jueves, 22 de junio de 2017

22 junio: EL amor sin límites

Novena al Sagrado Corazón, día 8º
             Benedicto XVI escribió: El Don de Cristo y el mirar en persona a Jesús muerto, nos lleva a ver el amor sin límites. Y ese amor se transforma en adoración silenciosa.  Esa es la verdadera devoción al Amor de Jesús, al Corazón de Jesús.
             El Papa ha condensado magistralmente: Don de Cristo; mirar en persona a Jesús; a Jesús muerto; amor en adoración silenciosa… Analizando cada una de esas expresiones nos encontramos con la profundidad de la devoción al Amor de Jesús. El amor de Jesús es un DON, un puro regalo, y un regalo que nos ofrece cuando éramos pecadores, cuando el pecado reinaba porque todavía no se había realizado la redención. Por eso lo que más necesita el creyente es MIRAR A JESÚS…, Que Jesús no desaparezca nunca del objetivo de su oración. La Persona de Jesús es modelo y paradigma de todo el que quiere vivir una vida plena que no se quede en las cáscaras de la fe. Pero es que –además- esa Persona de Jesús se contempla en LA MUERTE, en el acto supremo del amor, porque ha dado la vida por la persona que ama, en realidad por el mundo, aunque haya una parte de ese mundo que no lo quiere conocer y toma otras veredas y vericuetos completamente antagónicos. Es que al Corazón de Cristo se llega en ADORACIÓN SILENCIOSA y el silencio es de las cosas que más cuesta vivir en los tiempos actuales. El silencio mete a la persona dentro de sí misma y puede encontrarse allí con su verdadera realidad y –muy al fondo- con el mismo Dios. Ahí es donde se produce la ADORACIÓN, el momento sublime en el que el amor de la criatura se hace donación gratuita de sí mismo.
             Luego resulta que el SILENCIO verdadero no es el que se tiene por fuera sino el que brota desde el corazón de la persona, el que se adentra en los propios sentimientos. Y ahí, en ese fondo, se produce el encuentro de los sentimientos propios con los sentimientos del Corazón de Cristo y donde se produce el intercambio de AMOR, que es la esencia de la devoción al Corazón de Jesús.
             OSEAS presenta el rostro tierno del amor (sin la visión dolorosa /sufriente del Calvario. Las imágenes gráficas son bellísimas: le enseñó a hablar, a andar, le llevaba en brazos, le atraía...; se me conmueve el corazón¡Ese el AMOR DE DIOS! Así, pues, desde el Antiguo Testamento se nos están manifestando esas dulzuras del amor de Dios con su Pueblo, y se nos está abriendo la puerta al conocimiento interno del Corazón de Dios, que se hará manifiesto a la humanidad en el Corazón del Hijo de Dios encarnado, el Jesús que es todo corazón para acercarse a las gentes más necesitadas y en ellas mostrar las ternuras íntimas de su Corazón.
             En la carta a los Efesios se describe la riqueza inagotable que es Cristo. Y así hemos de abarcar lo que trasciende toda filosofía: el Amor de Dios, el amor de Jesucristo. No hay filosofía humana que pueda expresar la realidad de Jesús. La filosofía no pasa de lo meramente humano. Y lo que San Pablo nos pone delante es un amor de Dios que no tiene límites: la altura, la anchura, la profundidad…, sin determinar medidas, porque en el amor de Dios no hay medida. Esto a su vez nos pone ante nuestro amor hacia Jesús que tiene que romper todos los moldes porque –desde la línea sobrenatural de la vida de la Gracia- nos sobredimensionamos y somos capaces de llegar mucho más allá de lo que haríamos por fuerzas solamente personales. El amor a Jesucristo es el que ha arrancado más heroísmos y más fuertes enamoramientos del alma. Pero se quedaría en una mística vacía si el amor a Cristo y a Dios se redujera a ese ámbito “interno espiritual”. Se nos está exigiendo una aplicación práctica de ese amor en la aplicación en el amor al prójimo. Se trata de que el creyente (y devoto del Corazón de Jesús) se adentre en la plenitud que hay en Dios, y que –por tanto- se vuelque hacia los otros hermanos.  Sin ello no hay plenitud cristiana.
             El pecado más determinante del momento actual es el individualismo. El egoísmo llevado a la soledad de la persona en sí misma, bastándose a sí misma, entendiéndose a solas con una maquinita entre los dedos. El individualismo que sólo busca la ventaja para sí, aunque sea a costa de los demás, y aun de la vida de los demás. Las hambrunas de muchos pueblos esquilmados por las grandes mafias de la globalización. Las víctimas de la trata de mujeres y de niños, el lanzamiento al riesgo y a la muerte de esas otras mafias que se enriquecen con el dolor de la inmigración. El negocio infame e inhumano de las clínicas abortivas, y el enriquecimiento de unos pocos a costa de los muchos…, más todo lo que cada día nos desayunan los medios de comunicación, son la expresión más evidente de lo que es una humanidad que ha apartado de sí a Dios y las referencias necesarias para la vida social que son los principios sobrenaturales que Dios nos pone delante. El mundo se ha apartado y ha prescindido del Corazón de Dios manifestado en Cristo, y el resultado es que se está devorando a sí mismo, perdido en su individualismo egoísta.

             Pongamos amor donde no hay amor…, pongamos al Corazón de Jesús traspasado por el dolor, aceptemos el DON de Dios expresado en la Persona de Jesucristo muerto por nosotros, y entremos en adoración silenciosa, capaz de levantar de entre nosotros, de entre el mundo, la suprema medicina del AMOR RECÍPROCO, del amor entre todos.

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