domingo, 11 de junio de 2017

11 Junio: Unidad en la diversidad

Liturgia.- La Santísima Trinidad
          Imagino que el liturgo que escogió las lecturas de esta fiesta para el ciclo A, tuvo una visión más amplia y significativa de lo que yo capto, pues la verdad es que en estas lecturas sólo se roza el misterio de la Trinidad en la doxología final de la 2ª lectura (2 Cor 13,11-13) en que Pablo concluye con una referencia expresa al misterio que celebramos: La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo esté con vosotros. La originalidad del Apóstol –que hoy presentan descafeinada muchas formas de expresarlo- es el empleo del imperativo: “esté con vosotros”. Ha hecho Pablo referencia al amor del Padre, que viene ahí como principio de todo lo demás, que es quien envía al Hijo, a Jesucristo, como el que gana para nosotros la gracia de Dios por su obra redentora de su muerte y resurrección; y el Padre y el Hijo se quedan permanentemente con nosotros en esa comunicación del Espíritu Santo, que es la presencia permanente de Dios en nosotros, porque es el Espíritu de Dios que ha constituido su templo, su casa, su “sala de estar” en el corazón de cada persona  que vive en gracia de Dios.
          Todo esto tiene una trascendencia muy fuerte porque hemos de ser conscientes de la permanencia de Dios en nosotros mientras estamos en gracia, y cómo el Espíritu de Dios abandona su “sala de estar” que queda manchada por el pecado. Y hoy no es extraño que las pasiones de la sensualidad humana acaben expulsando a Dios de ese su templo en nosotros, por el penoso disfrute de  unas malsanas curiosidades.
          La otra lectura –la 1ª, del libro del Éxodo (34,4-6. 8-9)- están más centradas en la acción de Dios que baja a entregar a Moisés las tablas de la Ley, con sus dos partes diferenciadas y complementarias de lo que toca a la relación del hombre con Dios y a la relación que tenemos que tener unos con otros. A ese Dios pide Moisés que acompañe al pueblo siempre, y perdone sus pecados, aun contando con que es un pueblo muy duro de cabeza, que no la doblega fácilmente. Pero Dios pasa por medio proclamándose a sí mismo Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad. Es evidente que no hay una relación al misterio que celebramos, pero presenta a Dios que, lo mismo en el Antiguo como en el nuevo Testamento, es un Dios de perdón y de misericordia.
          Así también en el evangelio de Jesús con Nicodemo (Jn 3,16-18) en el que Jesús presenta la realidad de Dios como Dios del amor: Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su único Hijo, para que no perezca ninguno de los que creen en él. Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no se condenará. El que no cree en el Hijo salvador, ya se ha condenado a sí mismo, porque no ha creído en el Hijo único de Dios.
          He querido mantener la secuencia completa, según el propio texto evangélico, porque no se puede decir mejor ni de forma más expresiva. En la Trinidad, el amor del Padre se manifiesta en el envío de Jesús, y la salvación consiste en esa fe que provoca en nosotros el Espíritu Santo, para que creamos en la salvación que nos ha traído la redención de Jesucristo.
          Luego, creo que hemos de sacar alguna consecuencia de tipo realista a esta mirada a la Trinidad. Y es la fuerza que ha de hacer en nosotros el hecho de un Dios en 3 personas que realizan una obra común…, la diversidad que se plasma en una unidad. Y la hemos de proyectar en las relaciones humanas, empezando por la familia, en la que hay una diversidad natural de personas pero donde hay que ir al unísono en el enfoque de los temas importantes sociales o familiares. Ser distintos no debe suponer estar encontrados unos contra otros, sino aunar las fuerzas diversas en la consecución de un fin común. Pensemos seriamente en el modo de vivir de una familia. Pensemos en cómo se resolverían los problemas políticos y sociales. Pensemos, pues, que el misterio de la Santísima Trinidad no se queda para sólo hacer un acto de fe en el misterio sino que tiene repercusiones en la vida, si verdaderamente creemos en este misterio de Dios.

          Cuando ahora nos acerquemos a la eucaristía, EL QUE VIENE A NOSOTROS SACRAMENTALMENTE es el Hijo Jesucristo. Pero el Hijo no se concibe sin el Padre, y el Padre y el Hijo juntos están produciendo en nosotros el efecto importantísimo de dejarnos su presencia habitual en el Dios Espíritu Santo, que es el Dios permanente en nuestras almas que se mantienen en Gracia de Dios. Porque el Espíritu Santo es LA GRACIA misma.


          Supliquemos al amor de Dios que realice en nosotros su obra salvadora.

-         Que vivamos en Gracia, conservando siempre en nosotros al Espíritu de Dios. Roguemos al Señor.

-         Que sepamos mantener la unidad y la colaboración en medio de nuestra diversidad. Roguemos al Señor.

-         Que nuestras familias y nuestras  comunidades religiosas o laicas, caminemos en nuestras obras sabiendo aunar los esfuerzos en una misma dirección. Roguemos al Señor.

-         Que creamos en Cristo Salvador, el enviado del Padre para salvar al mundo, Roguemos al Señor.


A ti, Padre nuestro dirigimos nuestra oración por medio de Jesús, nuestro Salvador, inspirados por el Espíritu Santo que habita en nosotros.

            Que vives y reinas por los siglos de los siglos.

1 comentario:

  1. Si se nos hace difícil definir a una persona, y se hace más difícil cuanto más la conocemos; cuando intentamos hablar de Dios, ni tenemos palabras ni la inteligencia humana nos sirve para llegar hast Él.

    Moisés buscaba a Dios por todas partes: en el rio, en el desierto, en la montaña... Él necesitaba conocer a Dios, saber su nombre para poder llamarlo, para poder tener una relación con Él; y, tanto insiste, que Dios le manifiesta su Nombre y Moisés se echó por tierra. Dios es un misterio; pero es un misterio de AMOR, porque Dios es un misterio de misericordia y de benevolencia que el hombre no puede comprender.
    Dios no le pide al hombre que lo investigue, sólo le pide que tenga FE. Ni sacrificios ni expiaciones, solamente nos pide que creamos en Él para ser salvados.

    Moisés es el hombre que busca a Dios con toda su alma, que se deja interpelar por él y se abre a su Presencia. Dios sale a su encuentro y le manifiesta su Nombre, su Gloria y lo envía al pueblo elegido como testigo y liberador.No verá a Dios cara a cara pero le ama. Tiene hambre y sed de Dios..,Dios ya no lo va a dejar nunca. Moisés se quedó apacentando a sus ovejas, pero, estaba herido de Dios definitivamente...Aquella Zarza que ardía sin consumirse, no se le iba de la cabeza.
    El Dios que se manifiesta a Moisés es maravilloso: "Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad". Es el Dios que ama como una madre. De ahí al Dios- Amor, al Dios de Jesucristo, no hay más que un paso. Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo único. Y tanto amó Dios al mundo que le entregó su Espíritu Santo. En Jesucristo, Dios nos sonríe, nos perdona y nos cubre de Gracia y de Belleza.

    ResponderEliminar

¡GRACIAS POR COMENTAR!