lunes, 2 de julio de 2012

Actualidad y NOMBRE


DÍA 2 de julio. LECTURA CONTINUA
             A primera vista es desagradable la profecía de Amós. Lo que pasa es que si tenemos ojos claros nos podemos poner ante el mundo actual, en el que estamos, y si no nos gustaría que se levantara Amós para decirles ese discurso: Os quejáis de Dios. Protestáis de los males que os ocurren. Sentís el aplastamiento de la crisis económica y social… O humana y religiosa. De la impotencia para salir adelante…, de las puertas cerradas para las soluciones.  ¿Os habéis planteado si vuestro desastre no será el propio fracaso de haber dejado vosotros a Dios, y que ahora os faltan los lazos indispensables para poder salir de vuestro pozo?   Porque si supierais echar una mirada limpia atrás, podríais descubrir un Dios que se batió el cobre para daros libertad, para defenderos, para crear edades de oro de santos y de cultura que sembró una realidad floreciente en artes, conocimientos, construcciones que hoy admiráis como “turismo”.  Dejar a Dios es quedar en vacío. ¿De qué os quejáis ahora?   Si fuéramos capaces de leer esta 1ª lectura con mirada normal de personas sensatas, actuales, seguramente nos sonaría Amós a un “historiador” honrado que no simplemente dice, ni que testifica una realidad que es presente.
             El Evangelio –que Mateo reduce, respecto a otro evangelista- presenta una respuesta en la misma línea de lo anterior.  Un “letrado” (que no es uno del pueblo, sino un doctor de la Ley), decide seguir a Jesús. Jesús, que no miente ni hace demagogia, ni falsa propaganda electoral, le planta ante los ojos: Los zorras tienen madriguera…Yo no tengo dónde reclinar mi cabeza.  Camino y voy adonde Dios me va llevando. Venir conmigo no es una aventura triunfal humana. Ya lo sabes.  Ahora tú decides.  ¿Decidió? ¿Siguió?  ¿Aceptó?
             Otro ya era discípulo, pero un día vino diciendo que no podría seguir ahora porque –según la costumbre judía- él debía quedar como hermano menos y soltero, al cargo de su padre, mientras viviera.  Y es verdad que era la costumbre así.  Pero las costumbres no son leyes, ni “haberlo hecho siempre así” es norma. Se trata, dice Jesús, que tú ya estabas siguiendo mis pasos, y que tus hermanos están ahí para hacerse cargo de atender a tu padre.  Se trata de entender ahora en forma práctica concreta, que ese mandamiento que tanto repetís de “amarás al Señor tu Dios, con todo el corazón con toda tu alma, con todas tus fuerzas, con todo tu ser”, tiene su momento específico de vivirse con sus consecuencias.  Que el sentir del amarás al Señor sobre todas las cosas no es una frase hermosa y poética. Hoy te llega un momento de elegir.
             En la elección no se te pide que no ames y sirvas a tu padre, sino que Dios está por delante de todo amor, si realmente es “sobre todas las cosas”.  Por debajo de Dios, todo lo demás.  Y que aquí no se trata de dejar solo y abandonado a tu padre, sino de que tus hermanos, los que no siguen ya el camino de la vida (por eso Jesús llama “los muertos”), sean quienes acompañen a tu padre mientras viva.  ¿Qué pasó? ¿Qué opción tomó el discípulo que ya venía siguiendo?
             En los dos casos me queda una sospecha…  Siendo tan importante EL NOMBRE en la mente hebrea, ¿significará algo el que aquí no se nos dé el nombre de ninguno?  Porque la misión está implícita en “ese nombre”, en esa “personalidad” que indica un nombre distintivo.  Y hago la salvedad porque buena falta nos hace pensar si en nuestras opciones de vida, vamos teniendo NOMBRE…, o quedamos “innominados” en medio de una “masa cristiana” que al final no se decanta decididamente por tener a DIOS, AMADO SOBRE TODAS LAS COSAS.

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