jueves, 12 de octubre de 2017

12 octubre: Virgen del Pilar

Liturgia: Ntra. Sra. del Pilar
           Es evidente que la Sagrada Escritura no tiene ningún texto que se refiera directamente a la Virgen del Pilar. Tenemos que descubrir la aplicación de los textos de la fiesta litúrgica a esa advocación mariana, tan española, que hace de este día una fiesta nacional.
          En el libro de los Hechos de los Apóstoles (1,12-14) tenemos una escena de gran importancia en la vida de la futura iglesia. Los apóstoles han regresado del Monte de los Olivos desde el que Jesús ha subido al Cielo, y se recluyen en un lugar al que llaman “la casa” y que muy bien podría ser el Cenáculo. Subieron a la sala donde se alojaban, que era seguramente donde se habían producido los acontecimientos del domingo de resurrección, y allí se dedicaron a la oración, junto a otras mujeres. Y entre ellas, la madre de Jesús, que era como el bastión alrededor del cual se unían aquel grupo de testigos de la resurrección. MARÍA en el centro de aquel grupo, y María está igualmente en oración, y hace de COLUMNA fuerte sobre la que se apoyan los demás.
          “Columna” es igual que PILAR, o pared maestra que sostiene el edificio. De ahí que esa lectura tenga una mirada a la fiesta de hoy. Pero no es sólo María la que es columna, sino María en oración junto a los discípulos y demás congregados en aquel lugar. María en  oración tiene todos los componentes que consolidan y fortalecen, que hacen de pilar de sustentación del edificio. Sobre ese pilar se asentó aquel grupo de personas que pocos días después recibió al Espíritu Santo y dio paso a la Iglesia de Jesucristo, con la intrepidez de unos hombres que, poco antes, eran pusilánimes y atemorizados, y que de pronto se volvieron intrépidos y capaces de abarcar el mundo entero. Allí en medio estaba María que había quedado en la tierra para fortalecer y apoyar la fe primera de la naciente Iglesia.

          En el breve evangelio de San Lucas (11,21-28) es el propio Jesús el que nos señala a María como la columna que él ha establecido para sostener ese evangelio que él predica y al que hay que acogerse para estar firmes en la fe.
          Había predicado Jesús, había echado un demonio, y una mujer del pueblo se ha emocionado y clama a voz en grito: Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron. Una forma muy oriental de decir lo que castizamente diríamos nosotros en menos palabras: “Bendita sea la madre que te crió”. Jesús no lo niega. Es evidente que Jesús sentía veneración por su madre, y eso supone que le ha encantado la voz de aquella mujer. Como hoy sentirá una satisfacción muy fuerte cuando nosotros celebremos a María del Pilar y nos festejemos con ella. Jesús admite y rubrica ese valor inmenso de su madre.
          Pero aprieta filas y nos define por qué su madre es tan grande y tan dichosa: precisamente porque escucha la palabra de Dios y la pone en práctica ¡Ese es el PILAR que sostiene lo demás! Santa María del Pilar es más dichosa por escuchar a Dios y vivir según sus designios que por haber dado a luz a Jesús.
          Por eso cuando nosotros nos juntamos hoy para venerar a la Virgen del Pilar, necesitamos hacernos la pregunta: ¿Lo que vemos en ella es una devoción o una llamada a secundar esa vida suya de oír a Dios en la oración para luego poner en práctica lo que hemos oído?
          Vuelve a surgir la oración como plato fuerte de esta fiesta. Hablamos de una oración efectiva que confronta a la persona con su propia vida. No es una situación emocional, devota, emotiva. Es una llamada fuerte a una forma de vida que aplica a la realidad lo que ve en la oración en la presencia de Dios.
          Concluyo con el Prefacio de la fiesta:
            La Virgen, Madre de Dios, concebida sin pecado,
no fue contaminada por la corrupción del sepulcro,
pues siendo intacta en su virginidad,
gloriosa en su descendencia
y triunfante en su asunción,

fue madre de Cristo, esposo de la Iglesia, luz de las gentes, esperanza de los fieles y gozo de todo nuestro pueblo.

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