sábado, 31 de enero de 2015

31 enero: Pregunta sin respuesta

La crisálida que no pudo volar
          Cuentan que alguien observaba los enormes trabajos y esfuerzos de una crisálida para salir de su capullo. Y la “caritativa mano” humana que fue rompiendo un poco del capullo para facilitar la salida. Y aquella mariposa no pudo volar nunca porque sus alas no estaban consolidadas. Se les había “ahorrado” el esfuerzo…, y quedaron sin fuerzas.
          Jesús va en la barca dormido. Surge la temible tempestad. Las olas rompen contra la barca y salpican todo. Jesús va “dormido” en popa. Y no se despierta… Los apóstoles se deshacen en intentar achicar el agua que inunda la barca. Y Jesús sigue “dormido”. No les sale al paso, no les facilita. Y aquellos hombres, ya exhaustos, con el nerviosismo y casi de mala manera se dirigen a Jesús y “lo despiertan”: ¿No se te da nada que nos vamos a pique? ¡Vaya si le daba! Él también se iría a pique. Pero los ha dejado solos hasta el límite. Los ha curtido en la lucha, en la esperanza y desesperanza, hasta la extenuación.
          Ahora –despierto- se pone en pie en una barca que apenas dejaba sostenerse sentados, y manda al mar y al viento, y todo se calma en un instante.
          Los Doce caen como fulminados por el asombro y el terror de lo pasado, y no se les ocurre más que una pregunta, a estas alturas…; quién es Este. Lo han visto curar enfermos, echar demonios, embelesar a las multitudes… Y no se han preguntado nada. El evangelio melifluo, dulzón, agradable, triunfador…, no les ha suscitado pregunta. Pero al llegar al límite, cuando se han visto al borde de zozobrar, cuando las cosas se pusieron feas, se quedan atónitos y se preguntan quién es Este. Porque echar demonios y sanar enfermos “en tierra firme” les ha resultado “normal”. Pero cuando se ha impuesto al mar y al viento, eso ya les ha sacado de sus esquemas. Un buen símbolo. Ya el mar simboliza al mal en muchos lugares de la Sagrada Escritura. Y Jesús dominando al MAL –al que se le trata de poner sordinas para no nombrarlo siquiera- se hace sorprendente para aquellos Doce. Y para tantas otras “docenas” de creyentes, que van expurgando de las Escrituras santas lo que sean expresiones o sucesos que no entran en los esquemas dulcificadores de una piadosa meditación.

          La pregunta “QUIÉN ES ESTE” es algo que me subyuga. Jesús es la sorpresa permanente. Cuando creo haber dado respuesta, me surge un “más”, un aspecto nuevo, que me deja otra vez atónito. No puedo abarcar una respuesta. Siempre hay más. Siempre me quedo corto. “Este” es Alguien que me llena a la vez que me deja un nuevo espacio que llenar. “Éste” no se agota. Cuando creo haber encontrado un punto que ya me lo dice todo, al paso siguiente tengo que confesar que no sabía nada. Que “éste” es maravilloso y por eso maravilla a quien se llega a Él con espíritu abierto y la pregunta en el alma: Quién es Este. Que “Éste” es plenitud y a la vez deja siempre hambre; que es agua que salta hasta la vida eterna y sin embargo deja el ansia de volverse uno al manantial para seguir bebiendo. Que “Éste” es belleza y es crucificado destrozado, casi descuartizado. Que “Éste” es dulzura pero que es el librito que, cuando se traga, produce ardor en el estómago. Que “Éste” no se queda para servir de azúcar de la tarta porque su vida no es nada azucarada, y sus expresiones nos molestan en muchas ocasiones y buscamos “explicarlas” con suavidades que nos van al caso. Y sin embargo, aquellos mismos apóstoles, que lo acompañaban, se tuvieron que preguntar, atónitos, quién es Este…

1 comentario:

  1. Jesús, el Señor de los vientos y de las olas. Este texto hay que leerlo debajo de una lámpara para que no se nos escape un detalle: Jesús ha decidido dormir, está cansado...y, sobre todo, quiere poner a prueba a sus discípulos. El mar estaba en calma cuando salieron,pero de pronto se les presentó una de aquellas tormentas que cada otoño se desencadena en aquel mar de Galilea. Jesús, parece que está dormido; ni los golpes de las olas ni las salpicaduras lo despiertan y, los discípulos asustados y, un poco enfadados lo despertaron, ¿Es que no te importa que perezcamos? Es un duro reproche en boca de aquellos sencillos hombres de mar...por un lado, reconocen el poder de Jesús; por otro lado , se quejan de su indolencia a pesar de su poder...Allí está Pedro que no pide, sino que exige.

    Y, Jesús se puso en pie y, mirando al mar lo mismito que si fuera una persona le dijo: ¡cállate! ¡guarda silencio! El viento amainó y cesó la tormenta. Después se volvió a los discípulos profundamente disgustado: ¿ Por qué sois tan miedosos? ¿Es que no tenéis fe!? Aquellos hombres lo habian visto hacer milagros; pero ante el miedo a morir, ya no se acordaban de nada...Y, ahora está sobrecogidos, aterrados, ante el Misterio de Jesús que les sobrepasa...No dejaban de preguntarse: ¿Quién es Éste que hasta el viento y las olas le obedecen?

    En la Biblia se leia que el mar era símbolo del mundo malo y pecador y Jahvé era el Señor de los vientos huracanados y de las olas...Y, Jesús le dijo al mar: ¡cállate! .Y hubo calma...

    Jesús, siempre nos sorprende; por su condición humana, conoce bien al hombre, conoce sus grandezas y sus debilidades. Él experimentó en su carne las mismas tentaciones y por eso puede acompañarnos y ayudarnos a sacar provecho de las mismas, porque las tentaciones en sí no son malas, pueden ser convenientes. nos prueban y nos purifican; en las luchas , si estamos con Jesús,nos hacemos fuertes y vencemos. El que no tiene que luchar, no conoce el placer de necesitar a Jesús ni conoce el placer de la victoria.

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