lunes, 24 de diciembre de 2012

Se preciptan los acontecimientos


El
APOSTOLADO de la ORACIÓN
os desea una
NAVIDAD
en la que JESÚS sea el invitado principal  de vuestra fiesta.

          EL CAMINO QUE LLEVA A BELÉN
          El día siguiente era un momento esperado. José vendría a formalizar los preparativos para la boda, para ese momento en que él, recogería solemnemente.  Y se concertaron para una fecha cercana próxima.
             Los días aquellos fueron vertiginosos en las dos familias. Y llegó el día. Y José –ataviado con sus ropas festivas y su turbante de distinción- se presentó en casa de María con el séquito de sus íntimos. Hizo a Ana con el saludo particular que correspondía al momento, y Joaquín le entregó, a modo de dote, la ofrenda simbólica que correspondía. José, por su parte, ofrendó lo suyo, que era la manera de expresar que María pasaba a ser ya parte del nuevo hogar en que José era el cabeza de familia.  María salió de su aposento y Joaquín la tomó de la mano y puso la mano de José sobre la de María, con esa alegría y esa contenida emoción del padre que entrega a su hija.  José no cabía dentro de sí y la tomó de la mano ya la condujo junto a él, en medio del séquito de sus amigos o familiares jóvenes, y la condujo a su casa. La hizo entrar primero, como símbolo de su posesión sobre aquel hogar.
             La boda, con sus solemnidad propia judía, y su sobriedad correspondiente a los recursos de ambas familias, comenzó muy poco después, extendiéndose un tiempo entre la alegría y algazara de todos, y la satisfacción de los esposos que estaban en esa ansiada realidad de tiempos atrás.  Cierto que ellos sabían que no era como la hubieran pensado antes y que había misterios por descifrar y que en este momento no les tocaba pensar. Compartieron con sus invitados, y finalmente se retiraron.


             La vida de aquellos primeros días tenía toda la novedad de una situación tan especial como la de unos esposos que están “cubiertos” por un manto especial, con el que Dios era el verdadero dueño de su hogar y de sus vidas.  Todo eso llevaba la satisfacción de personas de fe y la incertidumbre de muchos interrogantes humanos.  Aquel matrimonio se sabía distinto, y como tal habían de vivir sus vidas.  Y así lo hicieron, compaginando el misterio con el cariño de dos enamorados que se sabían invadidos por Dios para una misión especial.


             Por otra parte, pasados los momentos de acomodación, les surgió una nueva interrogante de no poca envergadura:  lo que ellos leían en las Escrituras sagradas era que el Mesías había de nacer en Belén.  Y eso no era algo que podían pasar por alto.  ¿Deberían marcharse ya a Belén como una iniciativa racional y al mismo tempo obediente a un anuncio profético?  ¿Significaría “Belén” la raíz familiar que se realizaba ya en José, y que eso era ya bastante?  Una interrogación que dejaba una perplejidad. ¿Y a quién iban a consultar?  Sólo Joaquín y Ana eran sabedores de la situación. Y aunque llegaron a plantearle sus dudas, no supo Joaquín decirles más de lo que ellos podían pensar…  Y pasaban los días. Y rogaban a Dios. Y José espero un posible sueño clarificador… Y María estuvo atenta en su silencio del alma a esa “señal” de Dios que le manifestara… Y avanzaba María en sus días y no se movía una hoja que les orientara.


             Una mañana escucharon la cuerna de un mensajero civil que convocaba a la plaza del pueblo.  Acudieron como todos los paisanos del pueblo.  Y se encontraron con la noticia: Cada cual que tuviera sus raíces familiares en otro lugar, había de ir allí a empadronarse.  Así rezaba el edicto de Herodes (aunque el evangelista lo atribuya al César, pero los cálculos hechos por los estudiosos no encuentran más edicto que coincida con estas fechas que las de uno que hizo Herodes).  Para el pueblo, conocedor de la malicia sanguinaria de aquel hombre, el edicto era protestado, maldecido, escupido…  Pero María y José –que se habían quedado un poco fuera el grupo de las gentes- no sólo quedaban fuera del alboroto sino que se miraron y se admiraron, porque era impresionante el modo de respuesta que les estaba dando Dios.
             Se retiraron antes de que la avalancha de los comentarios llegara hasta ellos.  Era evidente que José tenía que marchar a Belén. Y lo que es seguro es que sólo tenía que ir él. Pero el edicto, leído con la fe, abarcaba a María de una forma directa: ¡era la palabra oculta de Dios para responder a las preguntas que se habían venido haciendo!  Con razón hay que entender que Dios tiene mil lenguajes, mil manera…, infinitos diversos modos para comunicar su voluntad.

             Y una vez en casa lo que quedaba evidente es que tenían que disponer rápidamente el viaje. Recoger lo imprescindible, lo necesario, mientras José hacía las otras gestiones para poder sumarse a la caravana que pasara por esos días en dirección a Jerusalén.  Había que calcular unos dos meses de ausencia, si se cuentan los casi 10 días del viaje de ida y regreso, el momento en que llegara el parto, y la cuarentena posterior de María. Luego –ya tan cerca de Jerusalén-, habrían de pasar por el templo para presentar al primogénito y cumplir con la Ley.  María tenía que echar el hatillo para el niño; algunos elementos de cocina, algunas ropas… José recogería instrumentos de su trabajo más habitual de carpintería, porque había que estar para cualquier trabajillo que pudiera ofrecerse, porque había que sobrevivir en circunstancias imprevistas. Y montado aquel equipaje sobre una borriquilla, salir a la encrucijada con el camino real en el día y hora previstos.  Ya conocían esto, y no es extraño que les acompañaran en ese trayecto Joaquín y algún familiar de José.


             Esta vez había variaciones notorias en el viaje.  Viajaba el matrimonio y aunque lo normal sería que los hombres viajasen por una parte y las mujeres por otro, en diversas carretas, también es verdad que algunos trechos del camino desearan los recién casados poder compartir conversación, puntos de vista…, y en el caso de José y María, tantas y tantas cosas de diferente envergadura superior, que estaban detrás de ese viaje.
             Algunos tramos los hacía María sobre la borriquilla y José llevaba las riendas del animal.  Otras, siguiendo la idea que San Ignacio sugiere en los Ejercicios, yo me hago esclavito indigno para servirles en sus necesidades, y puedo ser yo quien conduzca al animal, mientras José y María más juntos y en voz más baja, pueden hablar entre ellos.  Y yo, que voy cerca, muy ceca, pego el oído porque –aunque sea un poco indiscreto, necesito empaparme de esas profundidades de la fe de ambos.  O tomando José las bridas, apegarme yo a María y sentirme muy cerca del hijo de sus entrañas, porque necesito a voces recibir esa fuerza que sale del Él, y lo empapa todo. Y luego están las paradas de rigor, bien sea en medio del trayecto, bien en las posadas donde hay que pernoctar, donde yo –esclavito indigno- quiero ayudarles, servirles, prepararles lo que pueda ser un algo de menor incomodidad.  Sobre todo que, junto a José, eso se me hace una obligación, porque María necesita de especiales atenciones por su mayor cansancio y pesadez en su avanzado estado de gestación.

5 comentarios:

  1. Olvidé ayer a dos personas en mi felicitación de Navidad, y las incluyo hoy.

    Se trata de Francisca de Dios (Paqui), y Antonia María, a la cual tuve el gusto de saludar esta mañana bien temprano. Rectificado el olvido, pongo de nuevo la felicitación ahora completa.

    Quisiera aprovechar en la cercanía de la Navidad, para desear una feliz Navidad a las siguientes personas relacionadas con el Apostolado de la Oración:

    - Padre Cantero
    - Beatriz
    - Ana Ciudad
    - Antonia María
    - Francisca de Dios (Paqui)
    - Elvira
    - Trini
    - Ernesto
    - Padre Cantero

    Concretamente estas personas me vienen ahora al pensamiento, y durante este año, nos han demostrado que la Navidad se puede extender más allá de las fechas señaladas, y que por medio de una sonrisa, un gesto amable, una buena intención u otras cosas, se hace presente a Jesús que nace en los corazones.

    Por extensión, en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús quiero felicitar la Navidad a aquellas personas que considero que me han reflejado más y mejor a Jesús desde la última Navidad:

    - Padre Cantero
    - Padre Alvarez
    - Padre Ruiz Serrano

    Mención especial para alguien especial:

    - Hmno. Luis

    Y sacerdotes que me demostraron en un pasado aún reciente, que Jesús nació en Belén y vive entre nosotros.

    - Padre M. Tirado (S.I.)


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    1. En la Biblia, se suele mencionar por su nombre normalmente con un prOpósito, y este no es exactamente el caso, pero también lo es.

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  2. José Antonio11:34 a. m.

    En un día como hoy, hemos de hacer de nuestro corazón el pesebre sobre el que Jesús nace. Un corazón que debe poner en el centro de todo a Jesús, como prioridad en nuestra vida y como camino a seguir en cada uno de los instantes de nuestra vida. Hoy, quiero pedir al Señor por todos aquellos (sean de donde sean) que lo pasan mal (no sólo hoy): los enfermos, aquellos que sufren la soledad, los que no disponen de los mínimos medios materiales, los que carecen de libertad (de cualquier tipo), los que están en hospitales... en definitiva de todos los que forman parte de ese "Sermón de la Montaña".
    Hoy, lo verdaderamente importante, es que viene el Salvador. Que El sea el PROTAGONISTA de esta hermosa historia de amor, en la que Dios se hace hombre entre nosotros y por nosotros.

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  3. Los datos aportados sobre bodas judías de la época, son reales, según los historiadores. No invenciones mías. Lo que pasa, naturalmente es que no voy a ocupar el tiempo en copiar todo el proceso. Eso sí que no sería datos para la fe. Lo demás, para el que tenga paladar.

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  4. Ana Ciudad2:18 p. m.

    Jesús es el Sol que ilumina nuestra existencia.Todo lo nuestro,si queremos que tenga sentido,ha de hacer referencia a El.HOY SABRËIS QUE VIENE EL SEÑOR;Y MAÑANA CONTEMPLARËIS SU GLORIA.
    La vida de María está centrada en Jesús.Lo está singularmente en esta vispera del nacimiento de su Hijo¿Podemos imaginar el recogimiento de su alma en estos momentos?.
    María está siempre en oración:cuando habla a Jesús,hace oración(la oración es"hablar con Dios"),y cada vez que le mira(tambien eso es oración,mirar con fe a Jesús Sacramentado,realmente presente en el Sagrario),y cuando le pide o le sonrie,o cuando pensaba en El.
    Nosotros le pedimos hoy que nos dé este recogimiento interior necesario para ver y tratar a Dios,muy cercano también a nuestras vidas.

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