viernes, 14 de diciembre de 2012

Lo que colea


                LOS “FLECOS” PENDIENTES
                ¡Lo fácil  -y hasta placentero que vivimos nosotros el adviento, y lo que levaba consigo de dificultades, si ya lo tomamos así a la inmediata, como lo que estamos viviendo junto a María, Joaquín y Ana!
                Se esforzaron los tres por tener una comida sin continuar el tema que les tenía el alma cogida, y también estaba dando vueltas  n la mente de ellos. Joaquín, más, porque era el padre de familia y la papeleta que se había presentado no era de poca monta.  Y eso que él no quiso ahora, en este rato de descanso familiar, sacar a flote una preocupación añadid que se le había fijado en la mente…  Quería hablarla pero lo haría después, cuando todos pudieran estar en una sobremesa , que parece momento más relajado…
                De pronto María como que dio un respingo, como a quien se le viene a la mente algo importante que se había quedado en el subconsciente, y que tiene importancia y puede comunicar como noticia alegre y, aparentemente, que destensa y alegra: - Oye: se me ha venido a la mente una noticia que me ha dado Dios en esa visitación que me ha hecho: nuestra pariente Isabel, lleva ya 6 meses embarazada.  Joaquín levantó la cabeza sorprendido, y dijo espontáneamente: ¡Pero si Isabel es ya mayor, estéril, bien entrada en años…!  Luego hizo silencio, porque en verdad aquello avalaba tanto misterio como el que su hija había vivido y les había contado, y que –en sí mismo- era tan difícil de digerir.  Pero para Dios todo es posible, y no sería aquella la primera vez que se daba en la historia de Israel un caso parecido.  Joaquín había salido por un instante de su pensamiento, que más vueltas le estaba dando…  Lo que pasa es que María suscitó una pregunta que ahondaba la preocupación:  Pienso si yo debería irme con ella esta temporada para poder echarle una mano, porque una persona mayor y con un embarazo avanzado, puede sentirse muy pesada…  Ana callaba. Sentimientos maternales, con esa sensibilidad propia tan volcada al bien, le hacía sentir que era buena idea. Pero dejó todo en Joaquín, sin interferir… Porque se veía a las claras que su marido estaba muy preocupado.  Joaquín declinó la respuesta por este momento… Ahora hablaremos más sosegadamente después de comer.
                Acabaron, y Ana y María se levantaron, quitaron la escudillas y demás utensilios, y ase fueron a lavar y dejar todo limpio y ordenado.
                Luego se vinieron adonde ya estaba Joaquín… Y él le dijo a su hija: ¿Has pensado en José?  Porque en uno y en otro tema tiene que saber la situación en que están las cosas?  Y hasta debe dar su aprobación para un posible viaje tuyo en estas circunstancias, porque él tiene ya sus derechos de esposo.
                María se levantó y se fue a su padre, le echó su brazo sobre el hombro con esa ternura inmensa que le caracterizaba, y le dijo: - Sí,  papá. Lo he pensado desde el primer momento.  Lo que pasa es que a Dios yo no le podía hacer esperar. Si Él venía a mí, yo tenía que responder…  Y luego tendría yo que resolver con José…  Pero sí que lo he pensado y me preocupa esta situación.  Pero si Dios ha venido, Él seguirá viniendo…
                Joaquín experimentó en aquel brazo de su hija una ayuda, como si aquel brazo frágil tuviera más fuerza que él mismo…  Sabía Joaquín que cargaba sobre él la responsabilidad de hablar a José, d afrontar aquel momento que sería tan duro y difícil para el prometido de su hija.  Porque, al fin y al cabo, ellos habían estado casi de testigos directos (como quien dice) de aquel misterio.  Pero ahora vendría José desde fuera, sin poder ni sospechar, y hay que decirle algo que es humanamente inexplicable y casi inexpresable. Y que esto no se puede resolver esperando que él se presente por casa y soltarle el embolado así como sí… Habría que hacerle venir con algún pretexto que no altere su tranquilidad antes de la cuente…  Ana asistía callada.  Ante ella se estaba planteando un conjunto de problemas que, aunque ya lo había ella pensado, pero el pensar de una madre no es de la cabeza sino del corazón.  Y eso varía mucho la visión de los hechos y de la misma realidad de los problemas.  Veía ahora ella en la encrucijada difícil que estaban su marido y su hija.  Y en ese instinto tan propio de mujer, levantó su voz tímidamente…: ¿Os parece que yo me eche la toquilla y me vaya a su casa y le deje el recado para cuando vuelva de su trabajo?  Puedo decirle que tú, Joaquín, quieres consultarle unas cosas….  Había dado en el clavo. Y serví de mucha ayuda esa intervención de Ana, que no dramatizaba de antemano y que ya dejaba constancia de que lo necesitaban.
                Se aceptó aquella propuesta, que ayudaba a ese paso que se podía presentía como muy difícil.  María se volvió a su sitio…  O mejor aún:  María se fue a su madre y la abrazó con inmensa ternura, y también agradecimiento.  No era sólo lo que ella había apuntado como solución más a la inmediata.  Era su silencio anterior, tan prudente; era su plena acogida desde el primer instante…  Y estampó María un beso de oro en aquella mejilla de su madre…, un beso que valía por todo…

1 comentario:

  1. Ana Ciudad1:07 p. m.

    El que te sigue,Señor,tendrá la luz de la vida.Nuestra vida no tiene sentido si no es junto al Señor.Nuestros ,exitos,la felicidad humana que ñpodamos acaparar es"paja que arrebata el viento".En nuestra oración personal podemos decirle:"Quédate con nosotros,porque nos rodea las tinieblas en el alma y sólo Tú eres luz,sólo Tú puedes calmar esta ansia que nos consume.Porque entre todas las cosas hermosas y honestas no ignoramos cuál es la primera:poseerte siempre a Ti,Señor".

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