martes, 13 de junio de 2017

13 junio: El "AMÉN"

            Estamos acercándonos a la NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN, cuyo comienzo es el jueves 15. Contando con los actos diferentes de que consta, comienza a las 18’45 (7 menos cuarto de la tarde) con Exposición, Rosario, Preces de la Novena y Bendición. A las 19’30 es la EUCARISTÍA, con predicación de la novena, que este año la llevará el P. Fernando Motas Pérez S.I., Superior de la Comunidad del Sagrado Corazón.
            Hay dos puntos de modificación: el domingo 18 es el CORPUS y no hay Misa por la tarde. Entonces la correspondiente a la Novena será la de las 11’30 de la mañana.
            La otra excepción es el día 23, SOLEMNIDAD DEL CORAZÓN DE JESÚS, en el que se adelanta el comienzo de la tarde a las 18’30, para tener Procesión eucarística a las 19´10 por el interior de la Iglesia, con “3 visitas” de adoración al Santísimo, y acabar con la CONCELEBRACIÓN  a las 19’30.
            Concluyen los actos el domingo 25, con la PROCESIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN por las calles de Málaga a las 19 horas, y parada ante el convento de las Hermanas de la Cruz, para regresar al Templo alrededor de las 22’45, y exhortación final a cargo del P. Motas.

Comentario
          El comienzo de la 1ª lectura (2Co 1,18-22) es muy elocuente y digno de tomarse en consideración. San Pablo puede presumir de que su enseñanza -“¡Dios me es testigo!..., no fue primero ‘sí’ y luego ‘no’”. Lo que Pablo ha predicado ha sido una verdad sin fisuras ni componendas, sin disimulos ni medias verdades. Pone a Dios por testigo de que lo que dijo al principio lo mantiene hasta el final. Y la razón es muy sencilla: Cristo Jesús, que os hemos anunciado, no fue primero ‘si’ y luego ‘no’. En Cristo todo es un , que viene a convertirse en un AMÉN, en un total acto de sumisión y fe en el Padre. Y por él podemos responder ‘Amén’ a Dios para gloria suya.
          Todavía quedan algunas excepciones de quienes –al confesar- se empeñan en rezar por su cuenta el “acto de contrición” mientras el confesor está dando la absolución en la lengua vernácula, que deben escuchar en silencio, como acogiendo la absolución gratuita que viene de parte de Dios. Y lo que pasa es que ni se enteran del acto de contrición ni de las palabras que dirige el sacerdote, a las que finalmente sigue la ABSOLUCIÓN a la que debe responderse AMÉN.
          También quedan los que –al comulgar- “traducen” por su cuenta el AMÉN y dicen “así sea” (la verdad es que es un absurdo, porque el CUERPO DE CRISTO que entrega el Sacerdote no es un “así sea” sino un amén absoluto, un SÍ como acto de fe.
          Pues bien: el tema es muy sencillo: se tiene el “amén” como una coletilla que se ha rezado toda la vida al final de las oraciones, y no se sabe que LA RAÍZ de esa PALABRA HEBREA es la misma raíz que la de la palabra hebrea que expresa LA FE y, por tanto, ese AMÉN tiene un valor muy profundo que expresa al propio Cristo que se ha hecho a sí mismo UN AMÉN para gloria de Dios Padre: una entrega absoluta y perfecta para agradar a Dios. Y nosotros debemos decir el AMÉN sin rutina y, en los Sacramentos que recibimos, debe expresar toda nuestra entrega a Dios, sin ser volubles entre el ‘sí’ y el ‘no’, porque con Dios no se puede jugar a las medias palabras. ¿Verdad que es cosa para pensársela? ¡Y para poner en obra otras formas más tajantes de fidelidad!

          Hay un Sacramento en el que no se dice amén, salvo por error del monaguillo: es EL BAUTISMO. La fórmula es: Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Y no se añade “amén. Dice un autor que el bautismo es el comienzo de la vida del cristiano y no es el momento de que eche ya la rúbrica del “amén”. Pero a lo largo de la vida deben irse pronunciando todos los “síes” que corresponden al creyente que permanece fiel a Dios, haciendo de su vida ese AMÉN. De tal forma que el definitivo estará escrito sobre nuestra tumba, en la fórmula normal del: Descanse en paz. AMÉN, como una definición de lo que ha sido la vida de ese creyente, que no jugó con su vida, con ese “primero sí y luego no”, del que nos advertía San Pablo al comienzo de la carta que nos ha servido de punto de arranque.

1 comentario:

  1. Cuando S. Pablo habla de los santos se refiere a los cristianos. Los romanos habian dividido a Grecia en dos provincias; Macedonia y Acaya; ésta, sería la Grecia actual con el Peloponeso y tenía la capitalidad en Corinto. Los judaizantes y algunos fieles, acusaban al Apóstol de inconstante y ambicioso y éste , para poner orden pidió la colaboración de Timoteo y de los santos de Acaya. No llegó a ir a Corinto; pero les escribió una carta, tierna, tierna; Después, en Troade, ya encontró un ambiente mucho más favorable para la predicación evangélica.

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