestro lo más pronto posible."¡Es el Señor!"así reconoce Juan al Señor. Efectivamente, la Pascua es la coronación de la soberanía de Jesús : todas las criaturas le pertenecen después de haberlas comprado con su Sangre. Toda lengua debe proclamar con alegría que Jesús ha resucitado y es "el Señor". El cristiano debe unirse al coro de los ángeles para cantar sus glorias y entregarse a Él para que sea el único Señor de su vida.
ResponderEliminarJesús, aunque resucitado , "porque no ha venido para ser servido, sino a servir"(Mt, 20,28); ha preparado en la playa unas brasas encendidas, y un pez sobre ellas y pan...Cuando llegaron los Apóstoles cansados de toda la noche y de los esfuerzos para arrastrar la red,los llama y los invita a descansar: "Venid y comed"; tomó el pany se lo dió, e igualmente el pez". Esta no era una Eucaristía ; pero los discípulos habrán recordado la Ultima Cena cuando Jesús tomó el pan y lo bendijo y se lo dió diciendo. "Tomad y comed esto es mi Cuerpo".
El cristiano no puede olvidar que Jesús dijo:"El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo lo resucitaré el último día".Aquel día, la soberanía del Resucitado habrá alcanzado su máximo esplendor, al haber asumido la resurrección de todos los creyentes. Pedro, celoso testigo de la soberanía de Cristo, será el primero en defenderla ante los tribunales cuando lo interroguen acerca de la curación del tullido. Nosotros, en torno al sucesor de Pedro la defendemos y proclamamos que Jesús es el Señor de la vida y de la muerte, capaz de sanar y de hacer resucitar .