sábado, 27 de abril de 2013

Libertad frente a redes afectivas


ESTOY AQUÍ DE NUEVO. ESTAR TAN PRONTO NO ES MEJOR SEÑAL, PORQUE SIGNIFICA QUE –DE MOMENTO- NO HA HABIDO UNA SOLUCIÓN FAVORABLE.  PERO SIGAMO EN MANOS DE DIOS, PIDIENDO, PARA QUE LA SOLUCIÓN LLEGUE.

Mc 3, 20-21
             Un caso que bien pidiéramos decir que es de vida ordinaria, normal, frecuente… Los familiares de Jesús no han intervenido hasta aquí, al menos de una forma directa.  Han observado la actuación de Jesús y se han ido preocupando.  El pariente que se ha criado en el pueblo y que no era nadie, de pronto predica, se enfrenta a los fariseos, Todo eso, que podía ser a títulos más particular, llega a ser ocasión de preocupación pta la familia cuando Jesús –al estilo de los maestros de Israel, ha dado un paso tan significativo como el de buscarse discípulos y crear escuela.  Y por si fuera poco, las gentes se van entusiasmando con Él hasta el puntos de que vienen tanto en busca de Jesús que ya no le queda tiempo ni para comer. Para los familiares aquello ya es preocupante y optan por venirse por Él con intención de llevárselo y quitarlo del ojo el huracán.  No les interesaba ni les creaba deseos el hecho de aquella fama del pariente. Lo que pretenden es alejarlo del foco, llevárselo y quitarlo de aquella exaltación en la que había caído. Porque pensaban ellos que Jesús estaba fuera de sí, se la había ido el juicio y el equilibrio…  Apartarlo –pensaban- era la mejo solución.
                La realidad es que aquella historia se ha repetido múltiples veces…, y se seguirá repitiendo.  Las familias son más indiferentes a que los suyos escojan una carrera u otra, una pareja u otra.  Pero cuando se trata de un seguimiento en el plano religioso y sobrenatural, surgen –con facilidad- esos pensamientos sobre lo apto o no apto del “pariente” que ha pensado abrazar un determinado modo de  vida que se sale de “lo corriente”. Ahí surgen los recelos, las dudas, las aptitudes, la “necesidad” de que ese camino esté contrastado…, y tantas y tantas veces, pensando la parentela que debe conocer “otros mundos” antes que dar el paso hacia la vida de compromiso religioso.

El pariente que dio el paso y que mantiene su actitud comprometida en su vocación cristiana, ha de ir superando obstáculos y “pruebas” que demuestren con el paso del tiempo y la firmeza de actitud, que no tiene perdido el juicio…, que no está fuera de sí…, que sabe muy bien adónde va y qué quiere.
Jesús se dejó manejar por ellos, y no se fue con ellos.  Siguió haciendo su obra, fiel a su misión.  Y yo acentuaría que también fiel a sus seguidores que han creído.  Por eso las gentes sencillas aquellas lo buscan, se sienten seguros…, miran a sus obras, que dan testimonio del hombre bueno, ¡y más que eso!  Y se fueron con Jesús, aún más que antes.
Hay algo evidente: las obras son el gran aval que alguien lleva en sí. Las obras son el “pasaporte” que deja paso franco por a fronteras de la vida y de las mismas almas de los particulares.  Las masas que seguían a Jesus no eran mero contagio de masas. Las obras que Yo hago, dan testimonio de mí”. Y cuando hay uno que es de corazón libre, y ayuda a los otros a vivir así, liberados de los demonios de sus propias pequeñeces y esclavitudes de mil detalles que atrapan en la vida, el resultado es esa emoción e imantación que se experimenta para buscar ansiosamente al que se tiene como liberación que ensancha el alma.
Y Jesús echaba esos “demonios esclavizadores”, hablaba un lenguaje nuevo que dejaba seguridad en las almas. Y atraía tanto que no le quedará a Él tiempo ni para comer, pero que los demás lo experimentarán como el hombre que está para ellos.  Eso es lo que no entienden los parientes de Jesús que, al fin y al cabo, siguen las pautas “normales” de pensar en sí mismos y buscar las soluciones de sus propias cosas. Al pariente Jesús lo quisieron hacer “volver en sí”…  Pero Jesús sabía muy bien que nadie podía coartarle la misión que Él sentía dentro de sí.  Y decimos de parientes como podemos decirlo de otros…  Hay una tentación constante “en derredor” del “llamado” por los cauces del espíritu, de poseerlo…, de apropiarse de él;  de influirle, de levarlo al propio terreno…, de manipularlo… Unas veces por egoísmos propios; otras, por muy falsas y –hasta a veces- “inconfesables” afectividades;  otras porque es muy difícil de entender lo que ha venido “de arriba” y hasta dónde llega la fuerza de una llamada interior.  Jesús la había sentido, y por eso no se dejó “liberar” por su familia.  Él ya era muy libre haciendo lo que Él veía que debía hacer.  Y nada ni nadie, salvo Dios, podía cambiarle su camino.  Por eso los parientes fracasaron en su intento.  Por eso siguen fallando muchos de esos que quieren dominar y tener copado en su miope terreno al que es libre como un pájaro, y sólo cambia el paso cuando Dios se lo hace cambiar

1 comentario:

  1. Ana Ciudad2:19 p. m.

    Padre,no lo llamo por teléfono porque me imagino que tendrá que atender a tantas llamadas interesándose por su salud ..pero quiero que sepa que lo tengo muy presente en mis oraciones para que haya pronto una solución y pueda seguir con la energía que le caracteriza y a las que nos tiene acostumbrados.

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