miércoles, 28 de enero de 2015

28 enero: Sabido de memoria... ¿Y...?

EL SEMBRADOR
          Las lecturas de hoy nos sirven de repetición reflexiva, puesto que no el mucho saber llena el alma sino el gustar de la Palabra internamente.
          Heb 10, 11-18 vuelve sobre los mismos temas: Jesucristo, sacerdote único; la nueva Alianza lleva escrita en el corazón una nueva Ley que no hay que enseñar ni aprender porque está dentro de nosotros: la ha puesto Dios.
          El Evangelio amplio, Mc 4, 1-20, en tres partes: exposición de la parábola; el porqué hablar en parábolas; la explicación de la parábola.
          PARÁBOLA, la muy conocida del SEMBRADOR que esparce la semilla=la Palabra (no la impone)¸y esa semilla cae en 4 diversos lugares:  duros, sin apenas tierra, entre matorrales, en buena tierra. Tendencia fácil: mirar hacia afuera y buscar “tipos” así.
          Jesús dice que habla en parábolas porque si no, no entienden. La cita directa de Isaías aparenta que habla en parábolas para no ser entendido. Sería hacer de Jesús un tonto que habla por hablar o un sádico que habla para fastidiar. Por eso es evidente que la expresión de Isaías va por otro sentido: el pueblo, de hecho, no se entera de lo que se le enseña. Hablarle en cuentecillos es la manera de dejarle “la música” dentro, y que haga su labor…
          Explicación de la parábola: Durezas de camino o tierra apelmazada. Ahí ni llega a enterrase la semilla. Se la llevan los pájaros. La arrebata el “demonio” (las mil formas de sordera y ceguera humana que esclavizan a la persona). Cae en lugar de muy poca tierra. Aunque empiece a crecer se agosta al primer sol que la quema. Inconstancia, sin raíces; a la primera dificultad, no queda nada. Entre matorrales. Hay buena tierra y la prueba es que crecen bien los matorrales. Pero esos mismos matorrales la ahogan le quitan la savia: afanes de la vida, seducción del dinero y del querer poseer…: el deseo de todo lo demás… Cae en buena tierra…, que es aún “buena” o mejor, y produce fruto.
          ¿Hablamos de los diversos vecinos de enfrente cuando nos metemos en esta explicación? ¿O nos metemos dentro de nosotros mismos y descubrimos las diversas respuestas que tiene en nosotros la Palabra? Pongo por caso: participamos de la Eucaristía y seguramente con provecho: tierra buena. ¿Y cuando salimos a la puerta de la calle y empezamos a hablar?: ¿afanes de la vida, sentimientos y juicios, comentarios…? Una disociación entre la oración devota y la vida menos devota?
          Tenemos decididos propósitos de que “tal cosa ya no sucederá más” ¿Cae en tierra abundante, o ese propósito se lo llevan los pájaros a la vuelta de la esquina? ¿Tuvo raigambre? ¿Había demasiadas seducciones que dejaron ineficaz el deseo?
          Dentro de lo bueno, ¿nos quedamos satisfechos con el 30 o pensamos que sería de mucho más agrado de Dios que llegáramos al 60? ¿Lo buscamos.., o nos quedamos “satisfechos” con ser “buenas personas”.

          Confieso que esta parábola “me inquieta” siempre. Y no digo que me cree inquietudes malsanas sino que siempre me causa una sensación de llamada nueva, de necesidad de revisión nueva, de ver que en el camino de respuesta a la Palabra -¡a Jesús mismo!- no hay tregua. Siempre hay que volver sobre los pasos y anhelar (y poner algún medio) para que la semilla de LA PALABRA acabe encontrando la mejor tierra que ofrecer a Jesucristo.

1 comentario:

  1. Jesús es el Sembrador y Él siembra la mejor "Semilla", con generosidad; nosotros también somos buena tierra;pero estamos demasíado ocupados con nuestras cosas y no prestamos la suficiente atención a la Palabra. No siempre nos dejamos tocar y sanar por Cristo y nos olvidamos de que el Señor nos puede curar de todas nuestras enfermedades; no siempre hacemos buen uso de nuestra libertad.

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!