martes, 23 de abril de 2013

Como íbamos diciendo...


Mc. 3, 1-6
                El día que presentó su renuncia Benedicto XVI dejé también cortado el tema que venía desarrollando de forma continuada: el Evangelio de Marcos.  Hoy reanudo por donde iba, recién acabado el capítulo 2.  En ese capítulo se narran una serie de actuaciones que bien podríamos llamar “persecutorias” o inquisitoriales contra Jesús, criticando y atacando todo lo que hacía, acosándolo permanentemente.

              En el capítulo 3 volvemos a encontrar a Jesús en un sábado. Y Jesús mantiene muy claro que “el sábado se ha hecho para beneficio del hombre, y no al hombre como esclavo del sábado”.  Y se encuentra en la sinagoga con un hombre que tenía una mano paralizada.  Que estuviera allí y que estuviera visible podía tener varias causas:  el hombre que venía buscando precisamente la compasión de Jesús…; el hombre que estaba allí en candelero como una trampa que ponían los fariseos a Jesús… O sencillamente estaba allí y Jesús lo ve.
             Sea como sea, lo que nos dice San Marcos es que los fariseos estaban allí acechándolo si en sábado curaba Jesús, porque así tenían ellos razón para acusarlo.  Jesús se sabe observado y con no buenas intenciones. En absoluto, cabría mirar para otro lado y no darle a los fariseos ese gusto de emprender otra causa de discusión.  Pero eso no cabía en Jesús, porque si Jesús se encuentra ante una necesidad, no mirará nunca a otro lado. Sin embargo no pretende provocar, y su forma de proceder es dialogante, pretendiendo el razonamiento de aquellos hombres a los que Él quisiera llevar el sentido auténtico de la RELIGIÓN, como relación de la perdona con Dios, y no del cumplimiento de normas descarnadas, como quien aplica una fórmula matemática de laboratorio.  Y Jesús se dirige a ellos y les hace un planteamiento que va mucho más allá que el de las “leyes”.
             Llama al hombre de la mano paralizada y le dice: Ponte ahí en medio. Y ahora se dirige a los fariseos y les pregunta:  ¿Es lícito en sábado hacer el bien, o es lícito hacer el mal?  [Hacer el mal es sencillamente la omisión cuando se tiene en la manos ls posibilidad de hacer el bien]. Y acentúa la pregunta con una segunda interrogación: ¿Es lícito salvar un alma, o –por el contrario- es lícito matar?  Si actuar supone salvar, no actuar equivale a matar. ¿Cuál de las dos cosas es lícita en sábado?
             Ellos no tenían respuesta a esa manera de presentar Jesús el tema. Ya no se trataba simplemente de curar en sábado…  Había detrás una realidad contraria que suponía hacer un daño positivamente… ¿Es eso lo que los fariseos admitirían: “en sábado se puede hacer el mal”?  Y como se ven con las manos cogidas…, como respondan lo que respondan quedan mal, optan por callar.  [Si decían que se puede hacer el bien, Jesús curará al hombre, y ellos quedan sin argumentos de ataque, porque ellos mismos han dado el visto bueno.  Si dicen que se puede hacer el mal, chirriaría en las mentes de los asistentes. Callando, no comprometen nada. No se ponen a favor de nada ni en contra de nada…, y quedan con su libertad para atacar a Jesús.  Pero hay que reconocer que salen malparados, humillados ante el propio Jesús y ante aquellas gentes de buena fe].
             Jesús esperó… Miró… Pasó la mirada en derredor… Responderían o no pero allí estaban tragando saliva porque la situación les era muy engorrosa.  En Jesús había indignación –nos dice el evangelista-, había pena profunda (“contristado por el encallecimiento del corazón de aquellos hombres”).  Y acabó dirigiéndose al enfermo…  Si nos metemos en el sentir de ese hombre, tuvo que pasar lo suyo.  Estaba colgado de la respuesta de unos fariseos sin corazón.  Eran capaces de negar la posibilidad de que hiciera Jesús el bien con él.  Los momentos se le hacían eternos.  También él miraba en derredor con ojos suplicantes, como quien dice: “Decid que sí se puede hacer el bien”…  Cuando Jesús se dirigió a él y le dijo que extendiese su mano, respiró gozosamente… Triunfaba la lógica, la compasión, la caridad con un pobre paralítico, y quedaba todo más allá que “las leyes”.
             Extendió la mano. No había habido violación alguna del sábado. No había habido “trabajo”. El gesto de extender la mano era idéntico al que los fariseos estaban gesticulando todo el tiempo, sin que por ello pensaran violar el sábado. Se sintió el enfermo un hombre normal, que podía hacer lo que cualquiera de los que estaban allí.  No les debía nada a sus mentores religiosos que, en realidad, eran unos esclavos más paralíticos de su alma que lo que había estado paralizado su brazo.
             Jesús no había hecho nada que pudiera considerarse contra el sábado.  Lo que había dejado muy claro es que Dios está mucho más allá que las normas, máxime cuando tantas de aquellas normas eran exageraciones y casuísticas añadidas por el mundo farisaico.  Y salió con las gentes que se marchaban satisfechas por lo que habían sentido como más propio de la acción de Dios.
             Pero los fariseos habían quedado mal. Mal a los ojos de sus gentes y mal ante ellos mismos porque sabían muy bien que habían hecho el ridículo.  Y eso pretendieron compensarlo –vengarlo- al estilo que les era propio. Saliendo de la sinagoga, y uniéndose a los enemigos naturales que eran los partidarios de Herodes, tomaron la determinación de acabar con Jesús.  Era la solución más rastrera que podían decidir. Pero cuando uno se obceca, ya es capaz de cualquier barrabasada. 

2 comentarios:

  1. Ana Ciudad3:30 p. m.

    Leemos en la lectura de la Misa de hoy cómo con la predicación de la Buena Nueva mucho se convertían y se adherían a ellos.
    Nuestro Señor funda su Iglesia sobre la debilidad,pero también sobre la fidelidad de unos hombres, los Apóstoles;no eran éstos ni ricos,ni cultos ni héroes a lo humano.Jesús echa sobre sus hombros una tarea inmensa,divina.
    Sin embargo estos hombres tuvieron fe,fueron fieles y comenzaron a predicar por todas partes aquella doctrina que chocaba frontalmente con muchas costumbres paganas.En poco tiempo el mundo conoció que JESUCRISTO era el Redentor del mundo.

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  2. Jesus DIALOGA intenta conocer la verdad ; no es vanidoso por eso
    dialoga .

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