martes, 12 de noviembre de 2019

12 noviembre: Hacer lo que hay que hacer


LITURGIA
                      Estamos en el libro de la Sabiduría, y hoy nos toca 2,23 a 3.9. Como ya dije, en un texto en que se unen pensamientos diversos, la explicación es difícil y casi huelga. Más bien nos toca que ir al texto y saborearlo.
          Dios creó al hombre incorruptible y lo hizo a imagen de su propio ser; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los de su bando. Es como una síntesis breve del comienzo del Génesis. Dios no creó el mal. Pero el mal se dio por la envidia del diablo.
          En cambio, la vida de los justos está en manos de Dios, y ningún tormento los alcanzará. Puede sobrevenir el mal pero los justos están aferrados a su Señor, y el tormento posible no les puede hacer daño. Siempre se sitúan por encima de ese mal y lo leen desde otra mirada de fe y confianza.
          Los insensatos pensaban (de los justos) que habían muerto, y consideraban su tránsito como una desgracia, y su salida de entre nosotros, una ruina, pero ellos (los justos) están en paz. Aunque la gente pensaba que cumplían una pena, su esperanza estaba llena de inmortalidad.  Por eso el daño no les afecta vitalmente. No es que no sufran, no es que no sientan… Son seres humanos y el dolor les duele. Pero su esperanza les remonta a una visión de inmortalidad.
          Sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes bienes, porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de él. Los probó como oro en crisol, y los acepto como sacrificio de holocausto. La cruz es parte de su vida, como lo es para todos los humanos. La diferencia está en cómo coger y llevar la cruz. La prueba los acrisola. En el día del juicio resplandecerán y se propagarán como chispas en un rastrojo.
          Gobernarán naciones, someterán pueblos y el Señor reinará sobre ellos eternamente. El justo está por encima de todas las situaciones. Se sobrepone a todas las vicisitudes. El justo es alguien que vive confiando en el Señor: Los que confían en él comprenderán la verdad y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado, porque la gracia y la misericordia son para sus devotos y la protección para sus elegidos.
          Queda completado el cuadro de la sabiduría de Dios que se plasma en la criatura.

          El evangelio de Lucas (17,7-10) trae hoy un complemento o visión complementaria de la que ya nos había dado en otra ocasión. Vimos antes cómo el amo que vuelve a altas horas de la madrugada y encuentra a sus criados vigilantes, él mismo los sentaba a la mesa y se ponía a servirles. Era una visión gozosa de la magnanimidad de Dios, que sirve a los suyos que le han sido fieles, y que la muerte es un momento de gozo y encuentro con el Señor misericordioso.
          Hoy se da la otra visión, que acentúa la vigilancia que debe tener el criado, y que con ello no hace nada digno de mérito especial. El criado, que ha estado durante el día como pastor o labrador, cuando llega el amo, ha de estar disponible para servir. El criado comerá después. Pero su misión es la de servir al amo cuando el amo regresa. Y no ha de considerarse que ha hecho un acto meritorio porque haya estado disponible para el servicio. Más bien tiene que concluir que es un pobre siervo, que ha hecho lo que tenía que hacer.
         
          Esto tendría una traducción muy sencilla: la vida cristiana y por tanto la vida de perfección, se reduce a hacer en cada momento lo que hay que hacer. Muchas veces me han preguntado algunas almas deseosas de señalarse en el servicio divino, qué tenían que hacer de más… Yo les he respondido siempre que “hacer lo que hay que hacer en el momento que hay que hacerlo”. No hacen falta cosas más especiales. La santidad no lleva a actos añadidos. Se centra en hacer aquello que tiene entre manos, y hacerlo  ahora sin dejarlo para más tarde. Luego, puede ser, que ese justo sienta en su interior que debe hacer algo nuevo y algo más y algo distinto… Eso ya es el fruto de una comunicación de Dios más expresa, de un carisma peculiar que le es concedido a un individuo –él o ella-. Pero los santos de altar son más admirables que imitables, por la sencilla razón que los “santos de altar” han tenido esa iluminación especial que les ha decantado en una línea u otra. ¡Pero cuántos santos hay más, cuyas vidas no se han definido como “heroicas” y sin embargo lo fueron en el día a día!

Este TERCER VIERNES no hay Escuela de Oracion.
Pasa al cuarto viernes, día 22

1 comentario:

  1. Y yo. ¿Que soy yo? ¿Quién soy yo? La fe me dice que Dios me conoce, ¿pero me conozco yo?

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