martes, 14 de noviembre de 2017

14 noviembre: Siervos afortunados

Liturgia:
                      Ya soy repetitivo si os digo que la 1ª lectura (Sab 2,13 a 3,9) es más para leerla que para comentarla. Es que lo que me queda es que copiar los asertos que hace. Pero sí me llama la atención el comienzo: Dios hizo al hombre incorruptible. ¿Cómo es que se dejó corromper? Lo explica el autor diciendo que por envidia del demonio entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen. Por el contrario, la vida de los justos está en manos de Dios y no los tocará el tormento. Todo esto nos lleva a una reflexión muy honda. El hombre sería incorruptible si mantuviera su recto camino hacia Dios. Esa actitud firme y recta es considerada por los impíos e insensatos como una desgracia, una pérdida de libertad, una esclavitud. Los insensatos se creen libres porque hacen lo que les viene en gana, y no se están dando cuenta de que ellos son los que están esclavizados al mal, y no tienen fuerza para oponerse a él. La gente pensaba que eran castigados los justos, pero precisamente los justos esperaban la inmortalidad…, se sabían verdaderamente triunfadores. El que obra rectamente es mucho más feliz. Sufrieron un poco; recibirán grandes favores. Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí. El día de la cuenta resplandecerán ellos como chispas que prenden en el cañaveral. Y en la exaltación de lo que es el justo que mantiene su fidelidad a Dios y al bien que pone Dios delante, conocerán la verdad, permanecerán con Dios en el amor…, gobernarán naciones y someterán pueblos. Al llegar a este final ya se ha roto la pura lógica y se ha expresado la apoteosis de la bondad.

          Hoy Lucas nos da otra versión sobre los criados que están atentos a la llegada de su amo. En 17,7-10 no dice que el amo, al llegar y encontrarlos vigilantes, él vaya a sentarlos a la mesa y él se ponga a servirles. Es más: aquí habla de unos criados que han pasado el día trabajando en el campo como labradores o pastores… Que llegan a la noche cansados. El amo llega cuando llega, que no significa que llegue a horas “prudentes”. Pero los criados tienen que estar igualmente en vela para esa hora en que el amo aparezca. Y entonces el amo se sienta a comer y los criados le han de servir. Luego les tocará a ellos comer.
          La pregunta que hace Jesús es muy clara: ¿Tiene el amo que estar agradecido a los criados que han velado? En realidad han hecho lo que estaba mandado, lo normal, lo que era su misión, para la que estaban al servicio.
          Y Jesús saca las consecuencias: ¿Hemos de recibir parabienes porque hemos hecho lo que teníamos que hacer? Lo que nos toca es decirnos a nosotros mismos: Somos unos pobres siervos que hemos hecho lo que nos correspondía hacer.
          Pasado a la realidad, cuando llegamos a la noche y hacemos examen de conciencia, ¿vamos a colgarnos medallas porque fuimos fieles a nuestras prácticas diarias?...: al trabajo, al cuido de los niños, a estar sentados 8 horas en una oficina, a hacer la compra en la plaza de Abastos, a haber puesto ladrillo sobre ladrillo, a haber lavado la ropa…, haber orado, haber visitado a un familiar, haber asistido a una catequesis… Sencillamente diremos en esa hora del examen, que hemos hecho lo que teníamos que hacer. Y ciertamente lo experimentaremos con gozo interior, pero sin pensar que hemos sido unos héroes. Sencillamente somos pobres hombres o mujeres que hicimos lo que teníamos que hacer.
          Es lo que ha descrito Jesús en esa parábola.
          Lo contrario sería lo que nos picaría en la conciencia, lo que nos diría que no hemos hecho lo que nos tocaba hacer. Y nos iríamos a la cama con ese resquemor de un día fallado, de una misión no cumplida. Uniéndonos a la 1ª lectura, sería la suerte de la gente insensata que no ha cubierto su periplo y ha dejado atrás posibilidades de haber llenado su día.


          No vamos a perder de vista la otra parábola que tuvimos hace un tiempo: el amo se pone a servir… Porque la verdad es que al final de cuentas va a ser así. De nuestra parte nos toca haber trabajado y haber hecho todo y haber esperado la llegada de Jesús. Y servirlo y amarlo y gozar de haber podido estar a su servicio. Pero por esas maravillas de la vida, acaba Jesús por ser quien viene a servirnos y a llevarnos consigo y a darnos la felicidad completa. Somos unos pobres siervos…, pero en realidad somos unos siervos afortunados.

1 comentario:

  1. Nos consideramos buenos, casi unos héroes, por hacer lo que tenemos que hacer: llegar puntuales a la oficina, respetar las normas de tráfico...Los cristianos nos creemos buenísimos, como que le hacemos un favor a Dios, cuando hacemos nuestras oraciones, le ofrecemos nuestro minuto heroico y, sin lavarnos la cara, le decimos, al Señor de todas las cosas: Hola y adiós. A lo largo del día podremos acordarnos de dar gracias a Dios, por la FE, por la familia y por todo lo que me ha dado...Al final de la jornada,casi seguro que he de reconocer que no soy un héroe y, al considerar mis miserias, con muchísima humildad, pero sin desanimarme, correré a los brazos abiertos de mi Padre.

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