viernes, 10 de agosto de 2018

10 agosto: Dar generosamente


Liturgia:  San Lorenzo
                       Es una liturgia que va dedicada a la generosidad, reproduciendo en palabras de la Escritura la actitud del mártir San Lorenzo, diácono de la Iglesia de Roma del siglo III, martirizado por Valeriano.
          Como diácono, su misión era servir, ejercer su diaconía en el servicio de los hermanos, y San Lorenzo lo ejercitó ampliamente. Es el tema que recoge la 1ª lectura 2Cor.9,6-10: Hermanos, el que siembra tacañamente, tacañamente cosechará y el que siembra generosamente, generosamente cosechará.
          La conclusión de Pablo no es la que caería de su peso: recibiremos de acuerdo con lo que hemos dado, que muchas veces se presta al escrúpulo o al masoquismo. Pero Pablo lo concluye en positivo, exhortando: Cada uno de cómo haya decidido en conciencia, no a disgusto ni por compromiso, porque al que ama de buena gana lo ama el Señor.
          ¡Qué ley más práctica para forma la conciencia y eliminar angustias! Tengo que soportar con frecuencia constante la llamada de una persona atormentada que nunca tiene algo de importancia, ni de contenido moral, pero que nunca está tranquila y quiere que sea el sacerdote el que asuma la responsabilidad del sí o del no de sus mínimas cuitas. La ley que da Pablo sería la gran solución: que dé de buena gana lo que puede dar, y que se deje de preocupaciones de cuatro detalles nimios que le agobian constantemente.
          Continúa Pablo: Tiene Dios poder para colmaros de toda clase de favores, de modo que teniendo lo suficiente, os sobre para obras de caridad. Como dice la Escritura: Reparte limosna a los pobres, su caridad es constante, sin falta. El que proporciona semilla para sembrar y pan para comer, os proporcionará y aumentará la semilla y multiplicará la cosecha de vuestra caridad.
          Queda claro el pensamiento litúrgico en esta fiesta de San Lorenzo.
          Pero si ya he hecho antes una disquisición en el sentido de la conciencia angustiada, ahora me iría por otro problema que se multiplica cada vez más: el de la ansiedad de muchas personas, y muchos jóvenes entre ellos, que compran sin control y cosas que no las usan ni la primera vez. Es el síndrome del vacío. Unas veces humano, otras afectivo, otras de pura ansiedad, que no saben rellenar de otra manera que comprando sin control. También Pablo les ha dado su receta. Y ya les sería una manera de ir dominando ese impulso comprador si se plantearan el tema de las muchas personas que podían ayudarse con el gasto inútil que ellas hacen.

          Claro: lo que pasa es que según Jesús (Jn.12,24-26) el grano de trigo tiene que caer en la tierra y morir para llevar mucho fruto. Y si no cae en tierra, queda infecundo, pero si muere da mucho fruto. Y morir no le gusta a nadie. Todos querríamos tener los frutos a la mano sin haber enterrado nuestro grano de trigo. San Lorenzo enterró su vida y –según la tradición- muriendo a fuego.
          Continúan las palabras de Jesús: el que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece [el que no se ama menos] a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. Y la vida eterna comienza aquí, se va fraguando aquí, también a “fuego lento”, que es como dicen los entendidos que se hacen mejor los manjares.
          En las dos anécdotas que he comentado,  hay un camino marcado por Jesús para hallar esa “vida eterna”. Jesús habla de “amarse menos a uno mismo”, estar menos pendiente de uno mismo…, perder vida egoísta o egocéntrica y abrirse a mundos que esta ahí fuera reclamando una mirada de servicio, de oración por las grandes cosas de la Iglesia y del mundo y tendremos que decir nosotros –en este momento- que en España.
          Finaliza el evangelio con palabras de oro de Jesús: El que quiera servirme, que me siga y donde yo esté, estará también mi servidor, y a quien me sirva, mi Padre lo premiará.
          Vaya una tercera anécdota: los correos rastreadores, esos que te amenazan si no reenvías a tus contactos alguna calamidad, algún niño enfermo o madre que no puede costear algún tratamiento, o si te avergüenzas de no compartir un mensaje religioso, Jesús se avergonzará de ti, son trampas que nos tienden para averiguar contactos a los que luego enviar sus promotores nuevos correos, e incluso virus. La gente buena cae en la trampa y nos ponen a los demás en el foco de atención de esos desalmados que venden nuestras direcciones a empresas que nos meten sus propagandas o sus suciedades.

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