domingo, 22 de julio de 2012

Un Pastor para todos


Domingo16: PASTOR Y PACIFICADOR
             Comienza la 1ª Lectura con el sentimiento desgarrado de unas ovejas dispersas, perdidas sin que nadie se cuide de ellas. Y evidentemente  para un pueblo nómada y pastoril, aquello significaba mucho.  Detrás de la imagen del rebaño sin pastor está la realidad de un Pueblo que ha dejado a Dios, de unos malos dirigentes que se aprovechan de su pueblo.  Como dice un Santo de la primera Iglesia:  son los pastores que tienen las ovejas para aprovecharse de ellas, pero sin cariño ni cuidado de sus necesidades. De ahí que salga el profeta anunciando el planteamiento de Dios de reunir a sus ovejas, de darles un pastor que las conduzca a buenos pastos y las defienda de los peligros.  Y el anuncio profético: Llegan días en que un descendiente de David será el que conduzca a ese rebaño y le dé los mejores pastos.
             Cuando en el Evangelio aparece Jesús, está recibiendo a sus apóstoles que regresan de haber estado misionando por los pueblos y aldeas, y vienen todos con sus experiencias, muy deseosos de contarlas y de informar a Jesús de todo lo que han hecho.  Pero a Jesús lo busca tanto la gente, porque ven en Él una persona que hace el bien, que acoge que cura…., que llega a no tener tiempo ni para comer. ¡Cuánto menos para poder dedicar el tiempo a sus discípulos!  Y tiene Jesús la idea de retirarse con ellos al otro lado del Lago, a un lugar tranquilo, y –por decirlo así- ofrecerles un día de campo.  Pero las gentes observan la dirección de la barca y todos se van rodeando el Lago y hasta llevándose consigo más gente todavía.  Y cuando desembarca Jesús, encuentra aquel panorama, a aquella muchedumbre ansiosa de estar con Él.  Y se le viene a la mente ese sentimiento de misericordia hacia un pueblo que está como rebaño sin pastor…, que en cuanto han encontrado la acogida de Jesús, se vienen atraídos hacia Él.  Ahí se acaba “el día de campo” porque Jesús ve la necesidad de aquellas gentes que necesitan ser atendidas, ayudarles en su fe, curar sus enfermos, darles su tiempo…
             San Pablo dirá a los fieles de Éfeso que Los que estaban lejos antes, ahora se acercan porque Jesús vino a traer una paz profunda que une, que rehace, que recompone lo que se ha roto o que vive disperso…  Y conociendo bien la división entre el pueblo judío y el pueblo gentil, afirma rotundamente que Dios reconcilió a los dos pueblos, uniéndolos en uno solo mediante la cruz.  La paz es el signo distintivo de que una obra es de Dios
Precisamente a la Comunión se accede tras el gesto de la paz, un signo que debiera tener más valor en la práctica si al “dar la paz” es que la llevamos en el corazón.  A eso se añade que la misma Eucaristía (Comunión) es la realidad misma que debe crear en nosotros una urgencia de unidad, algo tan difícil en el modo egoísta de una sociedad competitiva y encerrada sobre su propio problema.  La COMUNIÓN es esa profunda argamasa de paz y de mutua comprensión que tiene que crear unión y bienestar recíprocos.  Otra realidad interior en nosotros, aunque mucho pretendamos ser, en realidad nos estaría rompiendo en vez de uniendo, “excomunicando” en vez de haciendo COMUNIÓN.

POR LO DEMÁS, MIS QUERIDOS SEGUIDORES EN ESTE BLOG, INTENTARÉ QUE EN LOS PRÓXIMOS 8 DÍAS TENGÁIS UNA EXPLICACIÓN, AUNQUE FUERA BREVE, DE LA LITURGIA DEL DÍA.  AHORA SALGO PARA TIERRAS TERESIANAS PARA DAR EJERCICIOS, Y NO PUEDO ASEGURARME PODER FUNCIONAR CON NORMALIDAD EN ESTA LABOR APASIONANTE DE ESTAR CADA MAÑANA CON VOSOTROS, SABIENDO QUE SOIS MUCHÍSIMOS LOS QUE SEGUÍS EL BLOG A DIARIO, COMO LO PRUEBAN LAS ESTADÍSTICAS.

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