martes, 31 de octubre de 2017

31 octubre: Mostaza y levadura

Liturgia:
                      Otra bella página en la carta a los romanos (8,18-25) que bien merece la pena leer en privado, muy despacio. Ya se abre con una idea que mueve a seguir adelante, aun en medio de las dificultades: los trabajos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Es cierto que ahora tenemos que luchar para mantenernos en gracia. Pero eso es nada con lo bueno y excelente que  nos espera.
          La Creación expectante está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios. Si la Creación sufre violencia y está retorcida en sí misma, no es por su propio defecto sino porque no nos manifestamos los hombres como hijos de Dios que obedecen a Dios. La Creación se retuerce y gime como en dolores de parto. La gente se pregunta muchas veces el por qué de las catástrofes naturales. San Pablo nos dice que el pecado del hombre violenta el equilibrio de la Creación, que se retuerce y gime, y tiene su propia forma de expresarlo. Es el pecado cósmico del que ha hecho especial énfasis el Papa actual. Y esa violencia contra la naturaleza que origina la avaricia y la maldad humana, está desequilibrando las fuerzas naturales.
          Para concluir, con una aplicación muy concreta, que no es solo la naturaleza la que sufre esas consecuencias, sino que somos nosotros –que poseemos las primicias del Espíritu- los que gemimos en nuestro interior, porque el pecado que abunda y se sobrepone, acaba ahogando. Y no nos manifestamos como hijos de Dios. Nos queda la esperanza, que no ve la solución pero sabemos que la hay, y a la que esperamos con perseverancia. En esperanza fuimos salvados. Pero todavía nos queda ese gemido inefable porque aún no se acaba de manifestar esa redención de nuestro cuerpo.

          Dos breves parábolas muy conocidas encierra el evangelio de este día (Lc.13,18-21). Son dos parábolas para expresarnos una realidad del Reino de Dios. Una es la parábola del grano de mostaza, algo muy pequeño, y que –sembrado- da origen a un arbusto muy desarrollado al que vienen a poner sus nidos las aves del cielo. El Reino nace en la pequeñez de la predicación, en la humildad de unos hombres toscos y rudos, bajo la presencia de Jesús. Y sin embargo está llamado a crecer y a desarrollarse de tal manera que se puedan cobijar en él los pueblos de la tierra. Nosotros estamos ya en ese “árbol” desarrollado y gozamos de sus ventajas.
          Pero no podemos quedarnos parados porque ya estamos ahí. La siguiente parábola de la levadura nos implica como comunicadores de ese Reino. La levadura empieza por ser algo pequeño que se mete en una masa grande, y la fermenta y la esponja y la ensancha. Nosotros somos levadura y no podemos quedar conformes con estar ya bajo el cobijo del Reino de Dios. Nos toca influir y llevar hasta otros ese mismo tesoro que nosotros tenemos. Continuando el tema del grano de mostaza, el secreto estaría en ese contagio que necesitamos aportar como levadura para invitar a otros a participar del Reino de Dios. Es una parábola que no se reduce a Israel, afirman comentaristas, y que en ese “árbol” vienen a cobijarse todos los pueblos. La Iglesia vendría a ser la plasmación concreta de esa parábola, con su vocación de universalidad y catolicidad para albergar aves de todo plumaje.
          Y hay que reconocer que no estamos en tiempos fáciles para la misión. Que el mal se ha hecho fuerte y que nos sentimos achicados y en minoría ante las protestas contra la fe o contra la Iglesia que encontramos alrededor. Aun así, y como dice Jesús cuando envía a sus discípulos a predicar, si no los reciben en algún sitio, que se salgan de él pero reafirmando que de una u otra manera, ha llegado a vosotros el Reino de Dios. Y somos los primeros que tenemos que estar bien convencidos de ello.



          Hoy celebramos los jesuitas a un Santo muy querido, San Alonso Rodríguez, Hermano Coadjutor, que se santificó en una portería desde la que fue grano de mostaza y levadura que se metió en la masa de aquel joven Pedro Claver, y le infundió un celo misionero que lo llevó a ser “esclavo de los esclavos”. San Alonso tiene una gran altura mística y escritos  muy profundos a la vez que muy sencillos de expresión. También padeció al final grandes tentaciones, de las que salía aferrado a la devoción a la Virgen y a su seguridad de no querer nada con el pecado.

1 comentario:

  1. Felicito a la familia jesuita por ese gran santo, San Alonso Rodriguez, cuya fiesta se celebra hoy. El mundo está bajo la influencia de unas ideologías diabólicas que tienen mucho poder sobre la sociedad. Son unas idelogías muy perversas. Los cristianos no somos seguidores de una ideología. Nosotros seguimos al Señor, Jesús y con nuestras obras hacemos visible su mensaje . El mensaje de Jesús es ternura, amor, mansedumbr e...Las ideologías endurecen y buscan la eliminación del que piensa diferente. Nuestra FE se alimenta de la Oración. Necesitamos orar porque tenemos que ser muy humildes. Los fariseos rezaban muchas oraciones pero no oraban.

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