miércoles, 5 de agosto de 2015

5 agosto: Unas Reglas prácticas

Una originalidad de Ignacio
          En el cuerpo de los Ejercicios y a renglón seguido de haber puesto las contemplaciones de la Pasión y las orientaciones para los 7 días, escribe las Reglas para ordenarse en el comer. ¿Por qué aquí? Algunos comentaristas lo ven como una orientación de abnegación y dominio de sí, y que se suscita el tema a propósito de la Cena de Jesús o bien de toda la orientación de la Pasión.
          Yo lo traduciría o ampliaría a temas de mucha actualidad: ordenarse en el uso de los móviles, del teléfono, de la TV, de las revistas o del periódico diario, de los gastos, de las salidas, de las lecturas, en el hablar, en el silencio, en el trabajo, en el descanso, en el “picar” en el frigorífico… En definitiva, de todo. Casi una vuelta al Principio y Fundamento en el uso o no uso ordenado de las cosas. Pero ya con un corazón cargado de ejemplos de la vida y Pasión de Jesús.
          Generalizando (adaptando), pues, la redacción original, doy el espíritu de las Reglas:
1.- Lo necesario es necesario y hay que hacerlo.
2.- Lo no necesario puede más fácilmente desordenarse; de ahí que necesite “abstinencias”, al menos parciales. Hay cosas que hacen provecho y cosas que hacen daño.
3.- La abnegación o sacrificio es provechoso aun higiénicamente cuando privarse no hace daño. En privarse de cosas se llega mejor al justo medio. Y en esa actitud Dios se manifiesta mejor, o se le entiende mejor.
4.- Ponerse delante lo que Cristo haría en un momento o circunstancia como éste en que yo estoy. Cómo come, cómo bebe, cómo mira, como actúa (¿qué haría ante esta realidad que tengo delante?).
5.- No debe uno meterse tanto en las cosas que ponga tanta alma que se encuentre atrapado por ellas. Hay que tomar cierta distancia, haciendo lo que hay que hacer, pero menos atrapado (por esa lectura, por ese móvil, por esa TV, por ese periódico, por el uso del teléfono…). [A cualquiera le es muy claro que esto es perfectamente actual, y que unas reglas PARA ORDENARSE necesitaríamos tener ante los ojos en muchos aspectos de la vida para el uso racional de las cosas, incluida la comida].
          Ayudará, pues “saber salirse” a sus tiempos, cuando uno se siente “cogido” emocionalmente.
6.- Desde tiempos serenos, reflexivos, planificar y determinar lo que se debe hacer cuando llegue el momento concreto.
          [En la Regla original –sobre el comer- San Ignacio dice: al acabar de comer, ya satisfecho, planificar qué va a comer la vez siguiente. Porque estando el estómago lleno, hay menos “gula” o apetito, y se está más en el fiel. Tratándose de otros temas, habría que tener una sinceridad muy fuerte para plantearse por la noche o al comenzar el día nuevo –todavía serenos- qué uso va a darle a esos “elementos” sobre los que quiere ordenarse por un sentido de dominio de sí: Ser señor de sí; ser dueño y señor de los propios actos, y no un siervo esclavizado a las apetencias del momento].

          “Mortificarse” viene etimológicamente de “dar muerte” a una situación. Sería el aspecto negativo del concepto.

          “Sacrificarse” es “hacer sagrada una cosa”. Por el “sacrificio” la persona se pone de cara a Dios, para hacer las cosas conforme a su voluntad sagrada. Es lo positivo.

2 comentarios:

  1. Liturgia
    La narración de Num 13 y 14, muy parcializada en esta lectura que nos brinda hoy la liturgia de la Eucaristía, no puede leerse desde una posición simplemente “histórica” sino desde las gafas de la fe, esa visión que arranca desde un planteamiento esencial, un metro-patrón, que hacen comprensibles los hechos humanos desde algo que está más allá de esos sucesos. El metro-patrón es la fe, y la fe en que Dios es el conjunto de todos los bienes sin mezcla de mal alguno. Y por consiguiente ningún mal puede atribuírsele a Dios, porque el día que Dios se entremezclara con el mal, dejaría de ser Dios.
    Ahora vamos al relato bíblico. El escritor sagrado tiene una mente tan teocéntrica (tan centrada en Dios) que todo cuanto sucede lo ha hecho Dios, incluso el mal, porque no podría ocurrir nada sin que lo hiciera Dios. Entonces, explorada la tierra prometida y puestos sobre el tapete los informes, hay dos realidades: la tierra es rica, fértil, extraordinaria. Y juntamente está habitada por muchas gentes, y algunos de ellos son de gran estatura y no es fácil conquistar por la fuerza. Quiere decir que aquel pueblo tiene por delante una promesa que es muy atractiva, pero que no lograrán poseer de inmediato. Tardará tanto que las generaciones que salieron de Egipto irán muriendo sin haber llegado a entrar en aquel Edén que tienen al alcance de la mano.
    Leído así es una realidad histórica en la que Dios está detrás pero que no hace el milagro de que aquellos pueblos se le echen a los pies. Habrán de pasar los años y habrán de encontrarse fórmulas u oportunidades para poder alcanzar el objetivo. Es la lectura de una Historia de Salvación.
    Leído desde la mentalidad sagrada del escritor, Dios es quien provoca todas las situaciones y hasta la muerte de aquellas generaciones de personas mayores. No podría pensarlo de otra manera porque, si acontece, es Dios quien lo hace acontecer. Le faltan idea y conceptos para poder “leer” la historia de otra manera.
    Se refleja esa misma mentalidad en el Evangelio (Mt 15, 21-28) en el que Jesús está en el conflicto de lo que Él siente en su Corazón y lo que está marcado por la Ley. Según la ley, en la que Él vive, el Mesías no puede actuar a favor de un pagano y en tierras paganas. La mujer que le viene a pedir es pagana, y Jesús se encuentra con que Él sólo ha sido enviado a las ovejas de Israel. Tiene, pues las manos atadas. Intenta soslayar el tema con el refrán popular de que el pan de los hijos no se puede echar a los perros, y Él –que siente de otra manera en su corazón- más querría quitarse de allí. Pero la mujer le corta el paso y le ruega de rodillas: Señor, socórreme.
    Un hecho real se hace “lenguaje de Dios”, “signo del tiempo presente”. Y Jesús discierne que ha llegado el momento de pasar por encima de la ley y dejarse llevar de su propio sentir. Y acaba apoyándose en la fe de aquella mujer para ir más allá de la ley. Y cura a la hija de aquella mujer tan llena de fe.

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  2. Parece que Dios es quién provoca las situaciones y el que quiere la muerte de aquellas personas mayores; pero la historia hay que que "leerla" de otra manera: el hombre, en primer lugar, es el único ser capaz de obrar en libertad y capaz de saber que obra. Hay que situar el comportamiento humano frente a las cosas, a los animales y a la Naturaleza. El hombre usa bien su libertad y obra bien si lo hace según su propio ser, desde su naturaleza y desde su puesto de persona libre e inteligente. El hombre es un ser con los demás, es un ser diverso, es persona, es superior a los animales y a las cosas. Se puede perfeccionar y se puede destruir. Puede cometer errores y fabricar otras realidades; porque , Dios amando tanto al hombre, le ha dado libertad.

    El Mesías, enviado al pueblo de Israel, se conmueve por el sufrimiento de la mujer cananea que lo busca y lo sigue, llamando la atención por su insistencia y sus ruegos desesperados: Jesús la acoge i elogia su fe; no le pregunta a qué pueblo, raza o religión pertenece; sencillamente la ayuda, porque su misión va más allá de las fronteras de Israel, y le concede lo que le pide. La fe de la mujer pudo más que los obstáculos del entorno, que las barreras que impiden llegar al Señor. La fe salva, mueve las montañas, abre las puertas de la misericordia...¿Cómo es mi fe?

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