jueves, 5 de julio de 2012

Para que veáis...


PRIMER VIERNES
DÍA 6 ……………… Reunión de fin de Curso   5’30 tarde
TEMA:  San Mateo, desde12, 22  hasta el final.

Profeta a su pesar
             Amós no era ni profeta ni descendiente de profeta.  Era un labrador. Pero un día Dios le manifestó algo, y Amós, honradamente, no tuvo sino que decir lo que Dios le había comunicado. Como otras veces, Dios hablaba de antemano para evitar que algo sucediera: la ruina de Jerusalén  e Israel. Y eso no sentó bien.  Y le recomendaron, por su bien, que se marchara. Su respuesta fue tan fiel como había sido hasta allí: él no había elegido tener que hablar de aquello, pero Dios manda, y él tiene que comunicarlo por fidelidad a su Dios.  De ahí que el SALMO elegido para hoy sea el extenso 118 que cada dos líneas saca a relucir los mandatos, la ley, los preceptos, los decretos, los mandamientos…, de Dios.  Y ante esa realidad, sólo cabe la postura de ese hombre fiel
             En el Evangelio, también ¡fiel Jesús!  Le tren un paralítico. Es muy claro que la finalidad del enfermo y de los que lo traen es que Jesús le haga andar.  Pero Jesús tiene sus caprichos, y en vez de curarlo (como tantas veces hizo), le sale por otro sitio, que –muy posiblemente- no era lo que más emocionara al lisiado.  Jesús le dice: ¡Ánimo, hijo!, tus pecados son perdonados.   Si al enfermo no le entusiasmara demasiado aquella salida, los escribas estaban como aves de presa para atacar a Jesús por cualquier motivo.  Y aquella palabra de un hombre perdonando pecados les supo a blasfemia, “porque sólo Dios puede perdonar pecados”.  Si tanto el paralítico como los doctores de la Ley hubieran echado mano de la creencia popular, de que la enfermedad viene como consecuencia de haber pecado, hubieran podido muy bien entender a Jesús.  Pero cuando hay malevolencia, no se entiende ni lo más claro  para la gente sencilla.
             Jesús entonces va a lo que realmente iba:  a mostrar a los doctores fariseos su realidad profunda.  Porque se dirige a ellos y les hace un reto: Qué puedo decir más claro: “tus pecados son perdonados” o “levántate, toma tu camilla y vete a tu casa?  Pues para que veáis que Yo, Hijo del hombre, puedo perdonar pecados [=tengo en realidad el poder mismo de Dios, como su Mesías que soy], se dirige al paralítico y le dice: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.  Lo más llamativo de estos relatos en que no nos digan “el después”.  Nuestra curiosidad lo desearía, pero los evangelios no se escribieron para curiosidades sino para mostrar la verdad que venían a mostrar.  Y para el más mínimo entendedor, la respuesta esencial estaba dada.
             Los fariseos ni respiraron.  Y a algo de esto…, a la gravedad de esto, va a ir dirigido el acto del Primer Viernes, con el texto que he indicado al comienzo.  Es amplio, y muy rico en contenido profundo y práctico para la aplicación a la vida personal.

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