martes, 14 de agosto de 2018

14 agosto: El más importante


Liturgia:

Sigue la profecía de Ezequiel. (2,8 a 3,4). Hoy es un pasaje que tiene un paralelismo casi total con otro del Apocalipsis. A Ezequiel se le hace comer un librito que contiene ayes, lamentos y elegías. Abre la boca el profeta y le dan a comer aquel librito, que dice Ezequiel que le supo dulce al paladar.
En el Apocalipsis también le sabe dulce al paladar pero le entra amargo y con ardor de fuego en el estómago. Quizás indicando que la vida cristiana lleva un componente amargo de cruz y sacrificio. Aquí en Ezequiel no se dice eso. Lo que recibe el profeta es el mandato de ir a anunciar al pueblo las palabras de ese libro y queda en la boca ese dulzor de la Palabra de Dios que toca trasmitir.

El SALMO (118) recoge el buen sabor de la palabra y preceptos del Señor: ¡Qué dulce es al paladar tu promesa!, es lo que nos recoge el “coro” que comenta poéticamente el contenido de la lectura. Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata, Qué dulce al paladar tu promesa, más que miel en la boca.

En el evangelio (Mt.18,1-5.10.12-14) los discípulos se le acercan a Jesús para preguntarle cuál es el más importante en el Reino de los cielos. Era una obsesión constante de los apóstoles, de una u otra manera, porque en el fondo era el punto de mira al que tendían.
Jesús opta por la parábola en acción. No una simple respuesta de quién es el más importante, porque está visto que aquellos hombre no se enteran, sino llamar a un niño, ponerlo en medio, y decirles: os digo de verdad que si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Esa es la importancia que busca Jesús. La de la sencillez, la ausencia de malicia, la inocencia, la candidez…, del niño. Por tanto el que se haga pequeño como este niño, es el más grande en el Reino de los cielos.
        Quiere Jesús dejar claro cuál es lo importante en el nuevo reino. No lo que sobresale sobre los demás, no el situarse delante de los otros, ser más y llevar más razón, sino proceder con la bondad de un niño y con esa simplicidad del niño.
        De donde la acogida de los demás como se acoge a un niño, es la pauta. Añade Jesús una nota particular: acoger en mi nombre. Y advierte el cuidado que se ha de tener con los niños, porque sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial.
        Ahora hay un aparente salto a otra realidad: el cuidado del pastor sobre sus ovejas. Y lo hace en forma de pregunta para crear más atención en sus apóstoles: ¿Qué os parece? Suponed que un pastor tiene cien ovejas y se le pierde una. ¿No deja las noventa y nueve y va en busca de la perdida? La respuesta que se espera es naturalmente la de estar de acuerdo con el planteamiento que acaba de hacer. Es natural que el pastor deja a buen recaudo a esas noventa y nueve y pone ahora todo su interés en encontrar  y recuperar la que se le ha perdido.
        Y cuando la encuentra, toda su alegría está en haberla encontrado. Las otras ya estaban seguras. Encontrar la perdida provoca la alegría. Lo que nos trasmite el sentimiento de Dios ante cada pecador que se arrepiente y vuelve: cusa una inmensa alegría en el corazón de Dios.
        Y expresamente lo concreta en la alegría del corazón de Dios por el pequeñuelo que es recuperado después que se ha perdido. Dios no quiere que se pierda ni uno solo de los “menos importantes”, por la sencilla razón de que para Dios no cuentan esas diferencias de grandes y pequeños. Lo que él quiere y desea es que todos estén en el redil.


        Al comenzar este año la Cuaresma se hizo un cambio en la expresión de la consagración del cáliz, expresando el ofrecimiento de Jesucristo por muchos, sustituyendo al “por todos los hombres”. Un cambio poco inteligible, por cuanto que la redención de Jesucristo es universal y se dirige a todos  y no excluye a nadie.
        Se dio la explicación correspondiente en su momento y la verdad es que lo que se venía a decir era simplemente que  Jesús usó el “muchos”, pero que el “muchos” eran “todos”. Lo que significa que ha sido un cambio que sólo afecta a la palabra pero no al objeto. Jesucristo dio su vida en rescate por muchos, pero los muchos es la humanidad entera.
Luego queda la otra parte y es que el mundo se ha situado tan contra Dios y tan contra su propia salvación, que la intención de Jesús para que todo el mundo se salve y llegue al conocimiento de la verdad, se queda reducido a un “muchos” que no abarca a todos porque esos “todos” se han situado al margen de la salvación que Jesucristo ha venido a traernos. Jesús sigue ofertando continuamente la salvación a “todos”, y queda a la libertad de esos todos el acoger los frutos de la redención.

1 comentario:

  1. Un cambio de texto semejante al de la consagración se hizo hace años en el Gloria, al sustituir "los hombres de buena voluntad" por "los hombres que ama el Señor"
    Para mi el Señor ama a todos los hombres, lo cual no quiere decir que todos tengan buena voluntad y deseos de paz, era mas directa la expresión de buena voluntad.

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