lunes, 27 de abril de 2015

27 abril: SÍGUEME

Vida gloriosa en San Juan - 8
          Simón Pedro ha afirmado su amor íntimo y profundo por Jesús. Todavía Jesús va a aquilatar más: a aquel Simón que tanto se escandalizó cuando Jesús les anunció la cruz en la que Él iba a morir, ahora le presenta a Pedro la propia cruz de Pedro: Cuando seas viejo, tú extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieres. Y añade el evangelista: “Esto dijo indicándole el género de muerte con que iba a dar gloria a Dios”. [Que dicho sea de paso, hasta esa forma de presentar la muerte: “para dar gloria a Dios” encierra ya una belleza y un mensaje excelentes].
          Pedro no se estremeció. Ahora no se escandalizó. En efecto estamos ante otra realidad en la vida de aquel hombre, que en otros momentos se hubiera revuelto.
          Ya parecería que estaba todo hecho. El 4º evangelio da una vuelta de tuerca más para presentar la seguridad de este Pedro. Jesús le dice entonces: Sígueme. Podríamos pensar que sobra ya esa llamada. Primero, porque ya respondió hace tres años y su respuesta fue positiva: lo dejó todo y siguió… Pero es que ahora hay un matiz nuevo: es un seguimiento tan personal que nadie va con él, en nadie se puede apoyar. De hecho, ante esta nueva llamada, Simón se volvió, vio al otro discípulo, y preguntó: Y éste, ¿qué? Y la respuesta de Jesús (que luego repite el evangelista para ratificar el dicho de Jesús) fue: Si Yo quiero que éste se quede hasta que yo vuelva, ¿a ti, qué? Era claro: la llamada era personal e intransferible. Pedro había de responder a solas de su propio seguimiento. Pedro ha de saber que nadie puede dar respuesta por él. Y que aquella primera llamada, también en el Lago, tenía ahora que personalizarse totalmente. Había de emprender el camino tras de Jesús, como reafirmación de su amor primero (del que acaba de hablarnos el Papa). Y acaba el Evangelio sin decirnos más, sin explicitarnos más. Sabemos por la historia que Pedro siguió ciegamente, y sabemos que fue fiel a su respuesta inicial. Y que murió, en efecto, crucificado como su Maestro.
          Como curiosidad, algún comentarista piensa que este “Sígueme” no fue “el segundo”, sino que Juan no había contado la llamada aquella “primera”, y que ahora, precisamente en el Lago, al final de “la historia” es cuando Jesús –con todas las garantías de una vida de Pedro, ya curado en salud- pronuncia su “sígueme” y cuando Pedro –ahora sí de verdad habiendo dejado todo-, es cuando inicia el pleno seguimiento del Maestro, ese seguimiento que no tendrá ninguna vuelta atrás, ningún fallo, ningún titubeo.

          Primera o segunda llamada lo importante es la realidad de un hombre que da su asentimiento completo a la llamada de Jesús. Y su asentimiento “sin agarraderos”, su “sí” a Jesús por Jesús mismo, y a Jesús con su cruz…, la de Jesús y la propia. Ahora sí será válida la palabra de Pedro: a nosotros que LO HEMOS DEJADO TODO… Porque ahora ha comenzado otra historia, y en realidad es la historia a la que somos llamados…, en la que estamos…, la que tenemos que ir buscando repetir en nosotros, en cada uno. Respuesta absoluta, personal, intransferible…, respuesta de amor verdadero, incondicional. Y cada uno sabiéndose personalmente llamado y que le toca hacer su camino de seguimiento en sus propias circunstancias y con sus propias realidades, personales, ambientales, comunitarias, familiares, sociales… Cada uno lleva una llamada y cada llamada pide una respuesta. Y si Yo quiero que éste se quede hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Es una de las expresiones que me dejan más sabor de misterio en todo lo que es respuesta personal a la llamada personal de Jesús.

1 comentario:

  1. Jesús nos llama a todos; a cada uno por su nombre, nos habla al corazón y ,siempre, respetando nuestra libertad, nos va seduciendo, nos va llenando de su verdad y de su amor...y nos va llevando a donde Él quiere que es un lugar seguro para nuestra santificación. Enséñanos Señor a ser disciplinados y danos un corazón bueno con mucha capacidad para amarte y para amar a los demás.

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