viernes, 5 de abril de 2013

El daño de no saber DUDAR


TESTIMONIO DE LOS GUARDAS DEL SEPULCRO
             No puede pasarse por alto que –en medio de todas estas narraciones- quede el curioso e indignante tema de los soldados guardianes del sepulcro, que han huido despavoridos y han contado a los sacerdotes lo que ellos pueden testificar…; la piedra corrida de improviso, y unos seres extraños, celestiales, sentados encima de esa gran piedra redonda. Y como aquello no tiene explicación ni puede negarse, los sacerdotes optan por el soborno: “Decid que mientras vosotros dormíais, sus discípulos se llevaron el cuerpo.  Y si esto llega a oídos del presidente, nosotros nos lo ganamos, y vosotros estáis a salvo.  Y les dieron mucho dinero para que mantuvieran la boca cerrada…, o para que la abrieran para contar la patraña que los sacerdotes ponían en su boca.
             Ya he dejado dicho –al comienzo- el conjunto de absurdos que hay ahí. No deja de ser llamativa esa vista de ángeles que descorren la piedra y se sientan sobre ella. Y más llamativo que los soldados se desploman de miedo y ahí queda todo el testimonio de tales hombres.  Porque a partir de ese suceso, lo que salen es corriendo despavoridos monte abajo, para comunicar a los sacerdotes el suceso. Es lógico que se fueran a los sacerdotes y no a sus jefes militares, porque se hubieran ganado el calabozo. Y porque los sacerdotes eran los que habían organizado todo aquello, pidiéndole guardas al presidente.
Ahora tenemos unos guardianes puestos por el gobernador para custodiar el sepulcro, que bajo ningún concepto pueden estar dormidos todos a la vez, porque están faltando gravemente a su deber. Y unos guardianes dormidos no pueden testificar que fueron los apóstoles quienes llegaron a robar el cuerpo de Jesús.
Y unos sacerdotes que tienen que defender su postura, porque otra cosa sería reconocer su error.  Y porque siguen siendo tan ladinos que van tocando las teclas según conveniencias, y ahora toda inventar un cuento…, y pagar dinero.  Se lo pagaron a Judas… Ahora lo pagan a los soldados… Lo que no hacen es enfrentarse a la verdad, ni cuestionarse siquiera el caso. ¡Porque razones tendrían para dudar ahora mismo, con lo que acaban de contarle los soldados!

No creáis que no me cuestiona a mí este tema. Ya he insistido mucho en la necesidad de dudar, de replantearse, de mirar de frente la propia realidad sin buscarse subterfugios de escapatoria…, siempre buscando cabezas de turco como culpables o causantes…, y saliéndose de rositas de la propia responsabilidad.  No me deja a gusto que pueda quedarme yo en “mi postura”, que “los demás” sean los equivocados o malévolos, y que yo siga adelante con mi mismo modo de siempre… Porque mientras no hay un serio (y hasta severo examen) de mi propia realidad interior, no llegaré a la verdad mía, no pondré remedios, no buscaré raíces…  Sacudiré las pulgas y me quedaré como estaba y seguiré haciendo lo que hacía, aunque más de una vez puede ser en detrimento de terceros.
DUDAR uno de sus posiciones adquiridas, saber escuchar otros puntos de vista, acoger lo que pueden tener de verdad, interrogarme sobre ellos…, es la única postura sincera que cabe aquí.  Lo contrario será repetir la negación apriorística de los sacerdotes, la cobardía de los soldados que huyen del lugar, la felonía de los sacerdotes que sobornan para callar la boca…, y el plan previo de acallar al presidente, si llegara a él la noticia de lo ocurrido.  Sinceramente es para preocuparse si uno no es capaz de DUDAR de sí y de los “intereses creados”, que acaban provocando un estado de mentira y de huida para tapar la verdad que está patente a los ojos de los que ven o analizan desde fuera.  Aparte del daño que se provoca, que va muchas veces más allá del que imagina quien nunca duda. Porque serán los otros los que se encuentren con el embolado de no saber por dónde tirar.
En el fondo está el hecho básico de la Resurrección de Jesucristo, que es la que están pretendiendo negar de base aquellos sacerdotes. Y como la fe cristiana se fundamenta en esa Resurrección, el gran problema de aquellos que nunca quisieron admitir su error, o al menos plantearse su duda, es que mantendrán la negativa a esa realidad incontrovertible. Y así irá repitiéndose a través de los Hechos de los Apóstoles, con las detenciones de apóstoles. los juicios impositivos para que silencien el nombre de Jesús, e incluso las muertes de Santiago, Esteban…  En la mentira recalcitrante para defender la propia postura, ya cae quien caiga… Esto es lo verdaderamente grave de ese suceso –que sería casi chusco (el de los soldados desplomados de miedo y huyendo)-: que tras esa situación van viniendo las otras…, enganchadas como las cerezas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡GRACIAS POR COMENTAR!