jueves, 22 de enero de 2015

22 enero. La obra de Jesús

JESUCRISTO, PONTÍFICE
          Hebreos 7, 25 a 8,6.  Jesús puede salvar definitivamente a los que por medio de Él se acercan a Dios, porque vive siempre para interceder en su favor. Y tal convenía que fuese nuestro Pontífice: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el Cielo.
          Sólo ese párrafo de una lectura larga, hoy, vale ya la pena. Porque es la esencia de la obra redentora.  El autor está contraponiendo el sacerdocio antiguo (del que habló ayer) del nuevo Sacerdocio de Cristo, que es el ya nosotros disfrutamos. Los “sumos sacerdotes” de ayer habían de ofrecer sacrificios cada día, y primero habían de ofrecer por sus propios pecados; después por los del pueblo. Jesús lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. Vive en los Cielos. A Jesús le ha correspondido un ministerio tanto más excelente cuanto mejor es la alianza de la que es mediador, una alianza basada en promesas mejores.
          Esa Alianza es la que revivimos en cada Eucaristía que se celebra en el mundo, porque Jesús se ofreció de una vez para siempre. Y lo que los ministros de su redención hacemos ahora no es algo nuevo sino vivir metidos dentro de siu Persona, en ese momento impresionante en que nos acercamos al Altar. Porque en ese momento algo superior reviste la figura humana… En ese momento se está reviviendo la acción pontifical de Jesús inmolado una vez para siempre.
          El Evangelio de Mc 3, 7-12 no es de los más elocuentes a primera vista. Continuación del de ayer: fariseos y herodianos planean cómo acabar con Jesús. Se produce un hecho (que se repite varias veces en los evangelios), Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del lago. Esta vez no se van “a la otra orilla”, pero se quita Jesús de en medio. Ni quiere disputas inútiles, ni va a convencer a los fariseos (que son irreductibles), ni el carácter de Jesús es belicoso. Prefiere dejar a sus contrincantes y marcharse…, poner tierra por medio… [Reconozco que es uno de los estilos prácticos que más me atraen de Jesús. Porfías, discusiones, enfrentamientos, “a ver quién puede más”, es de las posturas más molestas. Retirarme, tomar distancia, dejar que el tiempo apague fuegos ficticios, lo veo mucho más al estilo evangélico, cuando en la discusión no se va a arreglar nada, ni hay de por medio una materia doctrinal o importante].
          Y Jesús no perdió nada con ello. Porque las gentes de bien, que iban de buena fe, acaban yéndose con Él y lo buscan dondequiera que esté. Allí venían los que sufrían de malos espíritus –con ellos sí mantenía Jesús guerra sin cuartel-; allí venían a escuchar su palabra. Allí Jesús sentía el calor de las gentes abiertas a escuchar su mensaje. Lo que prohibía Jesús –a los propios liberados de malos espíritus es que lo fueran propagando. Jesús no quería más propaganda que la de sus obras, sus palabras, sus acciones mesiánicas…, y esa “propaganda” no lleva altavoces, sino que tiene que proclamarse desde el cambio interior de la persona, que acabará así haciéndose misionera de la verdad, testigo de haber encontrado a Jesús.
          Este testimonio sí que lo quiere el Señor. Que “vayamos” al Lago y nos sentemos con Él (es la gran ventaja de la contemplación, que nos hace posible revivir las escenas, con la diferencia de que la “historia” se hace realidad con un mero cambio de personajes). Ahora nosotros nos hemos retirado con Jesús; ahora somos los beneficiarios de ese sabroso y comprometido encuentro.

2 comentarios:

  1. Sin rechazar a los enfermos y a la gente que lo buscaba con el corazón, Jesús quiere hablarnos a nosotros, quiere llenarnos de Paz y de Amor de Dios. Él nos invita a seguirlo; nos anima a aceptar con alegría los contratiempos con los que, inevitablemente,nos vamos a encontrar en la vida.Él quiere que nos abandonemos a su servicio; que con nuestras voces y nuestras manos, seamos instrumentos de la nueva evangelización. Nuestros Presbíteros, son los encargados de asignarnos nuestro lugar en la Parroquia.

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  2. Ana Ciudad4:53 p. m.

    Jesús atiende a la muchedumbre que le sigue,porque tienen necesidad de Él ,porque tiene un corazón compasivo y misericordioso.Nos dice el Evangelio que curó a muchos,pero no a todos los enfermos del mundo, ni suprimió las penalidades de esta vida,porque el dolor no es un mal absoluto y puede tener un incomparable valor redentor,si se une a los sufrimientos de Cristo.
    La humanidad ,a pesar de todos los progresos,sigue sufriendo dolores físicos y morales,pero sobre todo desconoce y padece la falta del conocimiento de Cristo.Esta es la gran necesidad del mundo.Llega un momento en que el alma no puede más,no le satisfacen las mentiras de los falsos profetas.
    y aunque no lo admitan,esas personas sienten hambre de saciar su inquietud con la enseñanza del Señor.
    En nuestras manos está ese tesoro de darla a tiempo y a destiempo,con ocasión y sin ella,a tavés de los medios a nuestro alcance.Y esta tarea apremiante la tenemos los cristianos.

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