viernes, 31 de marzo de 2017

31 marzo: LOS IMPÍOS

Liturgia
          Podríamos leer este párrafo del libro de la Sabiduría (2,1. 12-22) desde una perspectiva actual. Hoy existen evidentemente los poderes del mal, perfectamente tramados y organizados para destruir  los valores fundamentales sobre los que puede vivir una sociedad bien constituida. Repitiendo algo que dije hace unos días, hemos ido asistiendo a la demolición de la familia (el respeto a los padres), de la Escuela (la autoridad moral del Maestro), de la Patria, del Ejército como institución garante de la soberanía de un pueblo, de las Leyes (cada cual acepta las que le interesan y rechaza las que no les va a sus planes). Quedaba un bastión en el pueblo que era la Religión. Contra ese valor innato en la persona, que de una u otra manera rinde culto a algo o alguien, se han creado ídolos de muy diverso calibre y pelaje. Se ha dirigido toda la artillería contra la Iglesia Católica que era el centro visible de esa religión. Y finalmente se ha envenenado al pueblo mal formado contra la idea de Dios, que sistemáticamente se le ha ido arrebatando a la niñez para rematarlo en una Universidad tendenciosa donde se enseña menos lo que construye que lo que destruye, para dejar a Dios fuera de la vida de ese “pueblo culto”. Por el contrario se han fomentado ideologías que crean odios, basadas muchas veces sobre fundamentos falsos, manipulados, para arrasar todo vestigio de valor permanente. Así, esas mafias de la maldad pueden manejar como borreguitos a las masas carentes de ideas personales y de puntos de apoyo para defenderse de la manipulación política. A la cultura sucede la zafiedad, a las buenas formas la falta de educación, a la autoridad la violencia, a la Religión los múltiples rituales de las concentraciones populares, a Dios por cualquier personaje de la vida social que sea fácilmente defenestrable y cambiable por otro ídolo de turno.
          Dijeron los impíos. Así comienza el texto. Ya sabemos quienes protagonizan. Razonando equivocadamente: por lo mismo, no razonando sino dejándose llevar de sus pasiones e intereses. [Echemos una mirada al mundo que nos vienen presentando en los noticieros diversos, y veremos reflejado este versículo del texto de hoy]. Y observemos las malas intenciones de entrada: Acechemos al justo que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; declara que conoce a Dios y se da el nombre de ‘Hijo del Señor’. Es un reproche para nuestras ideas y sólo verlo da grima. Lleva una vida distinta de los demás y su conducta es diferente; nos considera de mala ley y se aparta de nuestras sendas como si fueran impuras. Declara dichoso el fin de los justos y se gloría de tener por Padre a Dios. Motivación del ataque de los impíos: un complejo de inferioridad y de mala conciencia por el que se sienten ellos atacados donde los otros –los justos- no se han metido con nadie. Nos resulta incómodo…, sólo verlos da grima. Ellos se la guisan y ellos se la comen, pensando que los justos los consideran de mala ley. ¿Será por algo que llevan dentro y que realmente tienen mala conciencia?
          Reacción que tienen: Lo someteremos a la prueba de la afrenta y de la tortura, lo condenaremos a muerte ignominiosa. Así discurren y se engañan porque les ciega su maldad.
          Evidentemente el texto es un anticipo mesiánico y nos está adelantando los misterios de la Pasión (mera consecuencia de la persecución en vida). Todo lo que ahí está adelantado proféticamente, se cumple en Jesucristo. Pero ¿verdad que leído en clave de la vida actual y de la posición que sufrimos los creyentes católicos, nos toca bien directo? Y refleja bien el panorama de la sociedad en la que estamos.

          En San Juan 7, 1-2.10. 25-30 nos ha compuesto la liturgia una lectura en la que Jesús está padeciendo esa persecución. Por eso se presenta de incógnito en la fiesta, sin pretender otra cosa que vivir su sentido religioso, cuando es descubierto por algunos que ven que al que querían matar está allí sin aspavientos. Habla abiertamente y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que éste es el Mesías? Pero de éste sabemos de dónde viene y cuando llegue el Mesías no sabremos de dónde viene.
          Ahí Jesús levanta la voz: sabéis de dónde vengo. Sin embargo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz. Yo lo conozco porque procedo de él. Y ahí “los impíos” pretenden agarrarlo porque no quieren conocer la verdad y se aferran a sus ideas. Lo que pasa es no ha llegado su hora todavía y por eso las maquinaciones contra Jesús no dan resultado.

         Nos acercamos a la semana santa y se va preparando el terreno.

1 comentario:

  1. Los judíos no creen que Jesús es el Mesías, todos los días son testimonios de algún milagro; pero ellos creen lo que quieren creer y por lo que creen que saben. Ellos se equivocaron y nosotros nos equivocamos...Jesús les fue repitiendo que pueden creer en Él porque el Padre lo ha enviado y que actúa en el mundo lo misno que el Padre actúa. No le creyeron. Tamoco nosotros somos mejores que los judíos.Tampoco nosotros creemos que hemos sido enviados para hacer las obras del Padre.

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