lunes, 6 de abril de 2015

6 abril: Vida gloriosa en San Mateo 1

FELICITACIÓN PASCUAL
        A todos los blogistas que visitáis este blog, os deseo el GOZO PASCUAL, que es la alegría y el gozo por tanto gozo y alegría de Cristo Nuestro Señor. De esa alegría y gozo queremos poder participar también y vivir así nosotros una experiencia de MISTERIO PASCUAL, que va llena de esperanza. No se fundamenta esa esperanza en el propio gozo y en que las cosas nos vayan a salir más a pedir de boca. Se basan en que Cristo ha resucitado y ha salido triunfador. ¡Ese es el fundamento de nuestra alegría pascual!
          Porque nuestra vida aquí abajo, por razón natural, ha de seguir encontrándose con la contrariedad y la limitación, el sufrimiento y el dolor y hasta la muerte. Pero nuestra seguridad es que ya eso no tiene la última palabra; que Jesucristo ha salido por encima de todo eso, y que les ha quitado a todas esas cosas su aguijón venenoso. Nosotros vivimos ya en la esperanza, en el conocimiento cierto de que salimos por encima de todo ese dolor, y que ya estamos abocados a seguir el rastro de Jesucristo.

           Continuaremos el “ejercicio” de ir viendo EN CADA EVANGELISTA su modo peculiar de presentar “la historia”, que agudiza las diferencias en esta etapa de la Vida Gloriosa, de la que una vez más tenemos que constatar que no es tal “historia” sino una trasmisión de la fe en el Resucitado, donde se rompen los moldes normales de espacio y tiempo, porque estamos en otra “experiencia” muy diferente.
          San Mateo (28) comienza con las mujeres que, al alborear, suben al sepulcro para embalsamar el cadáver, que no había quedado bien, el modo y gusto de un enterramiento judío. Van sólo dos; María Magdalena y la otra María. (¿?).
          Hay, de pronto, un terremoto que remueve la piedra del sepulcro. ¿Percibido por ellas? ¿Terremoto general o muy localizado? Lo que dice San Mateo parece unir el terremoto a la acción de un ángel bajado del Cielo que remueve la piedra grande que cerraba el sepulcro. Su aspecto, de relámpago.
          Los que sí tiemblan de miedo son los guardias que custodiaban el sepulcro, que caen al suelo, medio muertos por el espanto. Hasta que se reponen y echar a correr hacia la ciudad para dar cuenta a los judíos.
          Contrasta ese terror de los guardias con la suavidad con que el ángel se dirige a las mujeres: No temáis vosotras. Los centinelas pueden caer al suelo espantados. Pero vosotras no temáis. Porque sé que buscáis a Jesús el crucificado: No está aquí. HA RESUCITADO. Venid a ver el sitio donde estuvo puesto.
          No deja de ser curioso esa tranquilidad de las mujeres ante un ser sobrenatural y resplandeciente que les habla.
          Ahora sed heraldos de tal noticia ante sus discípulos. Decidles que resucitó y que irá delante a Galilea; allí le verán.
          Y partiendo a toda prisa, con temor grande y grande gozo, se fueron a anunciar a los discípulos.
          En el camino, a las dos mujeres se les aparece Jesús vivo y les saluda: Dios os guarde. Y ellas, abrazándose a los pies, le adoraron. El mensaje es el mismo que ya llevaban: No temáis. Id y anunciad a mis hermanos que se vayan a Galilea; allí me verán.

          No deja de ser curioso que todos los relatos centrales de apariciones de Jesús de este día primer son en Jerusalén y no en Galilea. Quiere decir que “Galilea” es más “lugar simbólico” que geografía real.

3 comentarios:

  1. En la liturgia del día, Pedro hace una síntesis de aquella historia: Jesús, el nazareno fue acreditado por Dios con milagros y signos ante vuestros ojos. Vosotros lo matasteis por manos de paganos (aunque nada sucedía al margen de la voluntad salvadora de Dios). Dios lo resucitó, cumpliendo en Jesús, Mesías, la promesa hecha a David de que no moriría. David murió. La realización plena se verifica en Jesús, cuya carne no vio la corrupción. Dios lo resucitó y somos testigos todos nosotros.
    El evangelio coincide con lo que va en la explicación general, pero ya avanzado: porque los soldados han ido a los sacerdotes y les han contado lo que han visto. Los sacerdotes los sobornan para que digan que los discípulos robaron el cuerpo mientras ellos dormían. ¡Vaya centinelas y vaya valor de testimonio! Y buena muestra de cómo el soborno crea nuevas historias a través de la vida.

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  2. Como blogista seguidora de este Blog, me uno a su gozo Pascual por la resurrección de Jesús de Nazaret.¡Gracias, Señor Jesús Resucitado!

    Aquellas mujeres vivieron la alegria anticipada de la Resurrección porque estaban muy pendientes de Jesús, lo amaban, no lo habían "dejado", lo habían seguido hasta el Calvario, y, Jesús, quiso que fueran ellas las primeras en anunciar su Resurrección y; las envió a Galilea para anunciarlo a los discípulos. Los fariseos, en cambio, estaban tristes y llenos de miedo contando unas historias que nada tenían que ver con el hecho glorioso de la Resurrección...¿Tenemos alegría por la Resurrección de Cristo?¿Anunciamos y vivimos con gozo la Pascua? Seamos testigos, pongámonos en camino,vayamos también nosotros a anunciar a nuestros hermanos alejados, el lugar en donde nos espera Jesús Resucitado.¡ Participemos en la evangelización! Todos debemos ser comunicadores de la "buena nueva". Todos podemos transmitir a los demás la alegría de Su Presencia..

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  3. Ana Ciudad2:45 p. m.

    Me uno a la felicitación del padre, deseando a todos los que entramos en este blog, de una u otra forma:
    que la ALEGRÍA Y LA PAZ que nos trae la RESURRECCIÓN DE CRISTO,sea un anticipo de nuestra felicidad eterna en el Cielo.
    La liturgia del tiempo pascual nos repite con mil textos diferentes estas mismas palabras: "ALEGRAOS Y SERVID AL SEÑOR CON ALEGRÍA, pues no existe otra forma de servirle.Estar alegres es una forma de dar gracias a Dios por los innumerables dones que nos hace; la alegría es el primer tributo que le debemos, la manera más sencilla y sincera de demostrar que somos conscientes de los dones de la gracia y de la naturaleza y que los agradecemos.
    Nuestro Padre Dios está contento con nosotros cuando nos ve alegres y felices con el gozo y la alegría verdadera

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