jueves, 23 de abril de 2015

23 abril: ES EL SEÑOR

Vida Gloriosa en Juan - 6
          El epílogo  del evangelio estaba puesto. Este 4º evangelio estaba acabado. Y sin embargo hubo algo que se vino al caso y que condujo a este “apéndice” que es el capítulo 21. No podía ser que algo tan importante se le había pasado de largo al evangelista. Quiere decir que aquí hay algo más que un “añadido” de un recuerdo. Aquí se está viendo la mano de aquella comunidad que había recibido el evangelio y quedaban aspectos por completar.
          Ya expresaba yo ayer que en los siete que están junto al Lago, cinco tienen sus nombres o referencias. Dos no. ¿Es posible que a Juan –tan pendiente del detalle- se le hubieran olvidado quiénes eran esos “otros dos”. La mano que escribe este capítulo no lo sabe…, o sabe tanto que ha incluido ya la representación de esa comunidad que ha recibido el evangelio. Son “dos” innominados, pero que abarcan a todos los miembros de esa comunidad.
          Y cuando están allí, sin rumbo definido, haciendo tiempo, necesitando –por otra parte- obtenerse el sustento del día, en lo trivial de la vida diaria…, Jesús aparece por tercera vez (reseña el texto). Y sucede así: Simón dice, sin más prolegómenos: Voy a pescar. Y los demás, en sana camaradería y sin misión fija, asienten: Y nosotros vamos contigo. Y se embarcan, costean con la barca sin retirarse mucho de la playa, y finalmente los más avezados en el tema, echan las redes para pescar. Y no hay un pez que entre en la nasa. De seguro que repitieron la operación varias veces, hasta que se dieron por vencidos. Pero no se volvieron a tierra firme. Aquellos siete hombres, en sana unión, aprovechan la noche para hablar, dormitar, mantenerse juntos… Y esto es más llamativo cuanto que un fracaso como el que habían tenido es siempre un poco de disparadero de los ánimos.
          En esto, ya de mañanita, viene un hombre por la playa  y al llegar a la altura de la barca, pregunta: Muchachos, ¿tenéis pescado? No era el momento mejor para aquellos hombres, que acabaron con un “No” en seco como quienes no quieren mucha conversación. Pero el hombre no se va, sino que les advierte que echen la red a la derecha de la barca. Y curiosamente acceden a hacerlo. ¿Cómo quien lo tiene todo perdido y les da igual? ¿Cómo pescadores conscientes de que podían verse desde la playa lo que ellos no veían desde la barca? Y echaron la red. Y sucedió lo inesperado: una pesca abundante que apenas podían arrastrar ya.
          Ahí es donde “el discípulo amado” [así lo dice el texto sin identificar a nadie] susurra a los oídos de Simón: es el Señor. Habían sido muchos pequeños detalles los que le estaban suscitando durante la noche una “presencia” invisible… Ahora, con la pesca milagrosa, ya no puede dudar.
          Simón se echa al mar, y se planta ante el desconocido. A mí me gusta plantearme que hizo o qué dijo, o qué situación se produjo… Y aunque no me la sepa resolver, me regodea ese momento mitad engorroso, mitad ilusionado, que se resuelve con la llegada de los demás que han traído la pesca porque la barca estaba muy cerca.

          Para más detalle, en la playa ardían unas brasas y sobre ellas se asaba un buen pez. Y había pan. ¿De dónde habían salido? ¿Quién las había preparado? ¿Cuándo? Simón se fue a la barca y contó los peces grandes que habían cogido: 173. Y no es un número simbólico al estilo bíblico. Es constatación de la magnitud de la pesca.

3 comentarios:

  1. Liturgia del día
    Hech 8, 26-40 nos habla de Felipe a quien el Espíritu conduce hasta aquella carreta donde iba un ministro de la reina Candaces, de Etiopía. Éste leía a Isaías sin entenderlo, y Felipe se pega a la carroza y explica al eunuco que lo que va leyendo ha tenido su realización en Jesús. La Palabra de Dios necesita de ayuda para entenderlo, como expresó el ministro: ¿Cómo voy a entender si nadie me explica? Una vez entendido el sentido, pide el bautismo, y luego de bautizado, Felipe desaparece y el eunuco sigue alegre su camino.
    Hay varios puntos interesantes: leer la palabra de Dios, buscar el sentido (la explicación), sacar las consecuencias (deseo del bautismo), y el gozo de la experiencia cristiana.
    En Jn 6, 44-52 tendríamos como una concreción de esa enseñanza: que nadie viene a Mí –dice Jesús- si el Padre no lo trae. Y por tanto que en nuestra oración de búsqueda y profundización de la Palabra de Dios, no somos nosotros los que podemos adentrarnos por nuestra ciencia sino cuando somos atraídos…, cuando Dios actúa en nosotros y nos revela algo de su interior. Ese –entonces- viene a mí y aprende.
    Y la lección concreta que hoy queda en este evangelio es que Yo soy el Pan de la Vida. Y el que come de este pan, vivirá para siempre, porque mi carne es la vida del mundo.

    ResponderEliminar
  2. Ana Ciudad10:55 a. m.

    "YO SOY EL PAN VIVO QUE HA BAJADO DEL CIELO."
    Las palabras de Jesús son de un realismo tan grande que excluyen cualquier otra interpretación.Sin la fe ,estas palabras carecen de sentido ;al contrario ,aceptada por la fe la presencia real de Cristo en la Eucaristía,la revelación de Jesús resulta clara y nos muestra el infinito amor que nos tiene.
    "TE ADORO CON DEVOCIÓN,DIOS ESCONDIDO "..le decimos en la intimidad de nuestro corazón,despacio,con fe,esperanza y amor, manifestándole nuestro amor,nuestro agradecimiento y el asentimiento humilde con que le acatamos.Es una actitud imprescindible para acercarnos a este misterio de amor.

    ResponderEliminar
  3. ¡Es el Señor! Es el Señor, Jesús Resucitado que está en medio de los suyos; tiene que irse a los Brazos del Padre; pero su corazón lo tiene puesto arriba y lo tiene puesto abajo...Él tiene que encontrar la manera de estar con el Padre y con los suyos... Él prepará unas brasas en un ambiente eucarístico, para reunir al Pueblo de Dios , tan fatigado y desilusionado por los pocos frutos conseguidos.Vendrá para animarnos y para explicarnos cómo debe ser nuestro Apostolado para que sea fecundo.

    Me voy pero volveré; vendré a buscaros para que vivamos juntos en la Casa del Padre. No sé lo que le ...habrá encargado a Pedro; Nada de Templo salomónico ni sacerdocio levítico, ni sacrificios que apestan. Quiero una sola Iglesia, pastoreada por tí...Los Apóstoles supieron escuchar la voz de Dios y llenos de Espíritu Santo han llevado el Evangelio a todo el mundo. ¡ ALABADO SEA DIOS!

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!