lunes, 24 de agosto de 2015

24 agosto: SAN BARTOLOMÉ

                 En la fiesta de San Bartolomé -Natanael- aquel hombre en quien no había falsía, sigo la LECTURA CONTINUA, que muy bien podría titularse: VERDADERO Y FALSO.
Liturgia del día
                Las lecturas e hoy son más para tomar aspectos concretos que para explicar datos. Si es la 1ª lectura (1Tes 1, 1-5. 8-10), es una presentación positiva del sentido cristiano de la vida. Si es la segunda, el evangelio (Mt 23, 13-22) es la negatividad de una falsa postura ante la religión.
            En la 1ª,  Pablo, Silvano y Timoteo se dirigen a los fieles de Tesalónica, dando gracia a Dios por ellos, a quienes recuerdan por su actividad en la fe, el esfuerzo de su mor y el aguante de su esperanza. Declaran que Dios los ha elegido de modo que al llegar a ellos el evangelio  o hubo sólo palabras sino fuerza del Espíritu Santo y un convencimiento profundo de la verdad de ese evangelio que han aceptado.
            Ha habido una CONVERSIÓN por la que abandonaron los ídolos y se abrieron al servicio de Dios vivo y verdadero. [Hay una clara contraposición entre el Dios VERDADERO y los ídolos falsos]. En ese Dios verdadero aguardan ya la vuelta de Jesucristo resucitado de entre los muertos, que es quien os libra de perderos en la falsedad de otras formas de religiosidad.
            Cuando a nosotros se nos habla de CONVERSIÓN no se trata ya de un abandono de ídolos para volverse a Dios, pero no deja de ser útil resaltar esa contraposición de “falso” y “verdadero”. De formas vacías de religión que abundan en el pueblo cristiano, y que presenta unas formas meramente externas de devoción que muy poco entran dentro  de la persona y poco exigen y poco llevan al cambio. Es decir: a la CONVERSIÓN. Detrás de esas formas se alimenta una piedad tranquilizadora pero no surge una reflexión interior, un compromiso de vida, un cambio de actitudes. Eso es lo que contrapone Pablo al “servicio del Dios VERDADERO”, o al servicio de LA VERDAD ANTE DIOS.
            Una parte es piedad popular, llena de buena fe, aunque ausente en múltiples ocasiones de la VERDAD del Evangelio y de los SACRAMENTOS, y no ausente de hipocresías de apariencias religiosas que engañan a la propia persona que así vive, y busca muchas veces engañar a otros que rodean.
            Puede parecer una visión pesimista, un sacar a flote la negatividad. En realidad no he hecho más que adelantarme al texto evangélico de hoy, en el que Jesús pone de manifiesto la falsedad de los fariseos y doctores de la Ley, que vivían precisamente una religión de “ídolos” que ellos habían construido para parapetarse en sus propias falsedades.
            Y Jesús desenmascara aquella falsa piedad y apariencia, y no se esconde en frases bonitas y en disimulos de la verdad, Jesús entra de frente en esos ayes profundos que atacan la línea de flotación de la falsía religiosa. Hipócritas…, para entrar en el tema. Ni entráis en el Reino ni dejáis entrar a los que quieren. Devoráis los bienes de las viudas con pretexto de largas oraciones… Viajáis por tierra y mar para captar prosélitos, y luego los hacéis esclavos de lo falso más que vosotros mismos. Ciegos que falsificáis el sentido de un juramento inventando unas casuísticas absurdas.
            Yo seguiría la lista con esas realidades de hoy que mantienen tanta hojarasca en la forma de expresar la fe. Y entraría en ejemplos concretos de nuestro pueblo creyente pero extrañamente practicante de muchas formas externas…, o de ese no menos llamativo y abundante “pueblo creyente-no practicante”, que alimenta una horrenda falsía de la Religión verdadera. No dejaría de fijarme en esa falsa batalla que sostiene alguno con el intento de combatir la Comunión en la mano, o con esa otra regresiva actitud de unos cuantos de tener que comulgar de rodillas o intentar priorizar la Misa en latín y de espaldas el Sacerdote. Cabría abordar otras muchas cosas que se dan en un pueblo desbordado por la influencia de “ídolos”, falsos profetas que andan fuera de la vida de la Iglesia.

            Pero no querría que todo esto se convirtiera en una mirada “hacia afuera” porque creo que necesitamos todos mirarnos hacia dentro en una introspección muy sincera en la que dejemos de lado “los ídolos” [el primero y peor es el YO], y seamos capaces de enfrentarnos a nuestra personal realidad, confrontada con el Evangelio. NUEVA EVANGELIZACIÓN que ha de empezar por nosotros mismos.

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