martes, 6 de enero de 2015

6 enero: LOS MAGOS

LOS MAGOS
[Artículo mío publicado en “DIÓCESIS” (Málaga) en enero 2014]

Reconozco que el estudio que hace Benedicto XVI en su libro “La infancia de Jesús” deja pequeño cualquier intento de comentario. Porque es impresionante la amplitud de datos bíblicos, teológicos, exegéticos y científicos que aporta, dejando así campo abierto a una posible realidad del relato de San Mateo.
Es lógico que yo no entró en dialéctica con esa riqueza de datos que él aporta. Aunque esté mal usada la expresión, yo diré que “humanizo” y me quedo a ese nivel de lo diario, del que lee el Evangelio de San Mateo (c. 2) e intenta buscar lo que el evangelista dijo y lo que quiso decir con ello. Por lo pronto, es necesario partir de un hecho cierto: los evangelistas son catequistas; no historiadores. Lo de menos es “el suceso”. Lo importante es a dónde quieren llevar su narración, supuesto los destinatarios de su escrito. Y Mateo se dirigía a los hebreos, ese pueblo de Dios que se sintió tan privilegiado que pretendió hacerse dueño de “la verdad”.
El evangelista, desde el principio les quiere dejar claro que también los gentiles (paganos, no judíos) son igualmente beneficiarios de la salvación de Jesús. Jesús se ha manifestado a su pueblo sencillo -los pastores- con ángeles, porque ellos sabían de los ángeles. Se manifiesta a los paganos con una estrella porque era una forma que a ellos les podía llamar la atención.
Isaías había profetizado (c. 60): “levanta la vista en torno…: todos bien hacia ti… y volcarán sobre ti las riquezas de los pueblos…  Te inundará una multitud de camellos y dromedarios de Madián y de Efá… Vienen de Sabá trayendo oro e incienso” Y el salmo 71: los reyes de Sabá y Arabia le ofrecen sus dones.
Ya tenía, pues, Mateo el entramado. Lo demás podría presentarlo como llamativa parábola para que los judíos comprendieran que “estaba escrito” que “también a los gentiles les había nacido el Salvador”.
El relato, pues, se dramatiza con la visión de unos magos “orientales” (astrólogos o astrónomos) de una especial estrella que -cosa de admirar siendo ellos paganos, extranjeros, y ajenos a la fe de Israel-, la traducen por “su estrella” (la del recién nacido rey de los judíos”). No puede pasarse por alto la expresión original: “Vimos su estrella en el oriente”. ¿En tierras orientales o “en el Oriente”, ese lugar en donde nace la luz y nos conduce el pensamiento al mismo Dios?: “el sol que nace en el oriente para iluminar a los que yacen en tinieblas y en sombra de muerte”.  Y tanto les subyuga esa idea que -sin más-, organizan toda una expedición con multitud de camellos y dromedarios desde Sabá y Arabia, con dones de oro e incienso (bien que nos suena todo eso de lo que dijo Isaías o el salmista…, y así Mateo lo hacía revertir sobre aquellos judíos a quienes se dirigía). Los magos llegarían así a tierras de Israel para prestar veneración al recién nacido rey. La estrella, muy peculiar, no está tan arriba que se confunda con otras…: “va delante de ellos”…, pero al llegar a Jerusalén se eclipsa y los deja solos, a su aventura. En Jerusalén, el rey nada sabe, la gente se turba, el rey investiga…, y por fin los encamina a Belén. Ya debió provocarles dudas y sospechas todo eso a los magos, la verdad es que era para dudar si habrían sido unos visionarios). ¿Qué hacer ahora? Ya que han llegado hasta aquí, y pese a las incertidumbres, lo sensato es hacer la última etapa.
Y he aquí que la estrella reaparece y “va delante de ellos”. Más que estrella se antoja un globo brillante que les lleva casi de la mano; “y se detiene encima de la casa donde estaba el niño”. Realmente es como un cuento de hadas, pensarían los mismos magos.
La caravana se detiene allí ante los admirados ojos de las gentes de Belén. Bajan de sus camellos los señores, y unos esclavos les acompañan con unos cofres en las manos: oro, incienso y mirra (de ahí que ahora los magos sean tres, cada uno con su presente). Y ante aquella familia pobre -y para los vecinos, familia que acaba de llegar, con un niño recién nacido-, aquellos ricos señores caen de rodillas y adoran.
Verdaderamente San Mateo se nos ha manifestado un experto narrador que nos gana la atención y nos mete en la aventura. Exactamente fue lo que hizo con sus oyentes judíos para que “vieran” que los gentiles estarían en el Reino de Dios. La Iglesia lo celebra como la Epifanía (manifestación de Dios) a los pueblos paganos: Jesús ha nacido para todos y es Salvador de todos.

Me he atrevido a narrarlo así porque el Papa nos está enseñando con datos que vienen de antiguo (Santo Tomás o San Agustín), que la apertura hacia una comprensión más actualizada de la enseñanza de la Iglesia -sin disminuir el valor del Evangelio- ayudará a acompañar etapas posibles de crecimiento de las personas.

1 comentario:

  1. La Liturgia de hoy nos lleva directamente ante un Jesús impregnado de su regia divinidad..."He aquí que ha venido el Soberano Señor que trae en sus manos el cetro, la potestad y el imperio".

    Llegarán de Saba y le traerán oro incienso y mirra . Ya no se contempla alrededor del Pesebre la humilde presencia de unos pastorcitos; acaba de llegar una fastuosa comitiva de unos Magos que vienen de Oriente a rendir homenaje al Niño Dios como representantes de los que no pertenecían a su pueblo, y es que Jesús no ha venido para la salvación de Israel, sino que ha venido para salvar a todos los hombres de toda raza y de cualquier nación.Él instituyó la nueva alianza en su sangre; es el nuevo Pueblo de Dios, pueblo formado por judíos y gentiles(L.G, 9). Ya San Pablo habla de este misterio y afirma que los gentiles son coherederos y copartícipes de las promesas de Cristo Jesús mediante el Evangelio.
    La fiesta de la Epifanía nos invita a todos a trabajar por la unidad de la Iglesia; para que la Humanidad entera se incorpore a este Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo y Templo del Espíritu Santo. Epifanía y Teofanía significan manifestación de Dios;La oración y el celo de los creyentes debe ser tan eficaz que todos los pueblos conozcan las insondables riquezas de CRISTO y, en Él adoren a su Dios.
    Los Magos acudieron guiados por una estrella, de la misma manera, una estrella misteriosa, muy a menudo aparece en el cielo de nuestras almas; conviene prestarle atención porque es una inspiración íntima y clara de Dios que nos pide algo especial: que seamos más generosos o que tengamos una vida de más intimidad con Él. Tenemos que dedicarnos, en cuerpo y alma,. a la búsqueda de Dios; si tenemos la constancia que tuvieron aquellos Magos, seguramente que encontraremos a Dios..y con Él, nuestra vida será dichosa.

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