martes, 20 de junio de 2017

20 Junio: El sacrificio

NOVENA al Sagrado Corazón.- 6º día
SEGUIR A JESÚS COMPORTA SACRIFICIO, Y SACRIFICIO CONDUCE A AMOR
          Hemos tratado ya el tema del seguimiento de Jesús como aspecto clave de la vida cristiana. El creyente en Jesucristo no puede ser nunca un individuo estático que espera simplemente. No vale la postura del cristiano “pasota” que se conforma con lo que hace y tiene (que por lo general es poco o nada…, un simple vegetar en su vida creyente). El verdadero cristiano se siente siempre exigido a nuevos pasos, a nuevos compromisos, a ese saber que SEGUIR es entrar en movimiento, y que nunca “seguir” se reduce a “estar” y quedarse en donde se está. [Y sin embargo, tenemos que reconocer que ese “pasotismo” en la fe no es tan extraño, y que hay muchos cristianos “inmóviles” que se conforman con unas cuantas formas externas de “cumplir” su cristianismo].
Cuando en el Evangelio se acercan unos fariseos a Jesús, y pretenden ganarse su atención, lo que le dicen es: Enseñas el camino sinceramente.  Tal camino es precisamente la vida cristiana, y es muy claro que Jesús no se limitó a quedarse parado en un lugar donde fuera mejor atendido, sino que pateó Palestina de arriba a abajo, llevando su mensaje y haciendo sus obras. Y no sólo es que él va y viene buscando dónde y cómo hacer el bien, sino que su enseñanza está siempre poniendo en movimiento porque es exigente. Ya se define Jesús como camino…: Yo soy el Camino y seguir ese CAMINO es el ideal, el ejemplar y modelo de vida. Presupone, pues un dinamismo que lleva al creyente a las actuaciones más impensables. Y cuando se le ha seguido y se le ha conocido, brota el amarlo para imitarlo…  Es la  petición de S. Ignacio durante las contemplaciones de la vida pública. Y obras son amores. El seguimiento se manifiesta en obras y las obras son las que brotan del corazón del que ama. El amor se da entre iguales o va haciendo a las personas más iguales, Nosotros, imitando a Jesús, nos iremos acercando a ser más como Jesús. Cierto que no vamos a llegar adonde él llegó, pero caminamos en esa dirección y nos vamos haciendo a su estilo.
          Ahora bien: el Corazón de Jesús invita al seguimiento en el doble amor: a Dios y al prójimo.  Es la vía del afecto. Y cuando se ama, se va avanzando en la línea del sacrificio porque no hay amor verdadero sin sacrificio. Y el sacrificio no se da sin sufrimiento. Un sufrimiento que llega de mil maneras porque es ley de vida que mucho cuesta lo que mucho vale. Eso sí: no culpa nunca a Dios de los sacrificios que van viniendo y que se van presentando, y lo que sabe y espera de ese mismo sufrimiento que viene dado por unas causas u otras es que detrás lleva para el sujeto la vida que Dios da. Dios no manda el sufrimiento, pero el sufrimiento no es baldío ante Dios. Dios no podía querer la barbaridad que supuso la Pasión (con tantas maldades humanas), pero la Pasión fue el medio a través del cual quiso Dios llevarnos a la vida.
          Saber encajar el sufrimiento es una forma que se hace casi necesaria en el seguimiento de Jesús. No somos masoquistas que queremos sufrir. Somos realistas que sabemos que –queriendo o no queriéndolo- el sufrimiento forma parte de nuestra vida, y se presenta de mil formas y se verifica antes o después. Así camina el que imita a Jesús. Sabe descubrir que su Pasión y muerte manifiestan su amor a Dios y su amor a nosotros. El Corazón traspasado es la gran prueba de ese amor. Benedicto XVI escribió que ese Corazón así traspasado, aquel amor de dones y gracias, nos abre al culto al Corazón de Jesús. Las generaciones modernas ni admiten ni aceptan ni se resignan ante el sacrificio. Por eso mismo sufren más cuando el sufrimiento aparece en sus vidas o en su entorno. Quizás les esté faltando el realismo de la vida y en definitiva les falte entender el amor verdadero. Quizás les falte entender en el sufrimiento el amor. Amar precisamente cuando ha surgido el sufrimiento. Saber encajar el sufrimiento sin culpar a Dios. Quizás sea para muchos una asignatura pendiente, por el vicio establecido de que Dios hace padecer a los que más ama. Más de uno se ha apartado de la fe por sufrir el escándalo de que Dios no ha evitado tal o cual sufrimiento. Quisieran un Dios que manejara los hilos de las marionetas del dolor, para evitar que ese dolor se presente en la vida. Luego protestarían de que Dios nos usase como marionetas… El hecho es haberse criado en un ámbito de falsa felicidad placentera, en la que a Dios se le quiere sólo para que elimine el sacrificio. No van más allá de los misterios que hay detrás de las realidades de la vida, y que Dios lloró aquellos tormentos que le infligieron a su Hijo, y sin embargo con su poder fue cambiando cada herida en una perla, cada llaga en una puerta de misericordia

          Siempre juntos el amor y el sacrificio, el seguimiento de Jesús y la aceptación del sufrimiento que la vida se encarga de traer. Y el amor vivido en las dos direcciones: a Dios y al prójimo.

1 comentario:

  1. Hasta los fariseos reconocían que Jesús enseñaba el camino sinceramente. Cristo se dirigía a todos, no solo a los Apóstoles; y, dice San Mateo que al terminar estos discursos, "las multitudes quedaban admiradas de sus enseñanzas". Hablaba a las madres de familia, a los jornaleros a los mendigos, enfermos... El Señor nos llama a nosotros, a cada uno en particular...Jesús quiere que seamos perfectos y nos da las gracias necesarias. Esto no es un ruego, nos lo exige, porque en la Iglesia de Jesucristo, todos sus miembros están llamados al heroismo, al amor fraterno y al sacrificio alegre por Dios y por el prójimo.Dios nos da las gracias necesarias y nos coloca a cada uno en el lugar que le es más propicio para que pueda seguir seguir cerca del Señor y que pueda realizar un apostolado fecundo.

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