miércoles, 29 de noviembre de 2017

29 noviembre: Nuestro futuro

Liturgia:
                       Nueva historia del libro de Daniel (5,1-6.13-14.16-17 .23-28), referida hoy al rey Baltasar, sucesor de Nabucodonosor. Éste había traído a Babilonia los vasos sagrados del templo de Jerusalén, Y Baltasar ahora, en un banquete a sus magnates, manda traer esos vasos sagrados para beber con sus invitados y concubinas, en una enorme profanación.
          Entonces aparecen unos dedos que escriben en la pared a la vista de Baltasar, que se echa a temblar.
          Manda llamar a Daniel para que le lea lo que dice lo escrito y se lo explique, prometiéndole a Daniel hasta el tercer puesto en su reino.
          David le hace ver la profanación que ha cometido y le lee lo escrito: CONTADO. PESADO. DIVIDIDO. Y su significado es: que están contados los días del monarca. Pesados, carecen de peso. Dividido: su reino será dividido entre persas y medos.
          No se puede atentar impunemente contra el Señor.

          Lc.21,12-19 continúa el capítulo apocalíptico que mira al “final de los tiempos”…, porque el tiempo se acaba. Jesús advierte a los apóstoles que serán perseguidos y que los entregarán a los tribunales y los llevarán a la cárcel, y tendrán que comparecer ante gobernadores y reyes por causa de mi nombre. Ahí está el secreto de la situación. Cuanto van a padecer los apóstoles…, y tras ellos, los otros muchos a través de los siglos, va a ser a causa de ser discípulos de Jesús y por defender la doctrina de Jesús.
          Es la historia de la Iglesia condensada en unos versículos del evangelio de Lucas. No ha habido siglos sin mártires, y los sigue habiendo. Todo apunta a un final –que no ha llegado pero que está llegando- en el que Jesús va a estar como antorcha que luce en medio, y que para unos es motivo de abominación, y para otros de adhesiones heroicas.
          Lo que Jesús enseña ahora es que no preparen la defensa los perseguidos porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
          La persecución no sólo vendrá de los enemigos declarados; serán los propios padres y parientes y hermanos y amigos los que traicionen y odien por causa del nombre de Cristo.
          Lucas no habla de memoria. Lucas ha asistido a las persecuciones que narra en el libro de los Hechos. Ha vivido la carrera de Pablo que ha sido una carrera triunfal en medio de la cárcel y de su fe entregada a Jesucristo, por lo que la presentación que hace Lucas –dentro de la tragedia- tiene luces y optimismo. Y posiblemente recordando el martirio de Esteban, presenta al Espíritu que pone en la boca la palabra oportuna y la fortaleza de ánimo que necesita para hacer frente a la dificultad.
          Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas. Indica la providencia de Dios sobre los discípulos. No es que no van a sufrir daño físico: de hecho hay persecuciones y muertes, pero se les promete que en medio de los sufrimientos soportados con paciencia, ganarán su salvación. Es una exhortación a la perseverancia, lo que avala que el final no está inmediato…, que hay que mantener esa fortaleza y la lucha frente a la dificultad.

          Por eso esta perícopa no está apuntando al fin del mundo sino a algo más inmediato que hay que vivir en el momento presente. Ahí todos nosotros estamos abocados a vivir nuestro tiempo con esa actitud de lucha y perseverancia, aguardando nuestro momento. Y sin que nos escandalice la incomprensión de muchos y la soledad en la que muchas veces hay que caminar por la senda de la fe.

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