miércoles, 22 de agosto de 2018

22 agosto: Denario por cabeza


Día de MARÍA REINA
            Aunque en la reflexión del día, como en la liturgia, se sigue la lectura continua.

LITURGIA
                        Hoy es más cercano el discurso de Ezequiel, más “familiar” a nuestro entendimiento, más asequible, que nos transporta al pensamiento del Nuevo Testamento y al discurso de Jesús.
            Ez.34,1-11 es una amplia descripción sobre los pastores, que en el caso que nos ocupa, es una queja profunda de los malos pastores, esos que más que cuidar de sus ovejas, se aprovechan de ellas, y de las más gordas. Tienen a sus ovejas para provecho propio y para tomar de su lana y de su enjundia, y por el contrario no las apacientan, no fortalecen a las que están débiles, ni curan a las enfermas ni vendan a las heridas, ni buscan a las que se pierden. Incluso maltratan a las fuertes. Es todo lo más contrario a lo que es un pastor, a lo que requiere un rebaño.
            Es el Señor quien se va a enfrentar a esos pastores y va a reclamar sus ovejas para que dejen de apacentarse a sí mismos los malos pastores. El Señor liberará a sus ovejas de las fauces de los malos pastores.
            Todo esto está llamando a la llegada del pastor bueno que se cuida de sus ovejas y que las conduce a buenos pastos, y es verdadero pastor de sus ovejas. No se dio tal en el tiempo aquel, y hay que mirar hacia esos tiempos futuros en los que se hallará al pastor que es bueno.

            El evangelio de Mt.20,1-16 nos pone delante la grandeza del corazón de Dios, siempre paciente y buscando la salud de sus fieles, aun a pesar de la rémora de algunos. Sería una concreción de Dios que se cuida de su rebaño y que no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y que viva.
            Nos pone Jesús una parábola muy expresiva. El dueño de la vida sale a la plaza a primera hora para contratar jornaleros. A los que ya están allí dispuestos para ir a trabajar, les hace contrato verbal de un denario por el trabajo de la jornada, Un denario supone una buena paga, y aquellos hombres de la primera hora van tan contentos a trabajar a la viña.
            Sale el amo hacia media mañana y encuentra a otros que están en la plaza. ¿Cómo es que estáis ociosos? –Nadie nos ha contratado. La verdad es que el tema no era que no los hubieran contratado sino que no estuvieron a primera hora. Pero el amo los manda a la viña a trabajar también en ella.
            Y se repite a media tarde y llega a haber gente parada a las 5 de la tarde, cuando ya sólo queda una hora hasta el momento de dar de mano. Pero también a ellos los envía a la viña a trabajar.
            Llega el momento de cobrar. Y el amo da la orden al capataz de empezar pagando por los últimos. Y a los últimos le pagan un denario. Y así le van pagando a cada turno. Piensan los de la primera hora que les pagarán más porque ellos han soportado el peso del día y el calor, pero llegados a ellos, les pagan su denario, con el que se habían contratado expresamente con el amo aquella mañana y les había parecido muy bien. No se les ha hecho ninguna injusticia, porque ellos llevan su jornal muy bien pagado y abundantemente pagado.
            ¿Qué es lo que Jesús quiere enseñar con esta parábola? –Que lo importante es haber llegado a estar en la viña, haber llegado a entrar y trabajar en ella, aunque se hubiera llegado tarde. Llegar a estar con Dios y trabajar acorde con Dios es lo importante. Y Dios dará su cielo a quienes entraron en su viña, aunque fueran obreros de la última hora.
            ¿Qué ventaja tiene haber llegado al comienzo del día? –La satisfacción de haber sido fiel al amo. El gozo del deber cumplido. La seguridad de haber llegado a tiempo para trabajar en la viña. Los demás no podían garantizarse ir  la viña, si no es por la generosidad del amo.
            ¿Qué sensación debe causarles que los otros también han entrado? –El gozo de que llegaron a salvarse, aunque fuera a la tarde y aun a la última hora.
Dios es así de misericordioso, y eso debe llenar de alegría a todo creyente, por amor al hermano y por el celo por la gloria de Dios.

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