miércoles, 6 de noviembre de 2019

6 noviembre 2019: Posponer amores humanos


LITURGIA
                      Muy breve y muy expresiva la 1ª lectura de la carta de San Pablo a los Romanos (13,8-10). Pablo quiere que quede claro que todo el vivir cristiano se reduce a una realidad: la del amar. Y no quiere que aquellos fieles tengan otra deuda entre ellos que la del amor. Y para hacerlo más comprensible, hace un repaso por los mandamientos y dice expresamente que el no cometerás adulterio, no robarás, no envidiarás y los demás mandamientos que haya, se resumen en esa frase: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Y explica: porque nadie que ama, hace daño a su prójimo. Y al fin y al cabo lo que los mandamientos nos ponen siempre por delante es el respeto al prójimo. Y eso es ya cumplir la ley entera.

          Y pasamos al evangelio de hoy (Lc.14,25-33) en el que Jesús vuelve a establecer los principios de la vida de seguimiento suyo. Iban con el muchas gentes, y Jesús quiere decirles que seguirlo a él no es admiración por las obras que el hace. Que si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
          Es un planteamiento que, cogido sin reflexión, llega a escandalizar a muchos, porque entienden que no pueden amar a sus allegados si quieren ser discípulos de Jesús. No es eso lo que Jesús ha dicho. Lo que Jesus dice es que el amor a Dios tiene que estar siempre lo primero, y ser el foco de luz que marque el camino de nuestras actitudes. Jesucristo no ha dicho de no amar a los deudos sino de posponer: que en caso de conflicto en el modo de proceder, hay que optar primeramente por lo que dice Dios.
          No puedo menos que recordar el caso de aquella valiosa muchacha con vocación, a la que su madre se opuso radicalmente, aun con amenazas, y la chica acabó por ceder y dejar la idea de consagración a Dios para no disgustar a su madre. No le seguí yo la pista a la joven pero siempre he pensado si fue feliz tomando otro camino del que Dios le había llamado. Pospuso a Dios. A eso es a lo que Jesús se refiere. Quien eso hace, no puede ser discípulo suyo porque no puede ser digno de Jesús el que dejó a un lado el camino de Dios.
          Y no es sólo posponer a los padres, esposos, hijos… Es incluso a sí mismo Y he aquí que esto es más difícil todavía, porque el amor propio es el enemigo directo del amor a Dios. Y con demasiada frecuencia se opta por el propio deseo, aunque pueda constar que el proyecto de Dios va por otro lado. Al fin y al cabo las tendencias al pecado son fruto del amor a sí mismo. Y es claro que Dios llama a otra actitud. Y sin embargo…
          Y plantea Jesús una reflexión de orden muy humano y fácil de resolver. El que se propone seguir a Jesús debe calibrar hasta dónde es capaz. Lo mismo que el que va a construir una torre, primero debe pensar si tiene medios económicos para llegar al final. No sea que eche los cimientos y no tenga para acabarla, y se pongan a burlarse de él diciendo: este hombre empezó y no pudo acabar.
          La verdad es que esta situación es mucho más frecuente de lo que parece. Y ya no me refiero a los fallos de la vida diaria, que con ellos hay que contar. Hablo de cosas de más envergadura que se van convirtiendo o se han convertido en vicios, como consecuencia de no haber sido capaces de posponerse a sí mismos…, de no calibrar las propias fuerzas y andar cayendo y levantándose.
          Jesús concluye que eso pasa lo mismo con vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío. Y no se trata de renunciar a todos los bienes económicos sino a esos “bienes” de cualquier índole que acaban ganando la partida, en contra de la propia conciencia.
          Lo que Jesús compara también a una guerra, porque de hecho es una lucha que hay que librar. Y plantea el caso de un rey al que vienen a hacerle la guerra con un ejército de 20,000 hombres. Lo lógico es que calcule si puede oponer siquiera un ejército de 10,000. Porque, si no puede, lo sensato es mandar embajadores para pedir condiciones de rendición en paz.
          La vida es lucha y tenemos que tentarnos mucho la ropa para vivir verdaderamente como fieles a Jesucristo, a quien decimos querer seguir, pero que él plantea que su seguimiento no es una aventura de coser y cantar. Es algo mucho más serio, y necesita poner los pies muy firmes en el suelo para no caer a la primera de cambio.

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