domingo, 19 de agosto de 2018

19 agosto: Comer mi cuerpo


LITURGIA:  Sabiduría de Jesús
                        Seguimos en el evangelio con el discurso del PAN DE VIDA (Jn.6,51-59). Enlaza con el domingo anterior con un versículo repetido: Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, para completar la idea y el sentido profundo, afirmando que: el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.
            Es lógico y natural que aquello extrañaba  y aun escandalizaba a los judíos, que se peguntan cómo puede éste dar a comer su carne. La afirmación así era poco aceptable y hubieran deseado una aclaración en el terreno que ellos pudieran comprender. Pero lejos de ello, Jesús da una vuelta de tuerca y afirma sin más que Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. Jesús se reafirmaba pero no explicaba lo que estaba queriendo decir y trasmitir con aquellas palabras. No nos puede extrañar que sus mismos discípulos se escandalizaran, como ya aparecerá más adelante.
            Para nosotros es un tema dominado, fácil de entender, como algo vital. Pero nosotros ya hemos vivido el sentido completo y entendemos perfectamente lo que Jesús dijo. Pero para aquellos oyentes que no veían más que a un Hijo de hombre, y sólo se les decía que tenían que comer su carne y beber su sangre, era algo extraño y hasta repugnante.
            Jesús no aclaró nada. Insistió: El que coma mi carne y beba mi sangre, yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. Éste es el Pan que ha bajado del cielo, no como el de vuestros padres, que comieron el maná y murieron. El que come este pan, vivirá para siempre.
            Podemos imaginar lo que aquellas gentes pensaban, y toda la extrañeza que originaban aquellas afirmaciones de Jesús. Y repito: el escándalo para los propios discípulos que no llegaban más allá que el sentido de la palabras…, y las palabras hablaban de comer la carne y beber la sangre de aquel hombre. La verdad es que necesitaban de una “sabiduría” muy nueva para poder asimilar aquello.

            Es precisamente lo que ha querido enmarcar la 1ª lectura (Prov. 9,1-6) que nos remite a la Sabiduría, que se ha construido su casa, plantando siete columnas. Para pasar al renglón siguiente a presentarnos el banquete para anunciar a todos: Venid a comer mi pan y a beber mi vino; dejad la inexperiencia y viviréis; seguid el camino de la prudencia. Nos ha adelantado –para la comprensión del evangelio-  que hay otra sabiduría que lleva a comprender el nuevo banquete. Se trata de la sabiduría de la fe, que es la que nos puede hacer que acojamos el anuncio misterioso del Evangelio que hemos tenido hoy.

            Todo eso tiene su aterrizaje práctico con la enseñanza de la 2ª lectura, en la que Pablo advierte a los efesios (5,15-20) que se fijen bien en su modo de proceder. Deben saber comprar la ocasión porque vienen días malos. Por eso, no estéis aturdidos, sino daos cuenta de lo que el Señor quiere. A eso, realmente, nos lleva el Pan de Vida, del que el hecho de participarlo, ya debe crear en el alma una distinta manera de proceder: darse cuenta de lo que el Señor quiere. He ahí el secreto de la participación en el pan de la vida.
            Advierte después sobre determinados excesos que pueden cometerse, para concluir que hay que dejarse llevar del Espíritu. Y así cantar y celebrar constantemente la Acción de Gracias (=EUCARISTÍA) a Dios Padre, por todos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.

            Pidamos a Dios la sabiduría de la fe para adentrarnos en la realidad del Pan de la Vida.

-          Por la Iglesia y el Papa para que vivan permanente actitud de fe y nos trasmitan el mensaje de Jesucristo. Roguemos al Señor.

-          Por todos nosotros, los creyentes en Cristo, para que vivamos la riqueza de la Eucaristía. Roguemos al Señor.

-          Para que sembrando ahora la semilla del cuerpo y la sangre de Cristo, obtengamos vida eterna. Roguemos al Señor

-          Para que la acción redentora de Jesucristo a través de su Cuerpo y Sangre convierta las actitudes erróneas del mundo, Roguemos al Señor.

Danos, Señor, participar activamente del misterio del Cuerpo y Sangre de Jesucristo, para que te agrademos siempre con obras y pensamientos dignos de ti.
                Por Jesucristo N.S.

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